Enredados en Nuestras Mentiras

CAPÍTULO XVII LA ESCAPADA. PARTE I

LA ESCAPADA

Luego del partido y de confesarnos nuestros sentimientos, me pidió que fuese su novia, tenía miedo cómo no, pero le dije que sí, eso es lo que más quería en el mundo. Producto del golpe le darían unos días de reposo, los días que pasarían sin verlo se me harían eternos o tal vez no.

—No puedo creer que tú y Eliot sean novios—me comentaba Andy.

—Yo tampoco puedo, aunque estoy muy preocupada por lo que vaya a ocurrir cuando Emily se entere.

—No puedes vivir tu vida pensando en lo que van a decir los otros, además ella ni siquiera lo quería—decía Vanessa, sé que tenía razón, pero igual estaba segura que mi papá no lo tomaría de buena forma.

—¿No te parece que hago mal? —la interrogo.

—No es la mejor situación, pero si se quieren de verdad, está bien, en la vida debemos luchar por las cosas que nos hacen feliz.

—Eso no lo diría la Vanessa de antes—soltó Andy.

—La de ahora es menos intransigente y entiende que en la vida no todo es negro y blanco, también sé que él es un buen chico.

—¿Te refieres a Eliot?

—Sí, Mark me contó que es un chico que siempre ha estado solo, y que es buen amigo y persona, piensa que lo mejor es que Emily y él hayan terminado, en primera porque no está seguro que se quisieran tanto y porque ella es muy rara, llena de inseguridad y cosas por mejorar. —suspiro, era obvio que mi hermana no estaba bien, quién lo estaba con este desastre de familia.

—Ya Ela, no pienses en eso, sé feliz con Eliot y ya—sé que Andy tenía razón, debía luchar por esta historia, aunque no estaba segura si la haríamos, había muchas mentiras entre nosotros.

—¿Y tú pudiste hablar con Maikol?

—No, rechaza mis llamadas, creo que me bloqueó, las veces que lo he encontrado sólo huye, de hecho, me enteré que se hizo novio de una chica que pertenece al club social de su padre. —suspira muy triste.

—¿Cómo es eso? Va a fingir que le gustan las chicas.

—Al parecer sí Vanessa, prefiere sacrificar su vida que enfrentarse a su padre, me duele mucho su cobardía, pero no puedo hacer nada para cambiarlo, solo él puede, además no es que mi vida esté muy bien, está casi en la mierda.

—No digas eso, y recuerda que no estás solo—le digo, no me gusta verlo tan triste, así no es el Andy que conozco.

—Lo sé, te lo agradezco, muchas gracias por dejarme estar en tu casa, y todo esto, pero sabes que no puedo seguir así, debo conseguir un trabajo, dinero, emprender mi vida.

—¿Y la escuela? —interrogó Vanessa.

—Gracias a Dios y ya está pagada, falta tan solo par de meses para que termine, ya después de allí veré que hacer, si estudio, si paro por un tiempo.

—No puede hacer eso. ¿Y tú carrera de diseño?

—Está allí, pero debo enfrentar la realidad, esto es un desastre.

—Habla con tu padre—¿Sí? Lo estoy aconsejando de que hable con su padre, que lo escuche, que se permita entenderlo y hacerse entender, es irónico como es fácil aconsejar desde otra realidad, pero en el caso de la mía, nunca le he dado la oportunidad a el mío que lo haga, no sé ya han pasado casi cinco meses de la muerte de mi madre, va siendo hora.

—¿En serio tú me dices eso?

—Sí.

—No te creas, lo he intentado, pero no me responde las llamadas, en su oficina me impidió la entrada.

—¿Fuiste a casa? —interroga Vanessa.

—Sí lo hice, pero fue un desastre.

—¿Cuándo pasó?

—Ayer después del juego—no tenía ni idea de que había pasado algo con él, estuve largo rato con Eliot, después que fue a casa me metí a escondida y estuve acompañándolo mucho más tiempo, al llegar a casa ya Andy dormía. Me siento una miserable.

—Papá, escúchame por favor.

—No tengo nada que escuchar, dándote todo, los mejores colegios, ropa cara, oportunidades para que seas un gran hombre, el dueño del imperio económico que he construido y en cambio tú ¿Qué quieres? Ser un diseñador de ropa, un afeminado envuelto en telas y zapatos, teniendo de amantes a un poco de pervertidos.

—Álvaro detente, no le hables así.

—Le hablo como me da la gana, esta es mi casa, mira que no lo destruyo es por ti. Pero oigan ambos, jamás voy aceptar eso que eres, no tú mi hijo, el que debía ser mi campeón, mi maldito orgullo, sólo es.

—¿Qué cosa?

—Un volteado, eso eres.

—¿Fueses preferido que muriera yo en lugar de Alejandro?

—No me preguntes eso.

—Dilo, dilo de una vez.

—Sí, el era un excelente deportista, rodeado de chicas, el orgullo de cualquier padre, si lo fuese preferido. Ahora lárgate, no regreses aquí con toda tu mierda.

—No puede ser, eso es terrible. ¿Quién es Alejandro? —le pregunto sorprendida.

—Era mi hermano mayor, era idéntico a mi padre, quería ser contador como él, hacerse cargo de los hoteles, jugaba beisbol y era el deleite de muchas chicas, murió hace siete años, yo tenía once y el dieciséis.




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