Marie
No sé en qué me he metido.
Se supone que todo iba a ser tan simple, tan sencillo:
Consuelo a un chico al que apenas conozco tras el abandono de su novia —que encima se enamoró de otro chico al que ella recién conoce y ya lo sabe medio colegio—, y le doy mi amistad, además de ayudarle a sanar emocionalmente, sin siquiera haber estudiado la carrera de psicología todavía.
Vale, lo admito, muy arriesgado.
Sobre todo, considerando que yo soy consciente de que esto debería atenderlo un profesional, no una adolescente de noveno grado...
Pero, ¿qué puedo hacer yo?
Andrew Taylor solo confía en mí, para mi desgracia.
Y se niega a acudir a la psicóloga del colegio, que sí ha estudiado la carrera, a diferencia de mí.
Yo solo he leído libros y novelas de psicología, pero no es suficiente.
No es lo mismo que haber recibido clases en la universidad...
¿Y lo peor?
Que esto fue culpa mía.
Porque todo empezó con una frase.
Una rebuscada, pero condenada frase:
«Déjame demostrarte que no soy como las demás, que puedes confiar en mí en todo. Déjame enseñarte que no todas las mujeres somos iguales».
Y ahora, no puedo sacármelo de la cabeza.
Qué vaina...
Y todo por estar pendiente de él casi 24 horas al día durante este último año.
—Genial, Marie Alice Grace. Tú decías que querías solo una amistad... lo que pasa cuando uno quiere ayudar a alguien intencionadamente a sanar de sus traumas y ni siquiera se detiene a pensar en el vínculo emocional que se iba a gestar por esa decisión —me digo a mí misma.
Suspiro, sentada frente al espejo de mi habitación, y peino mis amonados rizos con los dedos, mirando pensativa el cuaderno que uso como diario.
El atardecer se empieza a manifestar en el horizonte, pincelando las ventanas de un suave tono naranja, pero yo no presto mucha atención, estando más enfocada en mis pensamientos sobre Andrew y lo que pasó entre nosotros....
De lo cual, en parte me arrepiento, en parte no.
Si hubiera sabido que terminaría en esta confusión emocional que parece de por sí irreversible, no me habría lanzado a ayudar a un completo desconocido...
¿Por qué tengo que ser tan... buena?
Mis hermanos tienen razón, soy demasiado noble para mi propio bien...
Por eso es que me suceden este tipo de cosas.
Aunque, pensándolo bien, la verdad es que no es tan malo.
Lo he ido ayudando con sus temas emocionales, le di mi amistad, ahora confía en mí, yo en él, y vuelve a ser feliz.
Vuelve a reír con nuestros demás amigos, cuando antes apenas y tenía fuerzas para ir cada día a clases.
Solo que... Me estoy dando cuenta de que su mundo parece girar en torno a mí.
Y eso, es algo que me da mucho, muchísimo miedo.
Porque lo más grave de la situación es que yo... Estoy empezando a verlo como mi centro también.
Y no quiero.
No quiero enamorarme.
Pero al corazón no lo detiene nadie...
Y menos, cuando ya empieza a sentir.