Enredados en Nuestras Mentiras

PRÓLOGO

El sonido de ese instrumento me lleva al cielo, el movimiento de mis dedos en las delgadas cuerdas, seis delicadas pero contundentes flores, un arañazo de ellas hace levantar la piel de la mano más fuerte, y luego la escandalosa sangre invade el lugar.

Amo la música desde que recuerdo, cada nota llegando a mi cabeza, así por si sola, siempre he sabido cuando es una melodía clásica o no, la guitarra es una continuación de mi cuerpo, pero en mi casa no se habla de música, se encuentra prohibido, no es considerada una profesión de verdad, es más bien un enemigo mortal, por culpa de la música vine antes a este mundo, por culpa de la música mi madre ya no está.

—Papá es lo que me gusta, no voy a dejarlo nunca —le gritaba, al tiempo que me halaba del lugar casi a empujones.

—¿Músico? Eso no es una carrera ¿Crees que vas a vivir de eso?

—Es lo mío, lo que me gusta, por favor apóyame.

—Sobre mi cadáver lo harás —me gritaba con la rabia más grande que le había visto, es extraño porque nunca ha estado bien conmigo, no me quiere, mejor dicho, me odia, y cada día yo lo odiaba más, es increíble cómo se puede despreciar al ser que te dio la vida.

—Es mi vida, no voy a renunciar a lo que quiero porque tú lo digas.

—Por ti renuncié a lo que más amaba en el mundo, más bien tú me lo arrebataste —en ese momento me quise morir como tantas veces, mi vida no tenía razón de ser, estaba maldito, era un monstruo.




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