Enredados en Nuestras Mentiras

CAPÍTULO XV EVENTOS INCREIBLES. PARTE I

La noche fue eterna, era imposible no despertarme a cada instante a recordar lo que había sucedido con él, me había dicho que me quería, que no había estado con nadie desde que me conoció, bueno no me lo dijo a mí, sino a Esteban, me encantaría poder tener su confianza, que hablara conmigo como lo hace con él, ya a este punto me estaba volviendo loca, estaba celosa de su cercanía con Esteban, si él y yo éramos la misma persona, pero en cierto modo no, ese chico me permitía ser libre, decir y actuar sin la presión de mi familia impuesta, de la rabia que tengo desde la muerte de mi madre y el secreto de la música, demasiadas cosas como para poder ser yo misma.

Este día quería verme hermosa, me coloqué un vestido blanco floreado, por encima de la rodilla, me quedaba hermoso porque era ceñido a la cintura y la falda acampanada, mis converse negras, me peine bien mis rizos, me coloqué un poco de base, mascara y un pintalabios rosa, me veía muy bien, hoy me sentía la mujer más hermosa del mundo, debía serlo si él me quería. Ya lista para irme debía enfrentarme a lo más difícil del día compartir con mi familia.

—¡Buenos días! —dije y me senté a la mesa.

—Ela, se puede saber ¿Dónde diablos estabas anoche? —me preguntó mi padre reventando de rabia.

—Con Andy, estuvimos haciendo un trabajo de literatura que debemos entregar hoy—me miraba fijamente, con una expresión que no podía identificar.

—Me dijiste que estabas con Vanessa y ella llamó a preguntar por ti.

—Dije Andy, escuchaste mal. —trataba de sonar convencida y hasta ofendida, me estaba volviendo una mentirosa, bueno tenía de donde sacarlo, mi padre era el rey de los engaños.

—Ela no mientas—manifestó mientras fruncía el ceño.

—No miento, como eres así crees que yo también lo soy—en ese instante se quedó callado, es como si le fuese dado una cucharada de su propia medicina, no me gustaba, pero él lo merecía, por mentiroso, por destrozar mi vida.

—Está bien hija, olvidemos esto. —no dije nada, comencé a comer.

—Hola familia—musitó Emily que venía con una expresión que no podía descifrar.

—Hola princesa ¿Cómo estás?

—Hermosa como siempre, y veo que mi hermanita también se peinó.

—Sí, como que si—respondí con ironía.

—¿Y Mark? —interrogó

—Se fue temprano a practicar recuerda que el juego es en tres días.

—Sí es cierto, pero ese juego está en duda, con Eliot siempre lejos de la cancha, sólo por allí con su amigo Esteban—la escucho y me da nervios, no me imagino si ella se enterara de la verdad.

—¿Cómo es eso? ¿Quién es Esteban? —pregunta mi papá, nunca se entera de nada, hace poco estuvo su casa llena de chicos borrachos, peleando y con la policía llevándose a dos de ellos y él ni enterado.

—Es un chico con la que se la pasa, aunque lo entiendo sigue triste porque terminamos—la oigo y no puedo creer su descaro, y menos lo tonto que es mi padre.

—No tenía idea de que ya no salían. Es una lástima, es un gran chico.

—Aunque muy inseguro—lo que dice me hierve la sangre, esta chica es una sínica y mi padre el más ingenuo de todos.

—No hablarás en serio anaconda?

—Ela ¿Qué te pasa? respeta a tu hermana.

—¿Mi hermana? Por favor, esta chica me está haciendo la vida un infierno desde que llegué, donde me ve me agrede, y sí por mala suerte llevamos la misma sangre, pero la culpa es tuya papá, no mía.

—Hija por favor.

—No, está vez no me callaré, a parte es mentirosa, si no está con Eliot es porque él la dejó porque descubrió que lo engañaba, es una zorra, es tan descarada que lo hizo aquí durante la fiesta de Mark, tanto fue el escándalo que la policía se llevó detenido a Eliot y al otro chico, y sí tú no lo sabes es, por qué te ven la cara. —escupo todo y me levanto de allí no voy a seguir jugando a esto.

Salgo a la calle rumbo al colegio, debo irme hoy es la evaluación de literatura, mi trabajo está bien, más no es magnífico y yo estoy cansada de estar en esa casa, me asfixio, pero ni Emily con sus mentiras, ni mi padre con su forma pusilánime de ser, van a borrar la felicidad que siento por lo que sucedió anoche. Escucho el motor que tanto conozco, es él, mi todo lo puedo.

—¡Buenos días princesa Ela! —me pregunta con una enorme sonrisa, lleva puesto una sudadera verde, y una chaqueta de cuero negra, su cabello está húmedo huele a vainilla, es tan sexy. Cómo alguien que se durmió de la borrachera puede verse tan bien al día siguiente.

—Hola—le respondí llanamente, de los nervios de verlo no me salían las palabras, quería gritarle que me moría por él, sin embargo, decidí tratarlo con indiferencia.

—¿Vas al instituto?

—Claro, a dónde más.

—¿Por qué siempre tan arisca?

—Tus preguntas son muy tontas.

—No tanto como la tonta que se molesta por todo.

—¡Basta! No quiero pelear contigo.

—Yo tampoco prefiero besarte. —me soltó eso y se quedó observándome, esperando mi contrataque, pero hoy no pasaría—No me dices nada, ¿qué asco o cállate imbécil?




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