Enredo viral

12. Una fiesta inesperada

Cuando se escucha música, hay diferentes tipos de personas. No solo un sinfín de géneros que te hacen sentir diferentes cosas, sino la forma en que las notas tocan mejor tus fibras más sensibles y te hacen vibrar.

Los conciertos eran una parte fundamental para cualquier artista. Imaginaba la euforia de estar en el escenario y escuchar los gritos que claman tu nombre y, cuando al fin cantas, las voces acompañándote al unísono.

Aunque yo siempre preferí escuchar música en lugares más tranquilos. Eran esos momentos en los que podía poner más atención a cada detalle. La forma en que el ritmo se aceleraba, cuando la voz se iba una octava más arriba o los compases se ajustaban.

También me gustaban los eventos tranquilos, como Micrófono Abierto. Solía ser un lugar en el que los espectadores nos sentábamos y, lo más que ocurría era que aplaudiéramos. El Aforo era un evento más exclusivo; sin embargo, los que asistían se consideraban más fans y, por lo tanto, solían ser más ruidosos.

Los entendía, por supuesto. Si yo hubiera sido capaz de ir a un concierto de Elvis Presley, estaba segura de que me habría quedado sin voz.

El ambiente en El Aforo era electrizante. Un murmullo expectante llenaba la sala, un ruido de fondo compuesto por cientos de conversaciones y risas contenidas. Todos estábamos esperando al siguiente estudiante que pusiera un pie en el escenario.

Aun cuando sabía que los participantes se habían anunciado con antelación, no sabía quiénes eran además de Kaspar y Sebastián, y esperaba ver más a uno que al otro.

El tiempo de presentación era bastante corto, con tres canciones cada persona. Cuando llegó Kaspar, me sorprendí al no escuchar mucho ruido del público, aunque terminaba siendo mejor para mí.

Cuando su voz sonó, pareció que todos contuvimos el aire.

Parecía un poco nervioso, quizás porque era su primera vez en El Aforo. Su tez parecía más pálida que de costumbre y su mandíbula estaba tensa. Su voz no alcanzó la primera nota, pero luego de cerrar sus ojos azules y respirar profundamente, ahí estaba.

Esa voz melodiosa y profunda, perfecta para el ritmo lento y melancólico de Esa noche. Si cerraba mis ojos, incluso podía imaginarlo cantándola, la forma en que las notas limpias sonarían con tanta potencia y cómo se quebraría con tanto sentimiento en los vibratos.

Cuando escuché murmurar a alguien lo bueno que era, no pude evitar sonreír. Que más personas conocieran el talento por el que trabajaba Kaspar, me hacía sentir bien, y recordar la primera vez que yo lo escuché.

Su turno terminó más rápido de lo que me hubiera gustado, pero al despedirse, hubo muchos más aplausos que cuando entró al escenario.

Estuve a punto de ponerme de pie e irme, pero al escuchar que seguía Sebastián para darle cierre al evento, me senté casi por reflejo.

Su voz no me sorprendió, lo había escuchado varias veces y admitía que mejoraba a pasos abismales. Quizás debería preguntarle quién era su coach vocal para que Elliot se lo recomendara a Kaspar..., incluso podríamos seguir trabajando con esa persona para próximas canciones de Orion.

Las personas estaban más eufóricas que con Kaspar y, cuando una segunda voz se unió, pareció que el público iba a explotar. También reconocía esa voz, aunque no sabía el nombre de la chica que entró al escenario para cantar con Sebastián.

Su cabello era castaño y rizado, bastante parecido al mío. Su piel también era morena, pero sus rasgos eran más delicados que los míos y sus ojos almendrados parecían muy claros por la combinación del color de su vestido verde.

La voz de la chica era muy suave y dulce, tan melodiosa que cualquiera pensaría que escuchaba a un ángel. El contraste de sus voces era sorprendente, separadas ya eran increíbles, pero al sonar juntas, armonizaban tan bien que me provocó un escalofrío.

—¡Te dije que esta era la sorpresa que tenía Monse! —escuché que gritó alguien cerca de mí.

Apunté su nombre sin pensarlo mucho. Después le preguntaría a Elliot de quién se trataba.

Al terminar la canción, el público explotó con aplausos y vítores. Ellos se despidieron con sonrisas de comercial, bañándose en la aceptación y cariño de las personas.

Pensé que ahora sería más difícil salir, pero algunas personas del staff comenzaron a levantar a los primeros asientos para dirigirlos a una salida. Tendría que agradecerle a Elliot de nuevo por esta entrada VIP.

Claro, eso pensé antes de ser llevada a una sala bastante amplia. En lugar de la salida, parecía más bien una fiesta privada. Había varias mesas altas y circulares dispersas por la sala, donde las personas comenzaban a formar grupos para conversar, tomando copas que los camareros llevaban.

Mi ceño se frunció mientras me quedaba parada en la entrada, intentando procesar lo que ocurría, cuando los estudiantes que se presentaron comenzaron a entrar. Las personas no tardaron en aplaudir y ellos comenzaron a mezclase entre todos, recibiendo sus felicitaciones y tomándose fotos.

Comenzaba a darme una idea de qué era esto, pero me acerqué lentamente a una camarera que estaba cerca.

—Disculpa..., ¿podrías decirme qué es esto?

Ella pareció muy confundida por mi pregunta.




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