Después de comer, Lyra salió a caminar. Sentía que necesitaba moverse, respirar aire fresco, aclarar la cabeza. Caminó sin rumbo fijo, siguiendo las callejuelas empedradas del pueblo, observando las casas bajas y los tonos terrosos que parecían contar historias antiguas.
De pronto,lo vio: un carter al borde del camino.
“Bienvenidos a Atlauikan”
El nombre parecía susurrarle al oído, como si ya lo conociera de antes. Lyra se detuvo frente al cartel, con el corazón latiendo más rápido.
El aire estaba extraño.
Demaciado quieto.
Y por un instante sintió que el pueblo entero la miraba.
Un escalofrío le recorrió la espalda. Se abrazó a sí misma y entonces lo notó: el vestido que le había dado Doña Clara, aunque algo gastado, tenía un pequeño bordado. Un símbolo.
Tres líneas curvas dentro de un círculo.
Lo reconoció.
Lo había visto en sus sueños.
—¿Lo soñé? —Susurro,sin estar segura si hablaba en voz alta.
Lyra quedó hipnotizada mirando el símbolo. Si era real, ¿qué más lo sería?
Perdida en sus pensamientos, siguió caminando hasta tropezar con algo.
Una biblioteca.
El edificio tenía un aire antiguo y elegante, con amplias ventanas que dejaban entrar la luz. Dentro, la claridad se mezclaba con sombras que parecían esconder secretos.
Al lado de la puerta, una fotografía antigua mostraba el mismo símbolo.
Lyra sintió que debía entrar. Algo la llamaba.
Empujó la puerta. La madera crujió. El olor a polvo y tinta vieja la envolvió.
Mientras miraba las estanterías, una voz la sorprendió:
—¿Buscás algo en especial?
Se giró. Un joven de unos treinta años, con cabello oscuro y barba de pocos días, la miraba con una sonrisa cálida.
—No… solo estoy mirando —respondió ella, nerviosa.
—Puedo ayudarte —dijo él—. Hay mucho para descubrir aquí.
Lyra dudó, pero asintió.
—¿Tenés algo sobre símbolos antiguos? —preguntó.
—¿Algo como esto? —sacó un libro con un símbolo dorado en la tapa.
Lyra se quedó helada. Era el mismo símbolo.
—Estas bien? —Pregunto el, ofreciendo la mano.
—Sí... creo que sí —contestó, desconcertada.
—Soy Elías —dijo él, señalando el libro—. Trabajo aquí.
Lyra sintió un escalofrío.
Esa noche, en el cuarto de huésped, abrió el libro. La mayoría estaba en un idioma desconocido, pero algunas palabras le resultaban familiares, como si ya las hubiera leído... o soñado.
Leyó hasta quedarse dormida y soñó con una figura en sombras que le hablaba en un idioma antiguo, susurrándole al oído frases que luego encontró escritas en el libro.
Al despertar, no pudo resistirlo.
Fue a la biblioteca y mostró el libro a Elías, excitada y dudosa.
—Anoche traduje una parte —confesó—. No sé cómo. Solo lo supe.
Él la miró en silencio.
—Si querés, puedo ayudarte a seguir.
Ella dudó, pero aceptó.
Entonces vio algo detrás de él: una sombra que desapareció en un instante, como si la realidad se doblara.
Elías se giró, pero no dijo nada. Solo le ofreció un café.
Lyra pensó, mientras bebía:
“¿Y si esos sueños no son sueños… qué estoy empezando a recordar?”
Fragmento traducido del libro (por Lyra):
"Los símbolos son el eco de lo que fui.
No el idioma de otros, sino mío.
Cada trazo que dibujé, cada palabra escondida, era para mí misma.
Para mí...En otro tiempo.
Si estás leyendo esto,es por qué volviste.
No recuerdas aún,Pero tu alma si.
Nota de autora.
Gracias por leer hasta aca.A veces siento que solo estoy traduciendo palabras que vienen de un lugar profundo, de un idioma antiguo que solo entiendo cuando estoy tranquila o inspirada.
Este proyecto nació de un impulso, pero se está volviendo algo muy especial para mí
Si llegaste hasta aquí, gracias por acompañar a Lyra en este viaje.
—Con cariño,La Autora.