Ente símbolos y sombras

Capítulo 13 × Algo de clara,algo de mi ×

Narra Lyra.

La mañana empezó distinta.

No había niebla espesa ni sobresaltos en el pecho.

Solo el aroma suave a pan tostado y una canción antigua sonando bajito en la radio.

Doña Clara movía las manos con precisión mientras preparaba el desayuno.

No hablaba mucho,pero su silencio era amable.

No incómodo.

—¿Querés que te ayude? —pregunté, mientras me ataba el cabello en un moño suelto.

—Si tenés manos, tenés tarea —respondió con una sonrisa torcida.

Me rei.

Y me quedé.

Ahí,en su cocina tibia, cortando frutas y acomodando cosas en platos pequeños como si de verdad supiera lo que estaba haciendo.

–––

—¿Siempre viviste acá? —me animé a preguntar, sin mirarla de frente.

Clara se quedó quieta por un segundo.

Después, se sentó con una taza de té entre las manos.

—Hace muchos años me fui. Y después… volví.

Uno siempre vuelve, ¿sabés? Aunque sea solo para entender por qué se fue.

Asentí.

—¿Y volviste sola?

—Volví con ausencias —dijo, suave—.

Con esas personas que uno ya no tiene,Pero igual ocupan lugar en la mesa.

No supe que decir.

Pero entendí.

–––

El timbre sonó.

Clara ni se inmutó.

—Es Elías. Le pedí que trajera unas cosas para cocinar. Es confiable… y medio insoportable.

Fui yo quien abrió la puerta.

Elías estaba con una bolsa de papel en la mano y una flor medio aplastada en la otra.

—No es lo que parece —dijo al notar mi mirada—. La flor es para Clara. Se me cayó en el camino y quedó así.

—Claro —sonreí.

Entró, incómodo y encantador como siempre.

–––

Terminamos almorzando los tres.

Una mesa sencilla, sin muchas palabras, pero con ese tipo de compañía que hace bien.

Como si, por un rato, el pasado pudiera quedarse en pausa.

Como si el pueblo, los símbolos, los sueños y las rosas no pesaran tanto.

Elías ayudó a secar los platos.

Yo limpié las migas de la mesa.

Y justo cuando el sol empezó a bajar, Clara se sirvió otra taza de té y, con una mirada pícara, dijo:

—Ustedes harían linda pareja.

Me atragante con mi café.

Elías dejo caer una cuchara.

–Clara.. –empece..

—¿Qué? Solo digo. Tienen buen ritmo. Y los dos parecen cargados de silencios. A veces… eso une más que las palabras.

Nos miramos.

Él,con una ceja alzada.

Yo,con las mejillas encendidas.

Y clara, con esa sonrisa suya de quien siempre sabe más.

–––

Más tarde, cuando subí a mi cuarto, encontré el diario sobre la cama.

Abierto en una nueva página.

Y alado,una flor.

No una rosa está vez.

Una flor silvestre.

Pequeña.

Blanca.

La página decía:

>" A veces lo más simple es lo que más sostiene.

Una comida compartida.

Una mano tibia.

Una frase que no estabas lista para escuchar."<

Frase Final •

> No entendí por qué esa página apareció justo hoy.

Pero algo en mí supo que el recuerdo no siempre llega con sombras.

A veces también llega con una taza de té y una broma que te desarma. <

| •Nota de autora• |

Este capítulo es una pausa en medio de la tormenta.

A veces, las historias también necesitan respirar… y los personajes, recordar que la vida no se mide solo en grandes revelaciones, sino en gestos pequeños que sostienen el alma.

Quise que Lyra tuviera este momento: una mesa compartida, un comentario que la sonroja, una flor sencilla que no busca impresionar, pero que guarda un significado que todavía no entiende.

Porque la memoria no siempre regresa envuelta en sombras o fuego.

A veces llega con olor a pan tostado y una taza de te.

Gracias por seguir caminando con Lyra en cada silencio, en cada mirada, en cada página que se abre cuando menos lo espera. 🌙

— Con calma, té y flores silvestres, la autora.




Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.