Estoy riendo mientras escucho la canción de la banda, que la verdad no es tan mala. Identifico líneas con insinuaciones sexuales, pero trato de que los prejuicios de mi madre no llenen mi cabeza; intento alejar todo lo que representa Valeria Campbell para simplemente disfrutar de una noche. Una noche que quedará para siempre en mi memoria, porque ha sido la mejor en muchísimos años.
Estoy rodeada de desconocidos alegres, y de dos chicas con una orientación sexual diferente. Sé que si mi madre lo supiera, me alejaría de ellas porque las vería como una plaga o un pecado. Pero yo disfruto viendo cómo se demuestran cariño y cómo, a pesar de todo, no me hacen sentir excluida de este pequeño espacio. Por eso levanto mi botella de cerveza al aire cuando el vocalista de la banda nos anima a hacerlo.
A mi lado, Harry también la levanta. Y aunque yo ya llevo tres botellas y me siento algo achispada, él solo ha tomado dos. Me dijo que como es el conductor, no beberá más, algo que me tranquilizó. Me muevo un poco cuando la canción cambia a una más pegajosa. No sé bailar muy bien; la que sí sabe es Melissa, que se mueve como toda una diosa, acompañada de Paula, su novia, quien le sigue el ritmo. Son lindas de ver. Llevo solo una hora aquí, pero noto cómo Paula está atenta a cada movimiento de Melissa, cuidándola todo el tiempo. Y lo mismo hace Melissa.
Paula parece ser de esas personas a quienes les incomoda compartir su oxígeno con otros por mucho tiempo, pero como su novia es muy sociable, hace el sacrificio de compartir el momento.
Al principio puede intimidar con esa aura de "quiero que te alejes de mí", pero conforme pasan los minutos, te das cuenta de que, aunque no es de muchas palabras, es una chica que sabe hacerte sentir bien con su manera de tratar.
Harry toma mi mano y me hace girar entre risas. Supongo que el alcohol me está ayudando a soltarme. Mis ojos se llenan de lágrimas. Estoy viviendo lo que se supone que una chica de mi edad debería vivir: salir con amigos y divertirse. No hay novios intensos que amenacen, que sometan, que te conviertan en un trofeo que exhibir en silencio.
Dios, me siento tan… bien.
Puedo ser una chica normal, porque este momento me está demostrando que existe una Valeria distinta a la que todos conocen. Una Valeria que no se ahoga en silencios, que tiene mucho por decir, que no sigue órdenes ciegamente ni se deja moldear por lo que otros imponen.
¿Quién valora algo tan simple como bailar en medio de un bar, tranquila? Sin reclamos, sin imposiciones. Solo yo y la música de una banda que antes no conocía, pero que ahora se gana una fan, porque este momento lo atesoraré por siempre.
Una hora y media después, ellos terminan su presentación entre una lluvia de aplausos que los hace sonreír. Harry me mira y me indica que salgamos. Lo sigo sin pensarlo, tomando su mano al ver que la multitud podría hacernos tropezar. Ya afuera, me doy cuenta de que están desalojando a todos.
Lo suelto y busco con la mirada a la pareja, que viene riendo por algo que desconozco, pero que para ellas parece el mejor chiste del mundo.
—Tengo hambre —dice Melissa, mirando a Harry—. Vamos por unos tacos, conozco un lugar donde los hacen deliciosos. Vamos, Harry, llévanos —camina hacia el auto y él suspira, como si pidiera paciencia, pero la sonrisa en su rostro me dice que no le molesta en absoluto.
—¿Quieres comer tacos? —me pregunta, haciendo sonar el llavero entre sus manos.
—Nunca he probado tacos, pero Melissa parecía realmente hambrienta por ellos —comento, y él sonríe antes de señalar el coche.
—Vamos, su majestad. No puede irse sin probar algo esencial en la vida de Melissa —dice divertido, y sonrío mientras camino hacia el auto. Subo y noto que ambas chicas prefirieron sentarse en la parte trasera, hablando en voz baja.
Harry sube al auto y Melissa le grita que encienda la música. Gym Class Heroes, junto a Adam Levine, inundan el coche con Stereo Hearts. Un grito me hace saltar en mi asiento cuando Melissa comienza a cantar con una entonación desastrosa, pero tan divertida que no puedo evitar reír. Paula le aplaude como si fuera la mejor cantante del mundo.
Harry se une a la escena con gritos fingidos de fanático, y juro que nunca me había reído tanto como ahora. Es simplemente demasiado divertido.
—¡Tu parte, Harry! —grita Melissa, y él toma aire como si se preparara para un momento crucial que nadie debería interrumpir.
—I only pray you'll never leave me behind —canta con una voz tan suave que me estremece por completo. Confirmo lo que pensé hace un rato: él canta realmente hermoso.
—Never leave me —añade Melissa, fingiendo una voz grave.
—Because good music can be so hard to find... —un escalofrío me recorre al escuchar esa voz tan hermosa— take your hand and pull it closer to mine (yeah). Thought love was dead, but now you're changing my mind...
Mis labios se entreabren, sorprendida. Él parece no notar que, en ese instante, no hay espacio para nada más. Estoy hechizada por la voz de este chico. Me pregunto si alguna vez consideró presentarse en uno de esos programas de talentos, porque juro que bastaría con abrir la boca para que le dieran un pase directo.
La canción termina y ambos —Melissa y Harry— están jadeando, pero con sonrisas radiantes y un brillo en los ojos que delata cuánto disfrutaron cada segundo.
Cuando llegamos, veo que es un simple puesto de tacos con algunos asientos alrededor. Me bajo entusiasmada, buscando el dinero en mi bolsillo. Se lo tiendo a Harry para que compre mi taco, pero él niega de inmediato.
—Yo fui quien invitó —dice.
Frunzo el ceño.
—Pero quiero pagar el mío.
Él nota la determinación en mi mirada, así que accede.
—Está bien. Vayan a tomar asiento mientras yo hago los pedidos —dice, y las chicas obedecen. Yo, en cambio, lo sigo en silencio. Él sonríe al notarlo.
#2463 en Novela romántica
#679 en Novela contemporánea
aprender a amar, romance acción drama reflexión amistad, amor jefa empleado mentiras secretos
Editado: 23.05.2025