Enredados en Nuestras Mentiras

CAPÍTULO X ¿ESO QUÉ FUE? . PARTE II

—¿Qué quieres?

—¿Qué haces de nuevo aquí? Te había dicho que no estés cerca, suficiente con tenerte en mi casa y en el colegio.

—Voy donde me da la gana, no eres nadie para decirme que hacer y en segunda estoy con un amigo.

—¿Qué amigo? —me tomó por el brazo con fuerza.

—Suéltame.

—Aléjate de Eliot o no respondo Ela.

—No me importa Eliot, ni Ray, ni ningún otro que te estés tirando zorra. —todo se quedó en silencio.

—Ela, te vas arrepentir.

—Suéltala. —gritó Scott que se acercaba.

—¿A ti qué te importa?

—La bonita es mi amiga, así que no permitiré que ni tu noviecito, ni tú le hagan daño. Así que basta.

—Ja, ja, ja. No me digas que sigues rabioso porque te dejé por Eliot, eso pasó hace tanto.

—Mira niña ilusa, tú no me interesas para nada, el patético de tu novio menos, pero Ela sí, así que déjala en paz te lo advierto.

—¿O sino qué?

—Todos sabrán la clase de zorra que eres. —se quedó callada, me soltó y se apartó para que pasáramos.

Salimos de ese lugar, en verdad me gustaba, pero quizás debía dejar de ir allí, siempre salía tras un problema.

—¿Qué fue todo eso Scott?

—Nada, olvídalo. —me miraba temeroso.

—No, a mí no me gustan las mentiras, y si no me lo dices prefiero dejar esta nueva amistad hasta aquí.

—Está bien te lo diré. Significa que me la he tirado par de veces, la primera en una fiesta en la casa de Eliot, algo de su padre, él estaba triste, bravo, no sé y bueno, ella y yo aprovechamos y lo hicimos en uno de los cuartos de invitados.

—Qué asco—me revolvía el estómago de pensar en eso, mi hermana no valía nada.

—La otra vez.

—Ya para Ela.

—Cuenta o me voy.

—Está bien, fue después de un juego. Mi equipo destrozó a Los Alfas, Eliot como siempre sacó su acostumbrada rabia, se marchó, y Emily vino a felicitarme, nos quedamos solos en las duchas de chicos y bueno pasó.

—No puedo creerlo, ella es una basura, está más que claro que no quiere a Eliot, pobre.

—Tal vez se lo merezca, por mal amigo.

—¿Seguro que ya la olvidaste? —le fruncía el ceño.

—Sí, sólo que me alegra que mi enemigo sufra.

—No sé cómo puedes hablar así.

—Bonita, la gente de verdad es así, tú no puedes porque eres especial.

—Será, pero estoy cansada.

—Discúlpame, no quiero decepcionarte.

—Ya olvídalo, lo de cansada lo digo por este momento. Ya estoy cansada.

—Tranquila, te llevo a casa. —llegamos, estaba cansada y molesta por todo lo que me había enterado sobre Emily, no soportaba todo lo que le hacía a Eliot.

—Ela, espero que lo que sabes no cambié nada de lo dijimos.

—No, entiendo que hay gente que hace cosas malas.

—No me juzgues, eso pasó hace tiempo, par de años para ser exacto. Emily no me importa para nada. Creo que la detesto.

—Eso espero porque no soy amiga de miserables.

—Está bien, te lo juro. Palabra de niño explorador—levantó la mano para jurar.

—¿Eres explorador?

—No.

—Ja, ja, ja. Estás loco.

—Tú eres hermosa. Buenas noches bonita—me dijo al tiempo que me dio un beso en la mejilla.

—¡Buenas noches!

—¿Podríamos vernos otra vez?

—Me encantaría. Toma mi número de teléfono.

—Muchas gracias, adiós, nueva amiga.

—Bye—le ofrezco una sonrisa y me marcho, en verdad me dio mucho gusto conocer a ese chico.

Llego a mi habitación, tengo algo de sueño. Mi padre toca a la puerta y pasa.

—Ela hija ¿Estás bien?

—Sí papá, voy a dormir.

—No tienes hambre.

—No, comí algo con un amigo.

—¿Qué amigo?

—Se llama Scott Morrinson.

—No sabía que lo conocías.

—Apenas hoy, me cayó muy bien. ¿Hay problema con eso?

—No. —me respondió.

—Si no te gustaba igual seguiría siendo su amiga.

—Ela por favor.

—¿Qué papá?

—¿Jamás vamos a volver a llevarnos como antes?

—No sé papá, no lo sé. Ahora déjame estoy cansada.

—¡Buenas noches Ela!

—¿Ya Mark y Emily llegaron?

—No, aun no.

—Bien irresponsables tus hijitos.

—¿Por qué lo dices?

—Olvídalo, me puedes dejar sola voy a dormir.

—Está bien hija. Descansa.

—Sí, gracias —al fin se marcha, no soporto a mi padre, piensa que puede tratarme como si nada fuese pasado, haga lo que haga, jamás lo voy a perdonar. Estoy a punto de cambiarme cuando nuevamente llaman a mi puerta.

—¿Ahora que papá?

—No soy el señor John.

—¿Qué haces aquí? —lo interrogo, aunque no me da oportunidad de decir más nada, ya que sin más entra a mi habitación y cierra la puerta.

—Vete Eliot, no puedes estar aquí.

—Vine a hablar contigo.

—¿De qué? No tengo nada que hablar. Vete por favor.

—No.

—Vete o grito.

—Hazlo, pero sé que quieres escucharme—dice y me toma de la mano, sube sus manos por mi brazo, me acaricia. La piel me arde tras su tacto, nunca había sentido algo así, sé que estoy en un lío tremendo, lo sé desde los fuegos artificiales tras nuestro beso.




Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.