Enséñame [saga Arévalo #10]

Capítulo 5

Marcelo

— ¿Sucede algo?— me giré molesto hacia Adán.

— ¿Por qué preguntas?— segui recogiendo el heno del ganado.

— Has pasado furioso toda la mañana y solo te escuchó murmurar — seque el sudor de mi frente y miré a Adán.

— ¿Por qué enviaste a Lalita a mi habitación?— Adán bajo la mirada y se quitó el sombrero.

— La trajiste a la fuerza, sólo fue una pequeña broma — resoplé molestó.

— ¿Una pequeña broma?— pateó el suelo con furia — El hecho que seamos familia no te da derecho.

Sonrió con burla y se me acercó.

— Actúas como un hombre de las cavernas Marcelo, se que ella estaba en peligro, pero hay otras maneras— me acercó a Adán y lo sujetó del cuello de su camisa.

— Agradece que por que llevas mi sangre no eres hombre muerto — Adán enarcó una ceja.

— Ahora te ha dado por recordar nuestro parentesco, espero no te dé por invitarme a beber el té y a chismear, hoy actúas como una niña— apreté fuerte los dientes.

— Ojalá la maldita maldición fuera para ti también — Adán se encoge de hombros y se suelta.

— ¿Es para los Areválos no?— asiento — Estoy a salvo, aunque mi hermana es una Arévalo, todo es para ella.

— Eza debe saber que eres su hermano— me encogó de hombros.

— ¿Para qué? Ni siquiera mi padre sabe de mi existencia.

— Juan, se pondrá feliz al saber que tiene un hijo varón y creo que Eza estará más tranquila al saber que la carga del rancho no será  sólo suya.

— No, mi madre sólo fue una aventura para Juan Santos, él se casó y jamás volvió a buscar a mi madre  ¿tiene algo que ver tú enojo con que seamos primos?

Negué

— No — caminé hacia la entrada del establo — Debo revisar las cercas.

— Marcelo— me giré y lo miré — Para mi esa maldición sería lo mejor que me pudiera pasar, tener a alguien que te ame sólo a ti debe ser maravilloso.

Solté una carcajada llena de amargura total.

— ¿Maravilloso? Viste a papá como se fue consumiendo por ese maldito amor hacia mi madre. Eso no es maravilloso.

— No, para mi que el amor que mi tío le tenía a tu madre no era sano, un alma gemela es igual a ti, ama con la misma intensidad.

— Adán, si se pudiera esa maldición sería toda tuya — avance pero me detuve un momento — Creo que no hemos pensado bien las cosas.

— ¿De qué hablas?— Adán caminó hacia mi.

— Somos familia por que los Santos y los Areválos están emparentados...— Adán frunció el ceño sin entender — Nuestra familia se mezcló con el hijo de Tobias y la hija de Zulema.

— ¿Y?— lo miré.

— Tú eres parte de la maldición Adán — él sonrió con burla.

— He tocado la mano de muchas mujeres y no ha pasado nada— apreté la mandíbula.

— Quizás no ha llegado tu alma gemela — quise morderme la lengua pero ya era tarde.

— ¿Es ella?— Adán me miraba con incredulidad — Así que ya le tocó a Marcelo Arévalo recorrer el camino del amor, pero no tocó tu mano...— sonreí con ironía, años de salir con mujeres, poseer sus cuerpos, pero no permitía que me tocarán la mano, y no era sólo la mano...

— No es solo la mano Adán — él abrió más los ojos con sorpresa.

— Esa era tu teoría — asentí.

— Eso le paso a Sounya y pensábamos que seria igual, pero me equivoqué... basta con que toqué otra parte de tu cuerpo y ¡zas!

Adán me miró con el rostro rojo.

— No preguntaré que fue lo que te tocó — se rascaba la nuca y su rostro estaba avergonzado.

— No seas pendejo — le di un golpe en la cabeza — Ella pusó su mano en mi pecho.

Adán sonrió avergonzado.

— ¿Se te apareció algún ángel leyéndote las reglas y lo que te esperaba?— cierro los ojos, a veces Adán tenía una imaginación muy fértil.

— No y no — suspiró y levantó la mirada hacia el cielo — No le diré nada, creo podemos pasar de la maldición.

Avancé hacia mi caballo, necesitaba ver las cercas.

En la noche

Me acercó a la ventana y lo único que vislumbraba era...¡nada!

— ¿Qué mierdas te pasa? la Sra.  Morgan esta nerviosa por que dice que pareces un animal enjaulado.

Cierro los puños al ver oscuridad.

— ¿Viste la maldita hora?

— ¿Se jodio el reloj?— me giró hacia Adán quien está comparando la hora de su reloj de pulsera con el de la pared — Solo lleva 2 minutos atrasado.

Doy un golpe en la pared y Adán da un salto.

— ¿No me digas que es mas tarde? Pues he estado viviendo engañado con el tiempo.

— ¡Cállate! — mi voz salió como un rugido — No ha llegado a casa, ni que tuviera mil pacientes para entretenerse en el maldito pueblo.

— Eh...— lo miré molesto.

— Dame las llaves, iré a la maldita clínica y ....— pasó mi mano por mi cabello.

— ¿Y?

— Espero que esté ahí y trabajando por que si está con un tipo, espero que esté confesado por que de hoy no pasa — cogo mi sombrero — Dame las llaves — Adán niega.

— Iré yo, no deseo tener que ir a visitarte en la cárcel.

— Tú no irás Adán — sujeté las llaves molestó — Ella es mía.

— ¿Tuya? ¿La compraste en el supér?

— ¡Cállate Adán! — rugi molesto.

Escuchamos un auto detenerse.

— Ya llegó — solté el aire retenido

Avancé más tranquilo pero no duró cuando la escuché.

—Gracias por haberme traído — Adán abrió más los ojos.

— Es hombre muerto — me dirigí a la pared y bajé el rifle.

— No y no Marcelo — corrí a la entrada y Adán me pisaba los talones, al salir me detuvo Adán.— Es el Señor Paco, tiene 72 años

— Es hombre y vino con Lalita — ella seguía de pie frente a la ventana y conversaba con él.

— Marcelo, él quiere vivir más años — Adán sujetaba el rifle, me moví furioso al ver que la camioneta se alejaba y Lalita subía los escalones con una gran sonrisa.

— Buenas noches — Adán sujetó más fuerte el rifle y me miró a los ojos.

— No deseas hacerlo — lo ignoré.

— ¿Dónde estabas?— ella sonrió.

— Me has recordado a mi madre, que buena broma — avanzó hacia la puerta principal.




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