Entonces te olvidé

6.12 Señor Conejo

La familia de cuatro dejó su casa para mudarse al lugar que Liu Bei había estado preparando en el último año en el pueblo cercano. Como no podían vivir sin dinero, el hombre ya había conseguido un trabajo y juntó lo suficiente para una casa decente, además tenía una sorpresa para Lewin.

—Esta vez saldremos por atrás, pero cuando quieras regresar, puedes tomar el camino del río —explicó Lewin a la niña mientras señalaba el mapa de su casa que había dibujado hace no mucho tiempo.

Zhangsun asintió en comprensión y guardó con cuidado el mapa en su pequeña maleta.

—¿Por qué no vas a buscar al Señor Conejo y ves si quiere subir al carruaje con nosotros? —preguntó Liu Bei y luego recordó al niño que llevaba en sus brazos —. Lleva a tu hermano también.

—¡Está bien!

La niña tomó la mano del pequeño y caminó emocionada hacia el huerto lateral de la casa.

Cuando sus hijos ya estaban lejos, Liu Bei se acercó a besar a su esposo sin ninguna restricción.

—No los mandaste lejos solo para besarme —dijo Lewin con las mejillas enrojecidas por la falta de aliento después de que se separaron.

—Quería darte un regalo —. Liu Bei sacó la pulsera que ocultaba en sus mangas y se la mostró—. No es la misma que perdiste, ni siquiera tan valiosa, pero espero que esto sirva hasta que pueda conseguirte una igual.

Mirando la pulsera, Lewin confirmó que de hecho no era tan valiosa, porque las cuentas solo eran piedras de un color que se asemejaba al jade con un solo colgante de ese material, pero sintió que era mil veces mejor que la que usaron antes como moneda de cambio.

—No hace falta que la recuperes —expresó Lewin con una sonrisa radiante—. Era verdad cuando dije que no era importante para mí, además, esta me gusta mucho más.

Para confirmar sus palabras, se la puso en su muñeca de inmediato. Cuando Liu Bei miró su muñeca esbelta abrazada por una pulsera común, sintió que cualquier cosa que llevara puesto se volvería incomparablemente hermosa. Después de un rato de besarse y hablar del futuro, ambos sintieron que los niños habían tardado mucho, así que fueron a buscarlos.

Sentados al fondo del huerto, hallaron a los pequeños.

—El Señor Conejo no está —lloró Zhangsun.

Contagiado por el llanto de su hermana, Liu Shan empezó a chillar, llamando también al Señor Conejo con su vocecita apenas entendible.

Sin necesidad de ponerse de acuerdo, cada quien abrazó a uno de los niños e intentó calmarlos.

—Tal vez solo fue a pasear, siempre sale sin avisar... —empezó a decir Lewin.

—No, pero se llevó toda su ropa —lloró Zhangsun con más fuerza.

Asomándose en la madriguera, Lewin confirmó que no había ni uno solo de los moños y "túnicas" que su hija le había hecho al conejo.

—Quizá empacó para ir con nosotros —sugirió Liu Bei después de un rato en el que solo se escuchó el llanto de los niños.

—¡Cierto! —apoyó Lewin enseguida —. Sabía que saldríamos hoy, pudo adelantarse y ya hasta podría haber puesto su madriguera en el jardín de la nueva casa.

Esta idea calmó a Zhangsun un poco y se detuvo a pensar. Creyó que esa especulación tenía sentido así que limpió sus lágrimas. Imitando a su hermana mayor, Liu Shan también guardó silencio y se talló la cara sin mucha habilidad.

—Salgamos rápido, no dejemos que el Señor Conejo nos espere mucho tiempo —apresuró Zhangsun entusiasmada, como si fuera otra la persona que lloraba hasta hace un momento.

Los padres solo pudieron suspirar con impotencia y caminar hacia el carruaje. Liu Bei acomodó primero a los niños y se giró hacia Lewin para ayudarlo, pero este se había detenido a unos metros de distancia.

Sin notar la mirada de interrogación de su amante, Lewin dio una razón vaga sobre haber olvidado algo y caminó hacia el lugar donde estaba seguro que acababa de ver un rabo gordo muy familiar.

—... te dije... no.... Shesh...

Escuchando muy pocas palabras que salían de una voz joven femenina, Lewin se acercó confundido hacia la fuente del sonido y vio que, en efecto, ese rabo era muy familiar, pero no se trataba del Señor Conejo, sino de 2-2, que hablaba con una joven a la que tardó en reconocer.

—¡Tú eres...!

Por el susto de haber sido descubierta, la joven abrió los ojos asustada y actuó sin pensar. El cuerpo delgado de piel blanca cubierto con una capa del mismo color se transformó a una velocidad increíble en un conejo gordo que huyó asustado.

—Chen. Xiao. Ling. Detente ahí en este instante —ordenó Lewin en tono firme. Aunque estaba sorprendido, no tardó mucho en reaccionar y deducir lo que estaba pasando —. ¿O prefieres que te llame "Señor Conejo"?

El conejo se paró aturdido y giró con cautela, regresando a la apariencia de una joven.

Lewin pensó que actuaría como si no entendiera o admitiría sus errores como cuando era pequeña, pero subestimó el afecto que Chen Xiaoling le tenía como padre adoptivo y más aún el anhelo de volver a estar con su familia. Apenas miró a Lewin medio segundo antes de saltar abrazarlo y llorar sin poder evitarlo.



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En el texto hay: bl, transmigracion, multiples mundos

Editado: 15.04.2024

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