Entonces te olvidé

6.3 Sexto primer encuentro

Lewin sabía que esto se debía a los trastornos disociativos del contratista, pero no pudo evitar estremecerse en pánico por la sensación de intromisión en su cuerpo y su mente. Un rastro de preocupación se dejó ver en su ceño fruncido.

Aunque 2-2 estaba callado, entendió los pensamientos de su maestro. Él también lamentaba un poco que este cuerpo fuera el único elegible de este mundo para transmigrar y, aun si no lo expresó, se prometió apoyar rápidamente a Lewin si en el futuro tenía problemas por la mente rota del contratista.

【Todavía queda la última página.】Recordó para sacar a su maestro del aturdimiento.

Hay infiltrados tunguses entre los mandarines;

me dieron una carta de los xibe. (1)

Incluso si muero, tengo que sacar a Liu Bei de ese lugar...

Él es lo único real en este mundo.

El título de esta hoja era "Veneno ancestral de xibe".

【Liu Bei es un jefe militar de Manchuria. Según los registros rescatables, fue vencido por el Comandante Sun y hecho prisionero de guerra...】Explicó enseguida 2-2. 【Sin embargo, desconozco su relación con el contratista.】

Lewin entendió lo que el sistema quería decir: el lugar de donde el contratista quería sacarlo debe ser la prisión donde está encarcelado. El problema era, ¿valía la pena arriesgarse por alguien del que se desconoce su conexión con el contratista?

«¿Sabes dónde se encuentra en este momento?

【Yo...】2-2 quería decir que no, pero luego recordó que su maestro lo iba a necesitar en este mundo más que antes, así que tuvo que comprometerse. 【Puedo investigar, pero lo dejaré solo con el sistema por un momento... ¿Estará bien?】

Asintiendo sin entender, Lewin observó cómo se materializaba frente a él un conejo con largas orejas caídas. Su pelaje negro resplandecía con un peculiar brillo dorado y violeta. Apenas había extendido su mano para probar la suavidad de su pelaje, el animal saltó a varios metros de distancia, desapareciendo a través de los muros; entonces, Lewin se dio cuenta que aunque su cuerpo parecía muy sólido, estaba compuesto de éter en estado puro, así como...

Sus pensamientos se detuvieron de forma abrupta. ¿Así como quién? ¿Como qué?

Entre más se esforzaba por recordar, sentía un dolor sordo en la parte posterior de la nuca, y la ilusión de que el insoportable sabor del veneno era exprimido de sus encías le provocó arcadas. Quizá la mera sugestión fue la que le impulsó a correr al jarrón más cercano y descargar todo lo de su estómago, que en realidad no era mucho.

Después de vomitar, Lewin se limpió con una toalla que encontró en el espacio de almacenamiento y aprovechó para lavarse la boca, frotando con ahínco las encías hasta hacerlas sangrar.

De repente, una abrupta iluminación le hizo darse cuenta de su extraño comportamiento, pero él mismo no fue capaz de entender de dónde provenía la extraña sensación de desconocimiento y desrealización. Luego, la soledad golpeó su pecho de forma tan imprevista como llegó la anterior extrañeza; sus ojos lagrimearon de forma incontrolable, pero fue la risa en lugar del llanto lo que se escuchó en la habitación.

Sabiendo que no era él, que era el cuerpo quien generaba esta disociación, Lewin se obligó a callar los pensamientos y detener sus acciones. Respiró profundo y exhaló con lentitud.

Decidió sacar los pergaminos del espacio donde los había guardado y comenzó a coser las hojas para poder utilizarlos como un cuaderno. Luego rebuscó entre las miles de cosas cierta piel de zerg, que había guardado tiempo atrás como recuerdo de su última misión de campo en el ejército de la República de Ferwin, y la utilizó como cubierta. Al terminar, admiró su trabajo rudimentario y ojeó de nuevo el contenido del cuaderno.

El contenido le hizo pensar en esos pueblos con técnicas secretas que vivían aislados del mundo. Había nombres como "control de sangre", "refinación de fluidos", "técnicas de supresión", entre otros similares.

Una idea audaz vino a su mente. ¿Era posible que el contratista perteneciera a ellos? ¿Se escapó? ¿Pero qué tenía que ver con los tunguses infiltrados entre los mandarines?

Lewin no podía llegar a una respuesta.

Mientras estaba aturdido mirando un punto en el vacío, el veloz conejo regresó a la habitación y suspiró con simpatía. Su maestro era de hecho muy lamentable en este mundo.

【Lo encontré.】Habló en un tono bajo para no asustar al otro. 【Él... Está en un calabozo subterráneo bajo el Palacio de la Emperatriz viuda.】

Sorprendido, Lewin parpadeo de manera incomprensible.

«¿Calabozo subterráneo?¿Por qué está ahí y no en la cárcel junto al resto?»

【Yo tampoco lo sé, pero se ve muy mal, me temo que...】Sin poder ocultar la preocupación en su voz, 2-2 decidió detener sus palabras. También había otro detalle que decidió callar, pero creyó que no sería bueno para su maestro saberlo en ese momento, solo lo preocuparía sin razón.

No obstante, Lewin adivinó lo primero que el sistema insinuaba: si no lo rescataban, Liu Bei podría morir pronto. Así, tomó una decisión arriesgada.



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En el texto hay: bl, transmigracion, multiples mundos

Editado: 15.04.2024

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