Estaba de nuevo frente a esa casa, Eliot me ayudaba a bajar de la moto.
—Hija ¿Estás bien? —parecía preocupado.
—Sí, sólo fue un golpe, nada peor que eso. —mi padre observaba al chico a mi lado.
—¿Qué sucedió?
—Señor, la traje a casa, casi la atropello con la moto, estaba en el medio de la calle, en verdad lo siento.
—No fue tanto así, lo peor fue que perdí mis lentes.
—Ela, ya te compraré otros. En cuanto a ti Eliot, no te preocupes. Gracias a Dios nada ocurrió, te agradezco por traerla de regreso y por ayudarla. En verdad gracias por ayudar a…—lo interrumpió.
—Su hija—mi padre lo miraba atónito.
—Yo…
—No se preocupe, no diré nada. Ahora los dejo. Iba con Emily, pero creo que no es el momento.
—No lo es, en mi casa hay muchas cosas que entender—mi casi homicida se despidió, no sin antes voltear y sonreír, su sonrisa era muy hermosa, me provocaba un estremecimiento muy extraño. Lo vi alejarse, debía volver a la realidad, entraría a ese lugar.
—Papá en verdad no quiero hacer esto ¿Cómo voy a vivir aquí? Esa gente me odiará y con razón.
—Estás equivocada, ellos entenderán, al principio será complicado, pero terminarán por comprenderlo—quise gritar, escapar, pero ¿para qué? Sabía que no tenía más opción que aceptar que está era mi nueva realidad, por lo menos hasta que pudiera largarme y no volver a ver a mi jodido padre nunca.
Al entrar el impacto fue increíble, el esplendor del lugar me golpeaba en los ojos, podía observar un hermoso recibidor en color blanco perfecto, unas inmensas escaleras de lado a lado que permitía llegar a los otros dos pisos del caserón, un pequeño ascensor junto a la escalera. Qué raro me pareció todo aquello, es como si entre más ricos son, se convierten en más perezosos. Recuerdo mi casa, era tan hermosa y acogedora, siempre pensé que vivía rodeada de lujos, pero viendo este lugar, mi casa no era más que un basurero inmundo, no es de asombrarme este si es su hogar, aquí vive con su familia, mi madre y yo sólo fuimos unas intrusas, una mentira.
Lo noto mirarme, es como si intentará disculparse con esos ojos llorosos, llenos de culpa, pero no puedo, no en este momento en que mi mundo se desmoronaba, en que camino sin sentido en una verdad que no es mía.
—Llegaste viejo—grita un joven de ojos azules y cabello rubio lacio, llevaba puesto un uniforme de baloncesto. Ese era mi hermano.
—Sí, campeón. ¿Cómo has estado?
—Bien, hoy marqué veintidós puntos—me mira de la cabeza a los pies, me arroja una sonrisa pícara.
—Ese en mi muchacho, el mejor.
—Casi, si no fuera por Eliot que marcó cuarenta, ese chico es increíble—Eliot, mi homicida, resulta que es un gran jugador de baloncesto, muevo mi cabeza para olvidar su recuerdo, en este instante de mi vida lo menos que quiero es estar pensando en chicos, menos uno que es amigo de mis medios hermanos.
—Papi, llegaste—una voz me atrae, proviene de una chica muy hermosa que se acerca corriendo, es delgada, con un cabello largo rubio muy lacio y unos ojos verdes de impacto, eso sin hablar de su ropa de diseñador, parecía una súper modelo.
—Mi princesa—la abraza a su pecho, en ese instante un escalofrío corrió por mi cuerpo, sentí mucha rabia, a mí jamás me ha llamado princesa, era obvio que aquí no pintaba nada.
Después de un instante la mirada inquisidora de mi media hermana no dejaba de molestarme, es más que claro que quería saber quién era el bicho raro que estaba en su casa.
—¿Quién es esta chica?
—Ella es, Ela… —lo interrumpió una mujer rubia muy hermosa, que se acercaba en una silla de rueda.
—Es su media hermana—el silencio se hizo presente, era tan aterrador que producía un ruido que aturdía.
—¿Es quién? —preguntaba la joven, el chico sólo me miraba sin decir nada, estaba paralizado.
—Es verdad, es su hermana, es mi hija.
—No puede ser, estás diciendo que tienes una hija en otra casa, con otra mujer. ¿Te has vuelto loco?
—Sé que es difícil, pero todo tiene una explicación.
—¿Qué explicación? viejo —interroga el muchacho.
—No hay explicación maldita sea.
—Basta jovencita.
—No me callaré, ¿debo dar saltos de alegría? ¿Vendrá a vivir aquí?
—Claro que sí, ahora jugaremos a la familia feliz—decía la señora de la silla de rueda, me quedaba claro que era la esposa de mi padre, no me habría imaginado que se encontraba en esas condiciones, verla así me generaban miles de preguntas.
—Agatha por favor—suplicaba el patético de mi padre.
—Responde papá. —seguía presionando la chica.
—Emily, ella es tu hermana, hace algunos días murió su madre, por ello vendrá a vivir aquí con nosotros que somos su familia.
—¿Familia? Ella no es mi familia, sólo es una bastarda, hija de una puta roba maridos—sus palabras encendían mi corazón, una punzada daba directo a mi pecho, nunca nadie me había provocado tantos deseos de golpearlo, pero esta chica se las había ganado todos los boletos.
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Editado: 19.05.2025