Enredo viral

13. Baby, el ritmo te tiene así

Había pocos momentos en los que iba hacia la sala de profesores con una sonrisa. Este era uno de esos, porque ya estaba segura de que Kaspar era la voz perfecta para Esa Noche, la última canción de Orion Hony.

Claro, también era porque mi mente intentaba olvidar, con todas sus fuerzas, que esas letras avergonzantes estaban ahora en poder de Elliot. Al menos él sabría qué hacer con ellas. O, con suerte, las usaría para encender la chimenea.

Abrí la puerta de la sala de reuniones con un optimismo inusual.

—¡Elliot, anoche fue increíble! Encontré la...

Las palabras se congelaron en mi garganta. Junto a Elliot, recostado contra el borde de la mesa con los brazos cruzados y una ceja elegantemente arqueada, estaba Sebastián.

Mi sonrisa se desvaneció más rápido que un fortissimo en un pasaje en pianísimo.

—¡Ah, Jazmín! —saludó Elliot con su sonrisa de siempre—. Justo hablábamos de ti.

Sebastián no dijo nada. Sus ojos me escudriñaban, como si leyera cada microexpresión de mi rostro con una molesta facilidad. Instintivamente di un paso atrás.

—Yo... eh... volveré luego —mascullé, dando media vuelta.

—Claro —la voz de Sebastián me detuvo en seco, cargada de un hielo cortante—. Solo échame a mí encima a Lío y vete. No hay problema.

Me giré lentamente, el corazón latiéndome con fuerza contra mi pecho. Mis ojos se movieron de Sebastián a Elliot alternadamente, notando las expresiones tan opuestas que tenían en este momento.

Mis ojos se clavaron en el profesor, quien levantó varias hojas en sus manos con una sonrisa deslumbrante, algo que pareció molestar aún más a Sebastián, quien soltó un bufido.

—¿Se lo dijiste? —pregunté, intentando que mi voz sonara tranquila.

—Sí, aunque teniendo en cuenta que él no es mi pareja, alguien más tuvo que habérmelo dicho —masculló Sebastián.

Elliot soltó una risa silenciosa, como si mi compañero no estuviera viéndome ahora como si quisiera abrirme un agujero en la cara para que volteara a verlo.

—Esta es información importante para ambos —respondió Elliot, encogiéndose de hombros—. Así que, por favor, pónganse cómodos y comencemos.

Me senté lentamente, lo más lejos que pude de ellos. Sebastián soltó un largo suspiro, dejándose caer en el asiento al lado de Elliot.

La sala se quedó en silencio por unos segundos, en los que Elliot se ponía sus anteojos y comenzaba a pasar algunas hojas.

—Debo decir, esto fue algo que no creí que iba experimentar en mi vida —asintió lentamente, deteniéndose en una de las hojas—. ¿Ver un verso de Jazmín que dijera 'Baby, el ritmo te tiene así'?

Cubrí mi rostro con ambas manos, queriendo desaparecer de ese lugar enseguida. Su voz ni siquiera sonaba con burla, pero no me habría molestado si lo hiciera.

—Lo sé, es asqueroso, ¿verdad? —me quejé, sin descubrir mi rostro.

—No, no. Tiene... carácter.

Si no se habría un agujero ahora mismo y me tragaba, yo me iba a encargar de enterrarme viva. Escuché a Elliot reír suave y tranquilamente, como si intentara consolarme con ese dulce sonido.

—Probar cosas diferentes no es un error, pero esto es demasiado diferente a tu estilo —continuó diciendo—. Claro, con un buen ritmo podrían funcionar bien, pero parece... que apenas estás comenzando a escribir. ¿Puedo preguntar por qué van en esta dirección?

La habitación se sumió en un silencio pesado y no quería ser yo la que lo interrumpiera, porque sabía que lo único que diría serían quejas sobre Sebastián.

—El estilo de Jazmín es... muy diferente a lo que represento.

Nos volvimos a quedar en silencio.

—¿Jazmín?

Apreté mis labios, intentando llenar mis pulmones de aire antes de elevar mi rostro para poder verlo. Sentía cómo el calor subía por mi cuello hacia el rostro incluso antes de hablar.

—No se tomó la molestia de leer la primera letra que escribí —solté rápidamente, intentando ignorar su mirada sobre mí.

—Quizás si escribieras algo que no pareciera sacado de un diario de adolescente deprimido, le habría dado una oportunidad —espetó.

—¡Era de amor! —repliqué—. Amor sentimental y profundo, ¡pero quieres volver todo superficial, porque no va con tu imagen!

—Sí, claro —resopló irónicamente—. Y es por eso por lo que corres con Lío antes de enseñarle algo a tu pareja.

Apreté mis labios con fuerza, viendo cómo su mandíbula se apretaba después de decir esas palabras.

—Bien, ya basta —dijo Elliot con una voz firme que cortó el aire. Sentí que un escalofrío recorrió mi cuerpo, reconociendo la autoridad que utilizaba muy poco—. Sebastián, si no quieres que tu compositora busque otra opinión, quizás deberías, no sé, leer lo que escribe.

El mencionado abrió la boca para protestar, pero Elliot alzó la mano para detenerlo.

—Jazmín —sus ojos cayeron sobre mí—, podrías bajar un poco la guardia. Entiendo que siempre trabajes sola, pero eso puede nublar tu juicio al escuchar una sugerencia externa.




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