Enredados en Nuestras Mentiras

CAPÍTULO XVII LA ESCAPADA. PARTE II

—¿Usted es?

—Soy Juliana.

—Un placer de señora Juliana.

—El gusto es mío niña, eres tan hermosa como él me había dicho.

—¿Le ha hablado de mí?

—Muchas veces me habló de la princesa Ela.

—Vaya, no lo puedo creer.

—Me alegra, te ves mucho más agradable que esa niña malcriada de Emily, no era buena para mi niño.

—Ella es…

—Sé que es tu hermana, también sé que no son iguales, mi niño me lo dijo.

—¿Usted lo quiere mucho? —sé que es imprudente, pero quiera saber todo sobre mi todo lo puedo. Debo cambiarle ese apodo.

—Sí, fui nana de su padre, conocí a Elisa su madre, y cuando ella murió cuidé de mi niño, es muy bueno, por eso no lo quería con esa muchacha, siempre induciéndolo a beber y a las fiestas—lo que me cuenta me deja petrificada, jamás fuese imaginado que ella era la responsable de ello, en verdad que Emily es una caja de sorpresas.

—¿Puedo pasar a verlo?

—Claro, seguro que le da mucha alegría. —llego a la habitación nerviosa, pero tan feliz, entro y lo encuentro profundamente dormido, una sensación de calidez y dulzura me invade cuando lo veo, coloco las cosas en una de las mesitas y me recuesto a su lado, quiero tenerlo cerca, sentir su olor, cuidarlo, no sé porque siento que me necesita mucho, pero por lo pronto quiero que me vea cuando abra sus lindos ojos. Sigue dormido, está sobre su espalda, una almohada grande debajo de la pierna lastimada, con su rostro ligeramente girado, Dios es hermosísimo.

Su cabello negro tan perfecto y liso como siempre, sus largas y pobladas pestañas acarician sus

pómulos. Eliot es tan hermoso, que duele verlo, eso me llena de miedo, nunca me he creído una chica guapa, menos una capaz de hacer que un semidios se enamore de mí, ahora resulta que soy novia de uno, pero siento que he podido traspasar la barrera del físico, que él me quiere, lo he visto alegre, bravo, triste, se ha quebrado frente a mí, pero aun así dudo, ya que no he encontrado la manera de llegar a él del todo.

—Hola princesa Ela, abrir los ojos y verte es lo mejor que me ha pasado en mucho tiempo.

—Serás exagerado. No es para tanto.

—Ha sido mucho tiempo sin tener un motivo real, hoy veo uno de ojos azules—lo que dice me deja sin aliento, cuando quiere puede ser la persona más tierna del mundo, al parecer me quiere y yo muero de tanto amor, así que hago lo que jamás me fuese animado hacer, lo besé, lo besé como nunca, bueno tan poco es que había besado a muchos, él me respondía el beso, podía sentir sus sentimientos hacía mí, muy fuertes, le gustaba mucho, su respiración agitada, el beso fue dulce, luego apasionado y brusco, sobre todo tremendamente excitante, después de un rato no separamos, sino quien sabe que pasaría.

—¿Qué fue eso Ela? Te has vuelto una ladrona de besos—me susurraba, mientras me arrojaba una sonrisa.

—No es un robo porque ere mi novio. —¿Mi novio? Eso sonaba tan lindo.

—Dime ¿por qué viniste?

—Te extrañaba, además quería saber cómo estabas.

—Ahora que te veo muy bien, y de la pierna estaré mejor.

—Sí te hace bien verme, te tengo noticias, estaré aquí todos los días hasta que mejores.

—¿En serio?

—En serio, por lo pronto mira lo que te traje. —sonreía.

—Eres una acosadora, ¿cómo sabes que ese es mi jugo y mi dulce favorito?

—Porque es el mío.

—Princesa Ela, estamos destinados a estar juntos. —cada tarde después del instituto la pasaba en su casa, le llevaba los apuntes del colegio, veíamos películas, escuchábamos canciones, teníamos tanto en común, nos gustaba el jugo de fresa, el atardecer, los días de lluvia, la playa, las películas de terror y los libros da Jane Austen, sí Eliot era un romántico empedernido dentro de la piel de un chico rudo y sínico.

—Sí que era hermosa tu madre—le comenté mientras veía otra vez la foto.

—Lo era, me ha hecho mucha falta siempre, al cumplir lo dieciséis me la tatué en el brazo, fue la única vez que mi padre no hizo un escándalo por algo que yo hice.

—¿Por qué se la llevan tan mal? —mi pregunta no le gustó, lo noté por la forma que su rostro se tensó, no quería que nada afectara esta relación que estábamos construyendo, pero seamos sincero nos encontrábamos en una burbuja, aún mi familia no sabía que éramos novios, no sabía la verdad de su problema con su padre y por Dios santos él no sabía que Esteban era una mentira.

—No quiero hablar de eso.

—Lo sé, disculpa.

—Tranquila, no es que no lo vaya hacer nunca, sólo necesito algo de tiempo. ¿Me entiendes?

—Sí, —respondí llanamente, claro que lo entendía, como juzgarlo, si esperaba que él pudiera entender todo lo que le he ocultado.

Los días habían pasado, ya estaba devuelta en el colegio, ya en el instituto sabían de lo nuestro, sobre todo Emily que se encargó de hacer un escándalo en casa.

—Eres una zorra Eliot es mío.




Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.