Enmunds

13. Daemonium carnem

Como ya lo había temido el sacerdote, al día siguiente en la reunión matutina de líderes, los padres de los muchachos que había participaron se acercaron al local y fueron los primeros que solicitaron el habla, comunicando la necesidad del despliegue del ritual sagrado para eliminar el excesivo porcentaje de demonios humo. El sacerdote distaba mucho de esa opinión, pues desde hace una centuria no se habían sellado más demonios humo dentro de la Montaña Blanca, por lo que, al fin de cuentas este nuevo reto si bien había sido peligroso fue superado por los jóvenes, lo que demostraba, a fin de cuentas, su gran capacidad para adaptarse y sobrellevar los retos. Pero, comprendiendo el pensamiento paternal que sobre todo quería velar por la protección de sus hijos, cedió ante la petición y por la tarde se reunieron los ocho enmunds mayores y realizaron el Mavra. El más fuerte ritual de destrucción, aniquiló al veinte por ciento de los demonios humo y provocó que la montaña se sacudiera tan fuerte que hasta la gente del pueblo pudo sentir la violencia.

Después de eso, la Montaña descansó por una semana hasta antes de que el Vehsilik se llevara a entrenar a los diez de la nueva generación a la Punta Cumbre. Nuevamente allí los muchachos lucían emocionados, algunos de ellos ya habían estado intentando dominar su arma sagrada, pero todavía no adquirían la destreza necesaria para poder domarla completamente.

Rukan, librado del largo manto de sacerdote y de la máscara sin rostro, se sentía libre y con buenos ánimos. Ahora sí desempeñaría a cabalidad su papel como el Vehsilik entrenando a los pequeños niños. Le explicó primero, que de ahora en adelante sus cuerpos jamás podrían ser poseídos por demonios, pues al entrar en la barrera que protegía la Punta Cumbre, una parte de ella se adhería a sus cuerpos protegiéndolos e impidiendo la entrada de fuerzas malignas.

En ningún entrenamiento debía faltar el refuerzo a la agilidad y flexibilidad corporal, además de la resistencia y la fuerza de ejecución, por lo que hizo, solo en el primer día, que los muchachos desearan abandonar el entrenamiento. La rutina fue feroz, obligándoles a dar diez vueltas a la montaña, por lo que les tomó casi todo el día. Lo mismos se repitió el segundo y tercer día, los jóvenes no podían dar diez vueltas a la montaña en menos de dos horas. Consideraban que eso era imposible, pero el Vehsilik les resondraba cada vez que escuchaba objeciones.

A pesar de tener más de treinta años, el Veshsilik conservaba lozanía y una agilidad sobrehumana, su apariencia podía compara a un hombre de veinticinco años, pero sus cicatrices y sus arrugas lo delataban. Ya cansado de desperdiciar cinco días y sin que sus queridos discípulos se tomaran la molestia de encontrar un camino para terminar el recorrido en dos horas, les explicó la canalización de energía espiritual. Estos ya sabían utilizarlas en las manos, de esa manera pudieron purificar a los demonios dentro de sus amigos en la ceremonia de iniciación, pero aún no lo podían extender a todo su cuerpo, ya que, de haberlo hecho, podrían haber llegado al resultado que el Vehsilik esperaba.

Lacks fue el primero en terminar la carrera dentro de las tres horas, el muchacho tenía un gran talento para manejar y hacer fluir su energía espiritual. En general, a todos les fue bien, a excepción de Bendici. Su desempeño no le preocupaba al Rukan ya que era el menor de todos y él, a diferencia de los demás, no había tenido a ningún guía o superior de quién aprender.

Saccani había adquirido un pequeño apego hacia Bendici, se preocupaba cada vez que se perdía del sendero y trataba de estar lo más cerca de él, pese a que, para ello, debía quedarse atrás del grupo. Simplemente, ni ella comprendía porque sentía esas ansias de protegerlo y golpear a quien sea que se atrevía a burlarse de él.

El Vehsilik vio que los muchachos habían adquirido la resistencia necesaria después de todo un mes de tortura, era entonces la hora de volverlos expertos en el manejo de sus armas y para ello necesitaba el apoyo de Keimar, Zala, Rome, Clavel, Sera, Sanremo y el viejo maestre Riodan, pues aquellos eran los mejores en el dominio de sus armas sagradas, por lo que el resto de los dos meses de entrenamiento hasta el final, los muchachos iban a disfrutar de la compañía de los “ocho amargados”.

Keimar era el padre de Kimleight y era el mejor espadachín que alguna vez había pisado la aldea de los Enmunds, y por ser abuelo de Kimleight no iba ser blanco con él. Lo mismo era el caso de Sanremo con su hijo Koba, y el de Sera con su sobrina Veira. El linaje enmund no había sido interrumpido en esas familias, que se destacaban siempre en el dominio de alguna arma sagrada. Pero, el caso era que había ocho maestros y diez discípulos por lo que el Vesilik tenía que encargarse forzosamente del papel de Xion y de Mari que estaban en la Punta Oeste del continente. De esa forma, Rome, la valiente, quedó a cargo de Zaña; el viejo maestre Riodan, de Bendici; Zala, el impetuoso, de Maxur; la delicada y radiante Clavel, de Whit y el valeroso Vehsilik de Saccani, Lacks y Quimper.

A partir de la presentación, cada alumno rindió respetos a su nuevo maestro y luego fueron dirigidos por ellos a una zona de la Montaña Blanca en donde su superficie sería idónea para el entrenamiento que ellos designasen. De esa forma, la Punta Cumbre volvió a quedar desolada.

El estricto procedimiento de conversión a un enmunds decente consistía en la elección, que era la Ceremonia de Iniciación; luego, procedía la designación de la definitiva arma sagrada en el Festejo Ceremonial; en el ínterin del entrenamiento, que duraba solo tres meses, los alumnos eran designados a sus maestros según el arma que les había sido entregada y, finalmente, proseguía la práctica, en la que enviaban a cada muchacho a un destino diferente a sellar demonios.



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En el texto hay: demons, humanos super dotados, purificadores

Editado: 03.04.2020

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