Enséñame a ser libre

Capítulo 5

Harry sonríe cuando se da cuenta de que, al final, burlamos a la seguridad de mi casa. Yo siento la adrenalina recorriendo todo mi cuerpo, provocada por la pequeña acción que acabo de realizar. Es la primera vez que salgo sin mi madre o alguno de sus empleados cuidándome desde lejos. No hay Alonzo ni empleadas chismosas; no hay un apellido que me diga cómo debo comportarme.

—Pareces feliz —comenta Harry, guiándome hasta un coche viejo pero en buen estado.

—Lo estoy —respondo, y se siente tan bien decir cómo me siento sin que me sermoneen por ello.

—Vamos, damisela, tenemos un concierto que disfrutar —dice, abriendo la puerta del coche para mí. Le sonrío antes de entrar. Me coloco el cinturón de seguridad mientras él rodea el coche para subir al asiento del conductor.

Harry enciende la radio, pero no está tan alta como para que no podamos conversar. Por eso giro mi cuerpo, observando cómo pone el auto en marcha.

—¿A dónde iremos? —pregunto con interés. Él sonríe y me lanza una mirada de reojo.

—Me gusta más tu pelo que esa peluca. La peluca es fea, pero a ti te queda muy bien —asegura, regalándome una mirada que no sé interpretar.

—Aún no me dices a dónde iremos —insisto. Harry suspira con fuerza.

—Es un bar. Lo cerraron para el pequeño concierto. Te dije que no eran muy populares. Tienen buenas canciones, aunque algunas son muy malas. En vez de cantar, parece que le gritan al micrófono —su declaración me hace reír.

—Qué cruel eres —señalo, y él se encoge de hombros.

Ahora que está concentrado en la carretera, puedo detallarlo un poco más. Harry tiene ese cabello color caramelo, y sus ojos grises van acompañados de pestañas claras que los enmarcan de forma increíble. Tiene una linda nariz, y mis ojos se enfocan en sus labios. No son carnosos, pero lo suficientemente atractivos para verse muy sensuales. Su cuerpo no está lleno de músculos, pero es fuerte. Posiblemente tenga los abdominales marcados.

Giro el rostro hacia otro lado cuando pensamientos de Harry sin camisa comienzan a ocupar mi mente. Debo estar realmente desesperada para caer ante la primera invitación que me hacen. A este chico lo he visto como tres veces en mi vida, pero transmite una confianza que debería hacerme temer. Y, en lugar de temer, me encuentro en su auto rumbo a un concierto del que ni siquiera sé la ubicación.

Harry tararea una canción y me quedo en silencio, porque no tiene mala voz. Por eso lo dejo continuar cantando lo que suena en la radio, hasta que dejo de entender lo que dice: comienza a sonar una canción en español, y yo apenas controlo lo básico del idioma.

—¿Hablas español? —comento, y él asiente sonriendo.

—Mi mamá es latina —responde. Asiento en señal de comprensión.

—Siempre pensé que era tu padre el latino... digo, por su nombre —él sonríe sin apartar la vista de la carretera. Gira en una curva y luego continúa en línea recta. La música sigue sonando, y por primera vez en mucho tiempo me siento cómoda así. Sin tener que fingir ser perfecta, hablando de lo que quiero con una persona, y no de lo que debo hablar para no parecer aburrida... o, peor aún, sin quedarme en silencio como si no tuviera derecho a tener una voz propia.

Creo que Harry nota que me apago un poco, porque se detiene en un semáforo y sus bonitos ojos grises me observan con curiosidad. Le regalo una pequeña sonrisa ante el escaneo silencioso de mi rostro.

—Pareces relajada —dice, y luego vuelve la mirada al frente—. Me gusta verte así —confiesa mientras pone el coche en marcha al cambiar el semáforo. Sin decir nada, bajo el cristal de la ventana y disfruto de la plenitud que me da la fría brisa de la noche en el rostro. ¿Hace cuánto no disfrutaba de algo tan pequeño como este momento?

El camino continúa en silencio, hasta que el sonido lejano de una música que no reconozco comienza a escucharse. Cuando Harry se detiene, me doy cuenta de que hemos llegado. Me giro a mirarlo mientras subo el cristal. Él es rápido en quitarse el cinturón de seguridad y abrir la puerta. Hago lo mismo, quitándole la oportunidad de hacerlo por mí.

Mis ojos se dirigen al bar frente a nosotros, que parece estar a tope. Pero Harry, con confianza, toma mi mano y me insta a caminar. Es tan alto y cálido que lo sigo en silencio. Solo me suelta para entregar las boletas, justo cuando suena su teléfono y él atiende la llamada. Estoy tan enfocada en observar el lugar que no presto atención a nada más. Muchas personas ríen, las mesas están ubicadas en los laterales, y el centro está inundado de gente frente a una tarima vacía. Cuando Harry cuelga, me indica hacia dónde caminar.

Es incómodo, pero emocionante, estar entre esta masa de personas que gritan ebrias de alegría. Algunas simplemente conversan, aunque deben elevar la voz por la música alta.

Se siente como entrar en un mundo paralelo. Es tan raro como emocionante, así que sonrío a personas que no conozco pero que son amables. Hay un ligero olor a tabaco y cigarro, pero estoy demasiado ocupada disfrutando de lo que este lugar me ofrece como para dejar que eso me incomode.

Cuando nos detenemos, miro a una chica morena que observa a Harry con una sonrisa. Su piel parece una barra de chocolate, su cabello es afro, y tiene unos ojos increíblemente marrones que realzan lo hermosa que es. A su lado, hay una chica de piel clara y cabello rubio que también le sonríe a Harry antes de beber de su copa, de lo que sea que esté tomando.

Mi atención vuelve a la morena que se engancha en un abrazo afectuoso con Harry, haciéndolo reír. Ella besa su mejilla antes de observarme con curiosidad; sus ojos viajan a nuestras manos entrelazadas y, por inercia, las separo, sonrojándome de inmediato.

—Vaya, pero qué chica tan preciosa —dice, y lo último no lo entiendo porque habla en español.

—Disculpa, no entendí lo último —comento con confusión. Harry sonríe y se acerca a mí; se inclina hasta que sus labios rozan mi oído. El cálido aliento me estremece de inmediato.




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