Entonces te olvidé

Arco 5. Ser famoso en un mundo de científicos locos

5.1 Quinto primer encuentro

—¡Ahhh! ¡Quítamelo de encima! —gritó una voz demasiado aguda.

—¡Qué asco! Agh —exclamó otra mujer con un tono mimado, el sonido de arcadas al final parecía muy falso.

—Repugnante, mata a ese asqueroso zombi —ordenó esta vez un hombre, su voz rondaba el pase entre la adolescencia y la adultez.

Fue con esta última frase que Lewin al fin pudo mover su cuerpo a voluntad y abrió los ojos. Quizá la luz del sol era muy cegadora, porque al principio, en lugar de poder distinguir la escena a su alrededor, solo vio destellos blancos, hasta que la silueta de una persona a contraluz se inclinó hacia él. Antes de que su mente los descifrara, sus instintos actuaron: tomó una piedra cercana a donde estaba tirado y la lanzó a la cabeza de aquella figura, al mismo tiempo que esta se encajaba con precisión en la frente del zombi, se escuchó un disparo.

Antes de que el cadáver cayera sobre él, Lewin se giró y se puso de pie. Se sentía mareado y le palpitaban las sienes, sentía que había algo mal con todo a su alrededor, pero su cerebro estaba tan aturdido que no pudo descubrir la razón. Su cuerpo se tambaleó, afectado por sus rápidos movimientos, estaba a punto de caer hasta que alguien lo ayudó a sostenerse.

♪ Diling, dilling ♪

Antes de que pudiera siquiera sorprenderse, otro zombi se precipitó en su dirección, a punto de atacar a la persona a su lado. Aunque aún se sentía extraño por todas partes, esta vez entendía un poco más la situación, así que, cuando saltó en dirección al zombi, lo hizo a consciencia y también sabía lo que estaba haciendo cuando introdujo uno de sus dedos en la figura tambaleante por su repentino ataque.

—¡Aaahhh! —gritó de nuevo la voz aguda.

—Dispara, ¡dispara! —ordenó voz puberta.

—¿Ese niño es tonto? —se quejó la mujer mimada.

Fue entonces, cuando se alejaba del zombi caído, que se dio cuenta cuál era el problema: era demasiado pequeño. Con esta revelación, todo su entorno pareció revelarse a su vista. Un hombre con uniforme militar y apariencia desaliñada sostenía un arma, al igual que media docena de hombres más, pero el primero tenía una pose de líder; además había otras tres mujeres en el grupo, dos de las cuales Lewin había decidido llamar voz chillona y mujer mimada, la tercera de ellas solo se encogía silenciosamente en su lugar.

Aunque ahora podía percibir su situación, un pitido en su cabeza que lo aturdía seguía embotando su juicio. Entonces buscó el único lugar en donde se sentiría seguro hasta comprender su situación: los brazos de su amante. Sin embargo, cuando localizó el lugar desde el cual saltó, otro rayo de comprensión lo congeló en su lugar.

Un niño de cabello castaño oscuro lo miraba con confusión e ingenuidad plagando sus pupilas azules. No importaba qué tan sexys pudieran llegar a ser esos rasgos en el futuro, el solo pensamiento de imaginarse que dentro de ese cuerpecito se encontraba el alma con el que se había revolcado tantas veces, lo hizo sentir como la bestia más asquerosa del mundo. Pero no importaba cuán indispuesto se sintiera, su amante era ahora un niño que quizás no superaba los ocho años.

Usando su también demasiado joven cuerpo, caminó con calma hacia él, lo que le permitió notar que era más alto que el otro y, sin que se diera cuenta, se le escapó una sonrisa entre victoriosa y divertida. Estaba por decirle algo para tranquilizarlo por lo que acababa de pasar, cuando otra realización lo volvió a dejar helado.

No sabía lo que estaba pasando en realidad.

Llevado por la emoción de conocer a su amante tan pronto y la adrenalina de ser atacado, olvidó que acababa de entrar a un nuevo mundo, además, los zombis lo desconcertaron aún más. Si este era el nuevo mundo... Lewin de repente se sintió un poco aburrido.

«2-2, ¿este es... otro mundo apocalíptico?»

【... No, el de abajo... ¿Eh? ¿Qué quieres?... Quiero decir, ¿habló, maestro?】

«...» 

—Zaid, ¿estás bien? —preguntó una pequeña voz a su lado.

Al ser llamado con un nombre desconocido, Lewin habría podido estar confundido, pero el pequeño de ojos azules lo miraba directamente, así que sabía que le preguntaba a él.

—Sí...

No sabía el nombre del otro, así que alargó su respuesta un tiempo mientras intentaba recordar, entonces, después de un pinchazo en la sien, todos los recuerdos contenidos en el cuerpo de contratista llegaron a su mente. Qué mierda... 

—¿Tú estás bien, Joseph? —preguntó con preocupación a pesar de los improperios que escupía en su mente.

—Mhm —respondió con timidez el aludido mientras se aferraba a su brazo.

Parecía muy dependiente... y adorable, con esas mejillas rellenas, que tenían un leve sonrojo, Lewin casi no se contuvo de pellizcarlas.

—Vamos al refugio —dijo el hombre de uniforme militar, que, como bien adivinó Lewin en un primer momento, era el líder del grupo.

Mientras era guiado con el resto a una fábrica abandonada, Lewin repasó los recuerdos del contratista, los cuales no eran muchos. No se olvidó de pedirle a 2-2 que le transmitiera la información de la misión y los datos del mundo en cuanto tuviera un tiempo libre y más o menos solo.



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En el texto hay: bl, transmigracion, multiples mundos

Editado: 15.04.2024

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