Lo vi a lo lejos, allí en la puerta se encontró con su equipo, lo recibían como un rey, el que era, uno muy lejos de lo que soy yo, también estaba Emily, con un sexy vestido verde, lo abrazaba y lo besaba delante de todos, era más que obvio que sus problemas habían terminado, así como que yo no pintaba nada, tampoco es que creyera que sí.
—Hola, Ela. Al fin llegaste—me decía Vanessa. Se veía impecable, un traje de taller azul marino, unos tacones negros y un gran moño, en verdad que ya era toda una congresista.
—Tranquila, aquí estoy para lo que necesites.
—Menos mal, debo terminar de imprimir copias de mi discurso y Andy ni sus luces, no puedo creer que vaya faltar hoy, esto es muy importante para mí.
—Él lo sabe, ya debe estar por llegar.
—Más le vale. —manifestaba, al tiempo que me lanzaba el encuadernado de su discurso—Ve imprime las copias, voy a terminar de instalar los parlante.
—Está bien, yo me encargo—me dirigía a la dirección a la fotocopiadora, cuando una voz atrajo mi atención.
—Ya estoy cansado de esto ¿cuándo vas a entender que no quiero hacerlo? No me interesa, no. —lo oigo gritar, se le ve enojado, su cuerpo tiembla de la rabia, todo queda más que confirmado cuando estrella el teléfono celular contra la pared, este se vuelve añico—Basta maldita sea, basta—pronuncia al cadáver del aparato destrozado, luego lo veo llorar, él parece ser tan fuerte, pero en este instante se le tan frágil.
—Eliot— susurro al tiempo que coloco mi brazo sobre su hombro, como por instinto me arrodillo a su lado y lo abrazo, aunque casi no lo conozco y lo que me acerca a él no me gusta, deseo consolarlo, sé lo que es sentirse así de devastado, aunque no sé cuál es la causa de esto, no importa, nada ni nadie va impedir que le de mi fuerza. Este se abraza a mí como si su vida dependiera de ello, deja salir todo lo que le afecta; después de un segundo que se volvió una eternidad por lo íntimo y real, se separa de mi agarre, nuestras miradas se encuentran, sus ojos están rojos, él es el reflejo de una gran herida, deseo hablarle, pero no estoy segura de que sea conveniente.
— ¿Estás bien? —pregunto en susurro.
—No es nada, sólo es un mal día,
—Eliot, dime necesitas algo, puedo hacer algo.
—Nadie puede, pero ya has hecho mucho, sólo te pido algo más.
—Sí, claro lo que quieras.
—Olvida esto, nunca pasó, nadie puede saberlo.
—No lo diría. Pero, déjame ayudarte. —me mira confundido.
—No es necesario, además creo que tú necesitas más ayuda, así que olvídalo.
—¿Qué significa eso? —le pregunté, no tenía idea de lo que hablaba.
—Que no necesito de ti, ni de nadie. Soy Eliot Adams, tú misma lo dijiste, el todo lo puedo.
—Pero…
—Nada, recuerda que no somos ni amigos—se marchó sin decir nada más, me dejó confundida y sintiéndome una estúpida, no tenía idea que hacía yo metiéndome en problemas ajenos.
—Eres un imbécil—grité como una loca, pero ya Eliot se había ido. Sigo allí, es como si fuese quedado paralizada, me había afectado las malcriadeces del idiota ese, lo malo es que ya estaba comenzando a sospechar el porqué. Por fin estaba sacando copia al plan de gobierno de Vanessa cuando una risa y el golpeteó de una puerta atrae mi atención.
—Andy, hola. ¿Estabas en el baño?
—Sí, ¿Y tú que haces?
—Ayudando a Vanessa con algo, pero tú donde estabas metido.
—Por allí fresita, por allí.
—¿Estabas con alguien en el baño?
—No, claro que no. —lo miraba directo a los ojos, este chico era transparente, aunque lo conocía hace poco, era más que obvio que mentía.
—¿Por qué mientes?
—No, es mentira.
—Yo no diría nada.
—Está bien, es una especie de amigo, pero él no quiere que nadie sepa. No está listo para esto.
—¿Y tú lo estás?
—La verdad es que no, me muero de miedo al imaginar que mi padre se entere.
—Tranquilo, por mí nadie lo sabrá. Pero dime ¿Te gusta mucho?
—Muchísimo, es muy especial.
—¿Está guapo?
—Guapo no, está buenísimo. —nos reímos al unísono, Andy era muy ocurrente.
—Ven, vamos con Vanessa que está que te mata.
—Uy que susto, ella si es temible. —ambos volvimos a reírnos.
—Toma. —le entregó las copias a Vanessa.
—Gracias Ela, tú mal amigo ¿Dónde andabas?
—Tuve una dificultad, pero ya estoy aquí.
—Sino fueses venido para mí estarías muerto.
—Ya deja el drama.
—Tú lo tienes más con esa camisa desarreglada. Dime zorra ¿Con quién andabas?
—Con nadie, sólo he estado mal del estómago, no había podido salir del baño, pregúntale a Ela que me vio saliendo de allí. —me miraba fijamente, suplicando que lo ayudara.
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Editado: 19.05.2025