Entonces te olvidé

3.9 El castillo de Ness (1)

—Estás aquí —saludó Gae en cuanto vió llegar a Lewin.

La sonrisa en su cara se desvaneció al notar el estado del otro. El chaperón y sus calzas blancas estaban manchadas de tierra y rasgadas por varias partes, a juzgar por su apariencia debió haberse caído en el camino varias veces, además, la máscara que estaba obligado a usar en exteriores colgaba detrás de su cuello; toda su cabeza empapada en sudor. En sus brazos traía al que supuso era el hermano del que le habló antes, los ojos de este estaban cerrados, durmiendo con apariencia plácida.

—Dámelo —le ofreció ayuda, pensando que estaría demasiado cansado.

Sin embargo, Lewin lo evadió, negando con la cabeza.

—No es necesario —aseguró—. Después descansaremos, mientras haces tu trabajo.

Gae lo miró dubitativo, pero al final cedió, más preocupado por la razón de su apariencia. No habrá venido corriendo todo el camino, ¿cierto? Además, ¿dónde estaban sus maletas?

—¿Qué pasó? —cuestionó mientras buscaba su mirada evasiva.

—El palacio de los Ko-a fue atacado —dijo de manera sucinta—. Sólo Elís se salvó.

Ante esta explicación, Gae atribuyó al ataque la extraña actitud de Lewin en este momento. Debe estar triste por lo que pasó, se dijo.

En realidad, el palacio de los Ko-a no era muy grande comparado con el de otros nobles o la realeza, era más como un palacete un poco más amplio de lo normal, sólo poseía dos pisos en un área cuadrada de poco menos de mil metros. Como tal, de su familia sólo estaban en la residencia Erlin, Elís y todos los siervos, los muertos no pasaban de las dos docenas de personas. De todos ellos, Lewin apenas reconocía a un par de siervos, así que aunque lamentaba las pérdidas, no estaba deprimido al nivel de actuar distante como ahora.

La razón por la que mantenía sus reservas en este momento era su preocupación porque Gae fuera a romper su promesa y dejar atrás a Elís cuando se diera cuenta de su situación. Hasta ahora, Lewin todavía no tenía idea acerca de la organización conocida como Arneb, por ende, aunque tenía la certeza de que Abia mató a Emiú en su vida pasada, no se había preocupado por descubrir la razón. Los últimos días se sumergió en un sueño y apenas caía en cuenta de la pesadilla velada.

Tenía la sensación de que, si hubiera hecho lo que tenía que hacer, hubiera podido evitar una tragedia. La realidad le demostró lo mucho que le hacía falta 2-2 para poder llevar a cabo su misión.

En el primer mundo, el sistema fue muy insistente con el cumplimiento, si no se hubiera apresurado, tal vez habría caído en la simple trampa del nahur y, aun si no muriera por la Estrella del ocaso, Chen LinBao se habría vuelto un recipiente para la criatura. En la segunda vida se habría hundido en un torbellino de emociones negativas. Esta vez no lo tuvo y fue demasiado negligente, supuso que sólo debería salir de la ciudad de Ness y todo se arreglaría, Abia no estaría cerca y tenía una confianza incondicional hacia su amante. Incluso si el otro tenía la misión de matar a Elís, pensó que, al igual que él, sentiría ese vínculo paternal que le impediría actuar.

Ahora dudaba si los que incendiaron el palacio fueron los ejecutores de Luzz o estaba relacionado con Abia. Su instinto le decía que se trataba de lo segundo, todo indicaba a ello, pero la sensación de estar perdido le impedía pensar con claridad. Así, cuando Gae lo quiso abrazar para consolarlo, inconscientemente dió un paso atrás.

—Yo… —al notar lo extraño de su propia reacción, Lewin quiso explicarse, pero no sabía qué decir, por lo que cambió de tema—. ¿No tenemos que apresurarnos?

En cuanto terminó la pregunta, el cielo se atenuó de forma perceptible. Lunn ya estaba en el cielo, pronto sería el momento, Gae recordó darse prisa y asintió, obligándose a reprimir el mal presentimiento creciendo en su interior.

—De acuerdo, entonces descubre su pecho para que grabe el símbolo —dijo al tiempo que hacía un corte en la palma de su mano izquierda.

Lewin atendió a lo que le pidió y observó cómo Gae empapaba la yema de su dedo índice. A la altura del corazón de Elís, dibujó sobre su piel una curva parecida a un gancho atravesada por tres líneas desordenadas, luego sopló con delicadeza para que se secara y procedió a acomodar la ropa, sus movimientos cuidadosos delataban que no quería despertar al niño de su sueño.  Lewin sintió la dulzura mezclarse con su inquietud. Después de acabar con Elís, Lewin dejó que el hombre repitiera el proceso en su propio pecho.

—¿Recuerdas hacia dónde dirigirte? —preguntó Gae mientras le soplaba igual que hizo con Elís.

—No se me olvidan las indicaciones, no te preocupes y ve a tu misión —instó Lewin sin la dulzura juguetona que usaba en sus intercambios.

Con un último vistazo cargado de impotencia e incertidumbre, Gae dió unos pasos atrás con lentitud. Algo le decía que si se iba se arrepentiría, pero el mandato de Luzz era más fuerte, no podía luchar contra ello en absoluto. Así, ambos se despidieron con sentimientos encontrados.

La dirección en la que Gae se adentró en el bosque fue el este, mientras que Lewin fue hacia el sur. Avanzó a un ritmo más relajado que antes, todavía sosteniendo al Elís dormido en un abrazo. Nadie puede entrar al bosque, pensó, sintiendo que el frondoso paisaje que lo rodeaba en sombras era un lugar más seguro que el espacio abierto bajo el único reflejo de Lunn.



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En el texto hay: bl, transmigracion, multiples mundos

Editado: 15.04.2024

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