Me subí a ese asqueroso auto, allí estaban mis hermanos, el ambiente era tenso y pesado, quería tener la forma de librarme de ese viaje, pero cómo, vivíamos juntos, me gustara o no, no podía cambiarlo.
—¿Debes estar muy contenta por el triunfo de tu amiguita? —preguntaba Emily con cierta ironía.
—La verdad es que sí, Vanessa es una chica muy centrada y con buenas ideas, seguro hará cosas muy interesantes.
—Sí, pero ese triunfo regalado no cambiará lo que es, una patética, cero a la izquierda igual que tú.
—Emily, no empieces.
—Cállate Mark ¿De qué lado estás?
—Del de la lógica y nada de esto lo es.
—Se te ha olvidado lo que esta, ha ocasionado en nuestra familia.
—No, pero sé que no es su culpa, así que basta. —Emily se quedó en silencio, los regaños de Mark al parecer hicieron efecto, era raro, él me provocaba sensaciones tan diferentes a Emily, me parecía un chico noble e inteligente, al verlo no dejaba de ver a mi padre, no sé, me encantaría poder llevarme bien con él.
El camino se mantuvo en silencio, al fin llegamos a esa casa de nuevo, Mark bajó rápido con sus auriculares puestos, yo intentaba de hacer lo mismo, pero Emily tenía otra idea.
—Aléjate de Eliot—me decía mientras sostenía del brazo.
—¿De qué hablas?
—De eso que te haya defendido, él me lo explicó y entiendo que fue por lástima, pero no te equivoques, él, el colegio y todo es mío.
—¿Así? te felicito por ello.
—Más te vale, porque no te voy a permitir nada, él es mío, todo lo es.
—La verdad, que ni tu novio, ni tú, ni nada del colegio o esta casa me importa, estoy aquí porque no tengo más remedio, pero apenas pueda me largo, así que déjame en paz.
—Más te vale Ela, porque no quisieras ser mi enemiga—me soltó y se bajó del carro, Emily estaba loca, totalmente loca.
Esa tarde no salí de mi habitación, todo lo que había pasado me tenía muy cargada, hoy menos que nunca quería ver a nadie de esa casa, gracias a Dios que mi habitación daba a un lado solitario, con la única que podía compartir el balcón era Emily, pero ella no le interesaba ni siquiera ver las estrellas, claro si se la pasaba en fiestas, con Eliot y con sus amigas.
Esa tarde fue productiva, me la pasé tocando el teclado y componiendo una canción que llevaba días rodando en mi cabeza, desde el día que llegué a esta casa y lo conocí a él. Un ruido en el balcón atrajo mi atención, me escondí no quería ser vista, pero si pude observar lo que sucedía, estaba Emily en una toalla, despidiendo con un beso en la boca al tal Ray, era verdad que engañaba a Eliot con uno de sus amigos, en su propia casa, mi hermana era un asco, se me revolvía el estómago de sólo pensarlo, y al mismo tiempo me daba pena por ese chico de ojos grandes y alegres, Eliot no se merecía nada de esto.
Volví a mi habitación, nada de eso era mi problema, además estaba aquí de paso, pronto pasaría el tiempo, sería mayor de edad y podría volver a Texas, a mi casa, con mis amigas, a mi vida.
—Hola Ela, ¿Cómo has estado?
—Vicky, amiga. Qué bueno saber de ti. Mas o menos, todo esto ha sido difícil, esta casa, mis hermanos, estoy tan cansada.
—Ay, Ela, que mal que no podamos estar allá contigo. Alison y yo te extrañamos tanto.
—Ela, hola. Llegué un poco tarde, estaban con Fer, ya sabes, lo amo.
—La verdad es que no, pero bueno ¿y tú Vicky?
—Terminé con Gabo, resultó ser un imbécil, y me estaba engañando.
—Lo siento tanto,
—No importa ya estoy bien. ¿Tú cuando vienes?
—No tengo ideas chicas, pero le puedo decir que esto no está siendo fácil. Lo único bueno, es Vanessa y Andy.
—¿Esos quiénes son? —preguntó Alison con cierta rudeza.
—Unos chicos muy agradables, estamos comenzando a ser amigos.
—No, nos cambiarás o sí.
—Vicky, por favor eso nunca pasará.
—Eso espero—respondió Vicky con cara de pocos amigos.
—Ya conociste a tu Míster Darcy—allí estaba Alison con sus locuras.
—No, más bien uno que otro Collins, y un Wickham que me saca de mis casillas con mucha facilidad.
—¿Quién es ese?
—Un tal Eliot Adams, un imbécil que conocí cuando llegué aquí, el primer día casi me mata con su moto.
—Ela por Dios—manifestó Alison
—Sí, pero no pasó nada, pero me lo he topado más de lo que quisiera.
—¿Te gusta? —preguntó la loca de Vicky.
—Para nada, es el novio de mi jodida media hermana, un patán vacío y tonto como ella.
—Si tú lo dices, pero pareces que no es así—Alison no paraba de insistir.
—Ya chicas no inventen, no es nada de eso, estoy tratando de sobrevivir.
—Ela te extrañamos. —Vicky siempre era muy dulce.
—Yo también amigas—allí terminó la llamada. Dios las extrañaba tanto.
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Editado: 17.08.2025