Enredados en Nuestras Mentiras

CAPÍTULO V UN LUGAR NUEVO. Parte II

—Tranquila fresita, todo estará bien—me susurraba Vanessa.

—Sí, además sino es así aquí estamos—sequé mis lágrimas, y me relajé para conocerlos, estos chicos merecían ese esfuerzo.

Llevamos rato hablando, me contaron de sus vidas, Vanessa tiene una hermosa familia, trabajadores, honestos, con dos hermanos menores, está en el instituto por una beca académica, es una chica admirable, es alguien muy centrado, sabe lo que quiere y adónde va.

Andy es el único hijo del dueño de una importante red de hoteles, un hombre severo y duro, acostumbrando a que se cumpla sus reglas y con ideas tradicionales lo que hace todo complicado teniendo en cuenta la inclinación que este tiene.

—Todo no ha sido fácil, mi padre no acepta mi verdad. —dice con cierta tristeza.

—¿Trataste de explicarle? —le pregunto. Es obvio, pero me da mucha pena verlo así, es como si un manto negro fuese cubierto la inmensa luz que él irradia.

—Sí, lo he intentado, pero casi no me dirige la palabra, soy su mayor decepción, supongo.

—¿Tú madre que hace?

—Ella lo que él dice, es buena conmigo, pero no está de acuerdo del todo. —un suspiro escapa de sus labios, me aflige verlo así, más porque entiendo perfectamente lo que le pasa. En mi caso no tiene que ver sobre mi inclinación sexual, pero si sobre mis sueños, mi padre no entiende mis ganas de ser artista, y mi madre a pesar de lo buena que era, tampoco lo entendía. —de nuevo el recuerdo se reacomoda en mi pecho, me sumerjo en la realidad que es mi vida, o lo que queda de ella, una lágrima rueda por mi mejilla, quiero evitarlo, pero no puedo.

—Ahora en vez de una amiga llorona, tendré dos—el chiste de Vanessa me vuelve a la realidad, tanto Andy como yo reímos, está chica es única.

—¿Con que activista político? —devuelvo mi atención a ella.

—Por ahora sólo candidata a presidenta de la clase, pero para ganar debo matar a Eliot.

—Él es casi un asesino, porque no lo serías tú.

—¿Qué dices?

—Que cuando lo conocí por poco no me atropella con su moto.

—Dios, no hablarás en serio, eso es una locura.

—Sí, así lo conocí, antes de saber que era el novio de Emily.

—Qué historia tan sexy, digna de una novela romántica. —allí estaba Andy con sus forma tan particular de ser.

—No digas tonterías, sería más bien casi una novela de terror, con destripamiento y toda la cosa—no sabía porque me daba tanta rabia recordar ese evento, a final de cuenta no había sucedido nada realmente.

—Ja, ja, ja. En verdad que eres rara fresita—me respondió Vanessa, se estaba burlando.

El rato había sido muy ameno, nos conocimos mejor, descubrimos que en nuestra gran diferencia somos muy similares. El lugar en verdad que era divertido, colocaban canciones, y uno que otro arriesgado se subieron al escenario para el Karaoke, desde hoy sería mi lugar favorito. Estábamos a punto de terminar, mi batido de fresa estaba delicioso, así como mi pastel de vainilla, la combinación perfecta. En este instante Vicky diría que todo eso engorda mucho, que si sigo así me pondré enorme, eso me importa tanto como conseguir novio.

—Ya vámonos chicos necesito ir a casa. Mañana es el primer debate con Eliot, debo organizarlo todo.

—¿Necesitas ayuda? —quería ayudarla en todo lo que fuese posible.

—Tengo casi todo listo, pero si se me ocurre algo te digo, en verdad ha sido un gusto conocerte fresita—me soltó esto y me abrazó, fue algo inesperado, pero a la vez tan bonito, al abrazo se nos unió Andy.

—Bienvenida a la pandilla fresita Miller. —nos reímos como niños.

A punto de ponernos de pie para marcharnos, escuché las risas al fondo de lugar, allí los vi, rostros familiares ocupaban los asientos de una mesa grande en una esquina. Estaba Mark recostado de una pared jugando con su Xbox, con ese toque de no me importa nada, pero aquí estoy, a un lado, un chico rubio, alto y atlético, muy guapo, tenía a una hermosa morena en su regazo, hablaba fuerte, se nota que le gusta llamar la atención. Al otro lado una castaña que no dejaba de tomarse selfis, en las demás sillas otros, creo que eran los jugadores del equipo del instituto, obvio las chicas eran las animadoras, sus uniformes las delataban. El ambiente estaba cargado de feromonas, ruidos molestos, perfumes caros y a la comida de todo que pidieron.

De pronto la veo acercarse, sobre sus tacos de casi diez centímetros, su falda de diseñador, su cabello lacio y perfecto, en verdad somos tan distintas.

—Mira, llegó la anaconda. —musitó Andy.

—Ya la vi, mejor vámonos, no quiero seguir aquí. —Camina hacia la mesa, todos se detiene, la observan, se callan. El chico rubio baja a la morena de sus piernas, es como si ella tuviera algún poder sobre él.

—¿Ese es? —pregunté.

—Ray, el disque amigo con quien dicen que traiciona a Eliot, debe ser cierto—responde Vanessa.

—Mejor vámonos—me pongo de pie, cuando mi acostumbrada torpeza se manifiesta a su máxima expresión, con el codo tropecé uno de los vasos, este cayó al suelo haciéndose añicos, el ruido dejó el lugar en silencio, las miradas se fueron hacía mí.




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