Entonces te olvidé

3.7 Promesa

Con la interrupción de Heb, Lewin aprovechó para correr a los invitados no deseados.

—Príncipe, lady Abia, tengo trabajo que hacer, así que debo despedirlos.

Todos entendieron el "largo" oculto en sus palabras y evidente en su mirada, pero cada quién tenía pensamientos diferentes.

—¿Estás corriendo al príncipe? El puede quedarse cuanto quiera, ¿o te volviste valiente ahora que has engañado su vínculo con un extranjero? —la rubia soltó palabras venenosas.

Sham, que no había pensado en eso hasta que la otra lo mencionó, se puso furioso.

—¡Cómo te atreves! —señaló a Lewin con extrema repulsión.

A su lado, Abia sonrió satisfecha.

—¡Quita tu asqueroso dedo! —Gae empujó su mano y alejó a Lewin unos metros.

Cuando su brazo fue retirado, el enfado de Sham llegó de nuevo al umbral más alto y con un movimiento ensayado desenvainó su espada bastarda, pero antes de que hiciera otro movimiento, un pie golpeó su mano y el acero cayó a una esquina.

Miró atónito a la mujer de cabello azulado que pateó su espada, iba a gritar algo cuando el filo del bracamarte de Gae se posó a unos centímetros de su cuello.

Detrás de él, Abia llevó su mano a la cadera para sacar su cimitarra, sólo que sus dedos no alcanzaron nada. Heb observó su movimiento con curiosidad, evaluó su reacción y dedujo que era alguien con más batallas a su nombre que ese supuesto príncipe. ¿Por qué no cargaría su arma con ella? Parece que tenemos un lobo disfrazado de oveja, pensó divertida, aunque no subestimó la posible amenaza que representaba así que apuntó con su espada de corte al pecho de la rubia.

Clac. Otra vasija rota llamó la atención de todos.

Lewin miró a todas las personas en la habitación, él era el único sin una espada, pero en lugar de preocuparse por ello pensó en todo el trabajo desperdiciado y los clientes que no recibirían sus pedidos pronto.

—Si van a luchar háganlo en otra parte —regañó con mal humor.

Tres de los cuatro estaban aturdidos por su expresión. Un hombre tan guapo como Emiú podía distraer por hasta cinco segundos a cualquier persona sin tener ninguna expresión en la cara, ahora, con las mejillas sonrojadas y ojos húmedos por la furia y la frustración, todos sintieron un tirón en el corazón.

Eran humanos, es natural que fueran seducidos y se sintieran parciales por la belleza. La única que no se vió afectada fue Abia, así que aprovechó la distracción de Heb para empujarla e intentar tomar la espada caída de Sham, pero el pie de Heb aplastó su mano antes de que pudiera alcanzarla.

—¡Ah! —se quejó Abia.

Sham se giró en su dirección, iba a decir algo cuando el grito de Lewin interrumpió sus acciones.

—¡Todos fuera!

Esta vez Gae cooperó y empujó al príncipe fuera, así mismo, Heb sacó a la mujer sin ninguna delicadeza. Lewin iba a suspirar ahora que se había quedado solo, más que nada, quería un minuto para procesar la sospecha que tenía sobre identidad de su amante en este mundo, pero no había terminado de exhalar cuando los Ra entraron de nuevo.

Los miró de forma interrogante, Gae le lanzó una mirada a Heb y esta giró ojos antes de salir de nuevo.

Los dos se quedaron en silencio, aunque Gae vino a disculparse por interrumpir su conversación imprudentemente antes y Lewin debería corroborar su sospecha, ninguno quería ser el primero en hablar. Al final, fue Lewin quien preguntó primero.

—¿Para qué viniste? Me refiero a en un principio, te ví en el bosque, ¿qué hacías allí?

Una expresión complicada apareció en el rostro de Gae, no sabía cómo explicarlo, ya que incluso si decía que vino a encontrarlo, aún quedaba la interrogante de cómo lo conoció en primer lugar, luego el porqué estaba en el bosque y cómo entraba o salía de él con libertad. ¿Podía confiar en el otro? ¿Podía contarle todo sobre su persona? Ya había confirmado con su placa de ejecutor que Lewin no era un renegado, así que incluso si le dijera cuál era uno de sus objetivos al venir aquí, o incluso los dos, no debería haber ningún problema, ¿cierto?

Lewin notó su duda, así que se sintió un poco decepcionado. Habían vivido ya dos vidas, aproximadamente ciento cincuenta años, más de cincuenta y cuatro mil días juntos, tanto tiempo en el que habían practicado la confianza mutua, pero entendía por qué en este mundo el otro no podía decirle todo con total libertad: apenas se conocían, Gae no confiaba en sí mismo como Lewin en el otro. Se giró para ponerse la máscara y ocultar la emoción amarga que brotó en su corazón. Antes no había sentido lo deprimente que podría ser amar a alguien que no te recordaba como tú lo hacías, en tal circunstancia, todos esos dulces momentos juntos también podrían amargar tu alma.

Como si hubiera sentido su decepción, Gae de repente tomó sus dedos extendidos con cuidado, impidiendo que alcanzara la máscara, y con la mano libre sujetó su rostro, girándolo en su dirección. Al ser sostenido así por la barbilla, Lewin recordó innumerables de sus interacciones en vidas anteriores, después de que lo tomaran así, siempre recibía un tierno beso, así que cerró los ojos y estiró los labios por costumbre; sin embargo, sólo escuchó la risa de Gae como respuesta.



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En el texto hay: bl, transmigracion, multiples mundos

Editado: 15.04.2024

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