Enséñame a confiar

Capítulo 6: No me gustaría estar en tu lugar, Adri

Marie

Termino de comer, y cuando me estoy levantando para llevar mi plato a la cocina, escucho una discusión arriba.

—¡Luz, no me atosigues! ¡Ya salgo!

—Cariño, no te estoy atosigando. Solo te pido que te apresures, son casi las seis.

Mamá, quien está por fin desayunando al lado de mi padre, frunce el ceño, y suspira cansadamente.

—Carolina, ¿no te digo? Siempre es lo mismo contigo —se levanta, exasperada, y sube las escaleras—. Si me hubieras hecho caso cuando te pedí que te lavaras el cabello ayer, no estarías corriendo.

—¡Ayer estaba ocupada!

—¿Haciendo qué?

—Hablando... con mis amigas.

—Pues primero es tu aseo personal antes que las amigas, señorita —replica mamá, y yo me centro en ayudar a Gia a lavar los platos, tratando de ignorar la discusión que se ha formado arriba.

Siempre es lo mismo con mi hermana. Se lava el pelo cuando le da la gana, y luego nos tiene corriendo para llegar a tiempo.

No me malentiendan, la quiero, pero es muy descuidada en ese sentido.

Mi abuelo se une a mí y Gia en la cocina, tomando con picardía uno de mis rizos, y me lo pasa por el rostro, haciéndome reír.

Ese es su modo tierno de saludarme, no cambia ni aunque esté creciendo.

—Buenos días también para ti, papi abuelito —me río, y le doy un abrazo, a pesar de tener las manos mojadas.

—¿Ali! ¿Cómo estás tú? —me contesta con voz de niño, y Gia se ríe, rodando los ojos.

—Bien —le sonrío.

Aunque... con sueño, no he dormido, quiero añadir, pero me obligo a quedarme callada, para no meter a mi hermano en problemas.

Pero él se da cuenta inmediatamente de mi agotamiento.

Claro que lo hace...

Y no solo por mis ojeras.

¿Los abuelos son así de perceptivos todo el tiempo?

Porque el mío... Sí lo es.

Pero no dice nada; ni siquiera me llama la atención, como sí lo hizo mi padre.

Solo suspira, y me toma la mano, entregándome una taza de café recién hecho.

Perfecto. Justo lo que necesito...

Espero que me espante el sueño tan tremendo que tengo, sino no sé qué otra cosa puede ahuyentarlo...

Además de dormir, claro.

Cosa que, en este momento, no está dentro de mis opciones a considerar, por obvias razones.

Yo tampoco digo nada.

Solo tomo la taza en silencio, agradeciéndole con la mirada, y bebo aquel líquido tibio, que siempre me sabe a hogar, no importa qué tipo de café sea.

Bueno, cafeína, haz tu magia...

—¿Y para mí no hay saludo ni café, papi abuelito? —Pregunta Gia, colocando el último plato limpio en la platera, y se voltea para mirarnos, haciendo un puchero.

—Pero por supuesto que sí, mi pequeña Gianni —contesta él, sirviendo otra taza de café, más cargado que el mío, y se acerca a mi hermana, entregándosela mientras le besa la frente y tratando de sentarle el cabello con las manos—. Hoy tu cabello amaneció rebelde, ¿no mamita?

—Sí —se queja Gia, pasándose la mano libre por el pelo en un inútil intento por acomodarlo—. Pero ya Ali me dijo que me iba a ayudar de camino al colegio.

—Eso, si es que no tengo que ayudar a Adri con sus rizos primero —suspiro—. Ya sabes que hacérselos tarda como tres horas casi, con la cabellera que tiene...

—Yo se los hago contigo —promete mi hermana—. Entre las dos seguramente terminemos más rápido, siempre y cuando no haya clases de por medio.

—Yo también me apunto —Ernesto aparece apoyado en la isla de la cocina, con sus platos en las manos—. No puede ser tan difícil. Además, si me consigo una novia de pelo rizado, tengo que saber hacerlos.

Se acerca al lavaplatos, para lavar lo suyo...

Al menos, hasta que mi abuelo, sonriente, se los quita y termina lavándolos él mismo.

—Hoy el Steward soy yo, mijo genio —anuncia, y le ríen los ojos.

—Gracias, papi abuelito, o debería decir... ¿abuelito Señor que lava los platos? —Se ríe, y Gia le da un codazo, divertida—. Bueno, lo que dije, Las ayudaré a hacerle los rizos a Caro. Hoy está... de un genio insoportable, pero estoy seguro de que...

——Nadie le hará rizos a Adriana Carolina hoy —sentencia mamá, interrumpiéndonos mientras baja las escaleras con expresión enfadada—. Que ella se los haga, a ver si aprende.

—¿Y ahora qué pasó, cielo? —Pregunta mi padre, sin levantar la vista de su periódico.

—Lo de siempre, cariño. Nuestra hija hace lo que le da la gana.

—Tiene que aprender, amor.

—Si no aprende con el castigo que le di, no sé qué más hacer para que comprenda que su aseo personal es importante —suspira, y se sienta a la mesa a terminar su desayuno, tomando de paso a Blayke en brazos.

Erne, Gia y yo intercambiamos una mirada, y tengo la impresión de que los tres pensamos exactamente lo mismo:

No me gustaría estar en tu lugar, Adri...

Si mamá la castigó, debió ser porque perdió la paciencia con mi hermana—cosa muy rara en ella, es la persona más paciente que conozco—, o que Caro le haya salido con alguna grosería, que es lo más probable.

Me acerco a mamá y a mi hermanita menor, quien está jugando con sus manitos sentada en el regazo materno.

—Hola, chiquitina —le digo, besando sus rizos rubios y acariciando con ternura las figuras en relieve que tiene su pijama de ositos—. ¿Qué tal dormiste?

Blayke balbucea, se gira hacia mí, y me tiende los brazos, risueña.

Yo la cargo, y dejo que se acurruque en mi pecho; se acomoda, contenta, y apoya su cabeza en su lugar favorito, donde late mi corazón.

—Creo que te está diciendo que durmió bien y que soñó con angelitos, ma chérie —mamá me sonríe, aunque puedo ver en su rostro que sigue disgustada con Carolina.

Y hablando de la reina del drama...

Viene bajando las escaleras, con el cabello suelto todavía chorreando agua, peinándoselo con las manos y tratando (inútilmente) se definirse los rizos.

Pasa por mi lado sin dirigirme la palabra, ni a mí, ni a Gia, ni a Erne, mucho menos a nuestra madre, aunque cuando llega a donde está mi abuelo, quien ha tomado su mecedora de siempre para ver las noticias del canal Caracol en la televisión, sonríe y le dirige un breve saludo.




Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.