Entonces te olvidé

1.4 Querido Darren

El viento de fin de otoño enfriaba los huesos de los transeúntes, pero la sala de estar de una casa por lo normal vacía, estaba llena de un acogedor calor del té y el olor a la comida para llevar hacía el lugar un poco más agradable.

—Entonces, cuando se enteró que las flores de su jardín fueron destrozadas por el perro, no se molestó. Recuerdo haber pensado que estaba asustado por nada, ah —concluyó el viejo Wu otra historia acerca de su niñez en la que, por cierto, pasaba mucho tiempo junto a la bisabuela Elizabeth, que ya tenía sesenta años en ese entonces—. Más tarde supe que era especialmente paciente con los perros, siempre le gustaron, lo curioso es que nunca tuvo una mascota.

—Suena como una gran persona —dijo Lewin con sinceridad.

—Lo era —confirmó el viejo Wu con nostalgia—. Mis padres se habían fugado de su casa para estar juntos, así que no pude conocer a mis antepasados, sin embargo, la tía Eli siempre me trató como si fuera su propio nieto. Tu abuela ya se había casado y no venía seguido a visitar a su madre, creo que tu padre era un bebé en ese entonces, así que estaban muy ocupados. La tía y yo nos hacíamos compañía.

Ambos sonrieron y guardaron silencio, porque no tenían más que agregar sobre este tema.

El viejo Wu había contado todas las historias que recordaba sobre los objetos en el baúl, dejando solo unas cuantas fotos y cartas al fondo de todo. Lewin planeaba mirarlas después, más por sentimiento que porque fuera útil en la misión. De hecho, era muy curioso. Pensó que tal vez encontraría más pistas sobre ese año, el 1919 en que dos bandos casi se extinguieron mutuamente.

Ahora que habían terminado de almorzar lo que Chen LinBao les hizo el favor de pedir, el viejo recordó a qué había venido en primer lugar.

—Por cierto, ayer alguien vino a tocar la puerta de mi casa. Preguntaron si aquí vivía un joven estudiante de la carrera de Actuaría, como recordaba que una vez lo mencionaste supuse que hablaban de ti, les pregunté el asunto, pero se negaron a dejar un mensaje. Hoy escuché movimiento dentro de tu casa, así que vine a ver.

Lewin pensó en sus palabras, considerando la personalidad y las acciones de Wang SiuYun, no podía ser ningún conocido. Por el momento le agradeció al viejo Wu y lo acompañó hasta la puerta de su casa.

Cuando regresó a la sala de estar, Chen LinBao lo observaba de forma indescifrable.

—¿Tengo algo en la cara? —soltó mientras se giraba para evitar enrojecerse debido a la intensidad de esa mirada.

—No es nada —negó ligeramente con la cabeza—. Solo me preguntaba —sacó el viejo cuaderno de cuero que había empezado a leer antes de que llegara el anciano—, ¿te gustan las historias de fantasmas?

Lewin intuyó cuál era su punto, pero decidió hacerse el desentendido: —Me gustan las películas de terror, son divertidas.

—... Ya veo —se tomó en serio su respuesta y de repente pensó en algo—. ¿Por qué no vamos al cine? A veces se estrenan buenas películas en esta época del año.

Lewin puso cara de desinterés y siguió con su acto de ingenuidad: —Puedes ir si quieres, aún tengo cosas que hacer.

—¿Qué cosas? ¿Leyendo historias viejas sobre monstruos que atacan por la noche? —aunque sonaba un poco resentido, Lewin solo se concentró en lo que consideraba palabras clave.

—¿Leíste eso aquí? —cuestionó arrebatando el cuaderno de cuero de las manos de Chen LinBao.

Y así, el profesor volvió a ser ignorado por otro par de horas.

☆★☆

La luz dentro de la oscuridad. La sombra de un destello. Ambos pensamientos contradictorios y paradójicos era lo que intentaba evocar la organización cuya misión era, según su lema, "guarir el mundo". Salvar, curar, revitalizar. Eso querían los miembros de Estrella del Ocaso. Aunque su nombre sonaba a una secta con ideologías extrañas o delirantes, en realidad sus miembros se consideraban todo menos fanáticos.

Eran luz porque purgaban al mundo de aquellos lóbregos que amenazaban el equilibrio del mismo. Eran sombra porque todo debía suceder en el anonimato. Y como para complementar su identidad casi poética, tenían uniformes anacrónicos, entre la modernidad actual y los vestigios renacentistas; su forma de vestir no era sólo para evitar que fueran descubiertos o rastreados, sino para identificarse entre ellos y delimitar rangos o tareas.

Una playera blanca de mangas largas y cuello alto junto a un overol negro, encima de todo estaba la capa negra para fundirse con la oscuridad y una máscara blanca. Cuando se ponían sus trajes de vigilantes blancos dejaban de ser un individuo: se convertían en una causa. Su código de rangos era el siguiente: para las costuras negras en la capa se trata de un novato (nivel más bajo), para los de nivel intermedio estaban las costuras azul rey, mientras que costuras rojas significaban que había alcanzado el nivel avanzado, solo los nivel experto o también llamados veteranos podían usar las costuras blancas en la capa. Luego, para identificar el tipo de misión que estaban realizando, usaban también un código de color solo que en los guantes: negro para recolección de información, azul para control de daños (causados tanto por lóbregos como por los guantes rojos), rojo para la cacería de algún lóbrego y blanco para misiones especiales. Es común que el tipo de misión coincida con los niveles, por lo que se les ve combinados con frecuencia.



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En el texto hay: bl, transmigracion, multiples mundos

Editado: 15.04.2024

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