Enredados en Nuestras Mentiras

CAPÍTULO XVIII FIESTA DE DISFRACES. PARTE I

Ya ha pasado una semana más de que todos saben lo nuestro, de que fuimos a la playa y tuvimos ese momento tan íntimo, la verdad es que estoy feliz, casi plena, sino fuera por ese secreto sobre Esteban, muchos días me he levantado decidida a decírselo, y luego el miedo me vence, ese de no saber si me va a entender o no. Otro tema que me tiene preocupada es la situación de Andy, sigue sin resolver su problema con sus padres, lo sigo escondiendo en mi habitación, en más de una ocasión ha estado a punto de ser descubierto, eso si se lo tuve que decir a él, y no porque quisiera, sino porque nos descubrió

—Déjame entrar a tu habitación—me decía mientras me besaba el cuello.

—No, por favor, no está bien, recuerda que dijiste que me esperarías.

—Lo sé, sólo quiero estar a solas contigo, además no es la primera vez que entro.

—No por favor.

—¿Qué me escondes o qué? —se puso rabioso, lo menos que quería es que pensara mal, y con lo que le había pasado con Emily no sería difícil, esa era otra sombra que teníamos aún.

—Nada, cómo crees.

—Está bien, si no confías en mí me voy—se marchaba cuando Andy lo detuvo, y así sin más le contamos todo, esa noche preguntó por su famoso primo Esteban, le dijimos que su tío era igual de intransigente y no lo quiso recibir, al final lo entendió, el muy lindo le ofreció su ayuda. Mi todo lo puedo cada día me sorprendía más, es casi perfecto, eso si no se pusiera rabioso con facilidad.

—Te ves hermosa, una linda princesa—me decía Andy mientras se colocaba la cicatriz falsa.

—Me siento hermosa —respondo con una gran sonrisa en mi cara mientras me veo en el espejo, llevaba un vestido azul cielo que hacía resaltar mis ojos, mis rizos bien arreglados, una zapatilla de cristal y una hermosa tiara, quería ser Cenicienta, pero con esa maraña roja más bien parecía Valiente, aunque el día de hoy sería una sola, la princesa Ela, su princesa. Hoy estaba segura de su afecto hacia mí, me lo había demostrado, pero eso no cambiaba lo que habíamos vivido, lo que es él, lo que soy yo, y sí, soy insegura sobre quien soy y lo que represento, lo sucedió con mi padre a afianzó ese sentimiento. Soy de ese tipo de chicas que a veces se siente bonita, a veces pasable, otras veces horribles, es algo raro, lo sé, pero no puedo evitarlo, no con Emily siempre amenazando, no con la edad suficiente como para ser una mujer completa para él, no con lo que ha pasado en mi vida estos últimos meses, sin embargo, hoy me dedicaría a disfrutar, finalmente era mi primera fiesta de disfraces con mi novio.

—Debo decir que ese disfraz es una gran decisión Ela, te ves hermosa, una princesa, así como él te dice.

—Gracias Andy, estoy contenta, pero a la vez algo insegura.

—No dudes, él te quiere, te lo ha demostrado.

—Lo sé, pero tengo miedo.

—¿A qué cosa?

—A ser tan feliz—Estamos arreglándonos para salir esta noche de Halloween, se celebraría en el Estribo, Andy iría, ya que no sería por diversión, sino por trabajo, ya llevaba un mes trabajando allí, estaba molido según decía, igual yo estaba muy orgullosa de él. Andy se encargó de mi maquillaje, sombras claras, un delineador delicado, mi boca rosa, marcara y un poco de rubor, me veía muy linda. Mi amigo llevaba un traje de zombi, todos los trabajadores del lugar se vestirían así.

—No puedo creer que vayas a ir como novia del magnífico, fresita, cuando te conocí no me lo fuese imaginado—murmura, levantándose.

—Yo tampoco lo creo, pero es verdad—me angustiaba que estarían muchos compañeros del colegio, no era su persona favorita, Eliot se había separado mucho de sus amigos, él decía que era por lo que pasó con el partido, el hecho que no ha perdonado a Ray por más que este lo ha buscado miles de veces, espero que todo eso no se deba a mí.

—Maikol seguro que estará ahí.

—¿Y qué importa que esté ahí? —Suspiro, sé que a Andy no le gusta admitir sus debilidades, ha sido muy fuerte, luchando por no demostrar que le duele no sólo lo de sus padres, sino todo lo de Maikol.

—No tienes que mentirme. Sé que te duele.

—Ya no—arroja una bocanada de aire.

—No mientas Andy

—No te miento, ya se me pasó, además él y yo no teníamos nada enserio.

—No te lo creo, es claro que te importaba mucho —le digo, mientras lo miro fijamente, eso a veces lo intimida.

—¿Y eso qué? —me pregunta algo malhumorado.

—Que te duele.

—No sé de qué hablas, no te voy a negar que dio rabia su cobardía, pero ese es su problema, no el mío, que viva engañándose para siempre

—Cómo no ¿y Tú? —Me da la espalda para colocarse un adorno de una arteria goteando, era aterradora.

—Yo, ya lo olvidé, de hecho, he estado viendo a alguien más.

—¿Cómo se llama?

—No recuerdo su nombre ahora, pero estará en la fiesta. Es proveedor del café.

—No mientas, no has hablado de ese chico fantasma, dime ese será su disfraz.

—No miento, ya lo verás. Maikol es un imbécil y ya.




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