Me desperté muy temprano, me desperté es una broma, casi no había dormido nada, en más de una ocasión me encontré recordando a Eliot, lo que había pasado me confundía bastante, él parece el típico chico que sabe que es guapo, es obvio que todas mueren por él, ese aire de lo tengo todo, pero había sido bueno conmigo, sacó la cara por mí, aun no entiendo el porqué, tal vez le dio lástima mi caso, o el hecho de que ambos perdimos a nuestra madre, son cosas que hacen tener compasión por el otro. Ya era hora de bajar a desayunar, enfrentarme a esta realidad, sólo Dios sabe cómo estará Emily, así como que cosas les habrá dicho a sus padres.
—Ela baja, es tarde—me gritó Rosa desde la puerta, era lo único bueno que había en esa casa, ya que ni viviendo bajo el mismo techo veo a mi padre nunca.
—Ya voy—respondí casi como un aullido.
—Vale, tu padre te espera—en ese momento un escalofrío rodó por mi cuerpo, quizás ya Emily contó todo.
Llegué al comedor y de Emily ni sus luces, sólo estaba mi papá.
—¡Buenos días!
—Hola hija. ¿Cómo has dormido?
—Bien, gracias.
—Quiero aprovechar que estamos solos para saber ¿Cómo te has sentido?
—Allí voy, nada de esto es fácil. —contesté con flojera.
—Lo sé hija, no alcanzará la vida para sufrir por esto.
—Al menos la amabas. —le solté.
—Sara fue el amor de mi vida, eso no lo dudes. Que hagamos cosas malas no tiene nada que ver con el amor a nuestros seres queridos.
—En verdad no te entiendo, como si engañas, traicionas y mientes ¿puedes amar al mismo tiempo?, esas cosas no combinan. ¿No lo entiendes?
—Hija, yo…—lo interrumpo, en verdad que nunca llegaremos a ninguna parte.
—Olvídalo, vamos a comer y ya.
—Está bien.—al parecer había cedido a mi pocas ganas de hablar sobre algo que evidentemente me hace mucho daño.
—¿Dónde están todos? —eso me interesaba más que sus muchas mentiras, al parecer no sabían nada de lo ocurrido.
—Mark salió muy temprano a entrenar, falta par de meses para el gran juego.
—Entiendo. Y los demás. —que me importaba nada de ningún juego.
—Agatha ya debe estar por bajar y Emily se quedó a dormir en casa de Linzy—saber eso me llena de rabia, era obvio que no estaba con su amiga, si ya lo había dicho Vanessa, ella es de pantaletas calientes, sólo Dios sabe con quién estaba, no me gustaba imaginarla con Eliot, compartiendo su noche, yo sabía que tenían sexo, ya los había escuchado, pero saber que estaban juntos me afectaba aunque no quisiera reconocerlo, me molestaba que estuviera con él, Emily no lo merece, más con esos chismes de que lo engaña, igual yo estaba confundida, él es su novio, tal vez ambos son tal para cual.
—¿Entonces todo bien?
—Sí. Ela quiero acércame a ti, saber que estás bien, te quiero hija mía.
—Como se puede estar bien cuando tu vida se va a la mierda y debes aceptarlo sin chistar.
—Ela.
—¿Qué quieres que diga? Finjo que todo está bien, que estoy feliz con esta nueva versión de mi existencia, me jodiste la vida, no quieras que actúe como si pudieras comprenderlo—me miraba atónito, nunca antes había sido el tipo de hija que falta el respeto o grita, pero en este momento no soy la misma, en verdad no estoy bien.
—Que hermoso cuadro, no esperaba menos de esto—decía Agatha que se acercaba, su comentario era irónico, ella no me caía mal, pero tampoco me agradaba, era parte de lo que no me interesaba de esa casa.
Salí de allí, por más que mi padre intentó detenerme no pudo, por lo menos iría con Vanessa y Andy, con ellos me sentía bien, caminé hasta la acera, el chofer de mi padre hizo seña que me subiera, al estar a punto de hacerlo el rechinido de una moto atrapó mi atención.
—Hola cuñadita. ¿Te llevo? —sus palabras golpeaban en mi pecho, al igual que en mis oídos. No me gustaba que me llamase así.
—Emily se molestará—hice un gesto de asco.
—Ella no está en casa—claro que sabía que no estaba en la casa, tal vez seguía durmiendo en su cama. Descarados.
—¿Cómo sabes que no está en casa? ¿se quedó a dormir contigo?
—No, está con Linzy, me lo contó ayer cuando la llamé para hacer las paces—otra vez una punzada en el pecho, ¿él la llamó para reconciliarse?, la quería, lo mereciera o no, era la verdad.
—Ela, no te vayas así de la casa—pronunció mi padre que se acercaba.
—¡Buenos días señor!
—Hola, Eliot ¿cómo está tu padre?
—Muy bien, señor.
—Dile que nos debemos una partida de golf.
—Le diré, pero siempre está tan ocupado.
—Claro, es parte de su trabajo.
—Sí, al parecer así es.
—Ya súbete al carro para que Gustavo te lleve al colegio.
—Yo podría llevarla señor, ¿si le parece bien?
—No sé Eliot, esa moto no me gusta mucho.
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Editado: 06.05.2025