Enséñame a ser libre

Capítulo 3

La sonrisa del chico a mi lado ha sido nuestra única compañía desde que escapamos de la mansión. Yo, en cambio, solo soy un cúmulo de silencios. Ahora que mi mente se ha despejado un poco, empiezo a ser consciente del error que estoy cometiendo. Si mi madre se entera de esto, estoy perdida. Me estremezco solo de pensar en cómo me encerraría en mi habitación durante días, tal vez semanas, como una prisionera sin juicio ni voz.

Harry respeta mi mutismo; no hace preguntas, no presiona. Solo camina a mi lado en silencio. Y aunque agradezco su discreción, no puedo evitar sentir que todo esto fue una pésima idea. Los altos tacones que elegí por estética ahora castigan mis pies tras tantos minutos caminando por estas solitarias calles. Estoy a punto de sugerir que regresemos cuando distingo, a lo lejos, el pequeño parque del que hablaba en su plan improvisado.

Mi ceño se frunce al ver cómo las luces lo rodean. No recordaba que fuera así.

—¿Te gusta? —pregunta de pronto. Son las primeras palabras que ha pronunciado desde que huimos de mi casa.

Las luces envuelven los altos árboles, dándoles un aire casi mágico, como si el parque fuese una burbuja apartada del mundo. Me sorprendo sonriendo sin darme cuenta, fascinada por el espectáculo de colores. Es realmente hermoso. Tan diferente de la frialdad que define mi entorno, mi familia, mi vida.

—Es hermoso —susurro, abrazándome a mí misma mientras avanzo lentamente. Paso los dedos por algunas luces a mi alcance, acariciándolas como si pudieran contagiarme algo de su calidez.

Harry me observa con curiosidad, pero no me importa. En este momento, lo único que me interesa es lo que tengo frente a los ojos. Por una vez, estoy presente.

—Usted es mucho más hermosa cuando sonríe. Debería hacerlo más a menudo —dice con suavidad.

Me detengo y lo miro. Su sonrisa es ligera, pero sus ojos… sus ojos grises, casi azules, están clavados en los míos. Hay ternura en su mirada. Amabilidad. Honestidad. No estoy acostumbrada a eso. Mi mundo está lleno de intenciones ocultas, de palabras disfrazadas, de afectos que no son más que monedas de cambio. Pero él... él parece tan puro que por un instante me olvido de cuestionar por qué me propuso escapar, por qué me trajo aquí.

Harry Evans es un completo enigma para mí.

—Gracias —musito.

Él asiente con una expresión que no sé descifrar, y entonces murmura:

—Debe ser difícil...

Camina despacio, así que lo sigo, aunque no entiendo del todo a qué se refiere.

—¿Qué cosa es difícil? —pregunto con sinceridad, confusa.

Nos detenemos frente a un banco. Él se sienta sin vacilar, mientras yo permanezco de pie. Me abrazo de nuevo, inquieta, porque su mirada ahora es más profunda, como si pudiera ver a través de mí, como si escarbara dentro de mis silencios.

—Fingir sonrisas. Fingir que se tiene una vida perfecta —responde con una tristeza que no le pertenece, pero que parece comprender. Me tenso. —Eso debe ser agobiante —añade—. Tener la vida planeada, cada paso dictado por otros. ¿No se siente asfixiada?

Siento los labios resecos. Paso la lengua por ellos, incómoda. Lo miro con arrogancia, intentando ocultar mi vulnerabilidad. No puedo mostrarle esa parte de mí. No a él. Ese lado está reservado para las cuatro paredes de mi habitación, para mis noches en silencio, lejos de cualquier testigo.

—No sé de qué hablas. Soy feliz y…

—Y miente ahora —me interrumpe sin vacilar—. He visto personas como usted, señorita Valeria. Personas que aparentan tenerlo todo, pero por dentro están vacías. Personas atrapadas en una fantasía impuesta por otros. Pero cuando la observo, también veo otra cosa... Veo deseos contenidos, sueños propios, anhelos que suplican por ser escuchados. Entonces, ¿realmente miente?

Todo mi cuerpo se pone en alerta. Solo nos hemos visto dos veces, y aun así, parece conocerme más que mi propia familia. ¿Cómo es posible?

—¿Quién eres tú? —pregunto, ahora a la defensiva—. ¿Me has investigado?

Doy un paso atrás, preparando mi cuerpo por si tengo que correr. La duda me abruma. Harry Evans es demasiado extraño… y demasiado certero.

—No, solo la he observado a la distancia, ya se lo dije. Desde aquel día la he visto de lejos. Soy bueno descifrando personas como usted. No piense que la he acosado, porque no ha sido así —dice con serenidad—. Solo quiero saber algo… ¿no desea probar la libertad?

Su pregunta es como una melodía que acaricia una parte dormida de mí. ¿Que si quiero probarla? Sueño con eso cada día de mi vida. Fantaseo con el momento en que pueda soltar las cadenas que me atan, en que pueda respirar sin que alguien me diga cómo hacerlo.

No quiero ser perfecta, porque no lo soy. Soy una chica llena de inseguridades, de miedos disfrazados tras un apellido y una imagen. Una chica que no conoce el mundo, que anhela hacer cosas propias de su edad, que sueña con elegir su propia música, escribir lo que le salga del alma, gritar todo lo que ha callado durante años.

Quiero ser más que un silencio prolongado.

Miro a Harry. Él espera mi respuesta con paciencia, sin presionarme. Pero en lugar de hablar, me quedo observándolo. Las facciones definidas de su rostro, su cabello color caramelo perfectamente peinado, el traje que lleva —cedido, probablemente, por su trabajo— le queda sorprendentemente bien. No parece parte de mi mundo, pero tampoco ajeno a él. Es como si habitara el límite entre lo que soy y lo que quiero ser.

—¿Qué ganas tú con todo esto? —pregunto al fin, aún desconfiando. No puedo evitarlo.

Sonríe con ternura y se pone de pie. Tengo que levantar la vista para alcanzarlo con la mirada; es mucho más alto de lo que recordaba.

—Yo nada. Pero le aseguro que me encantaría ver la libertad florecer en usted —responde con un tono suave—. Un día conocí a una persona que también quería volar, soñaba con tocar su libertad con las manos. Pero el peso de un apellido la atrapó… hasta apagar su llama. No quiero ver a más personas así, señorita. No quiero presenciar otra historia rota como aquella.




Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.