Iba a llegar tarde, maldita sea, su primer gran contrato e iba a quedar mal, metió todo en la camioneta y arranco desesperada, cuando se acordó que todos los cupcakes podían regarse aminoro la velocidad, se miro en el espejo retrovisor para revisar su imagen, y respiro profundo, nada podía salir mal, hizo una pequeña oración necesitaba ese contrato para pagar las deudas que la estaban agobiando si no todo el empeño que le había metido a su pequeño negocio se irían a la mierda.
Oh no, semáforo en rojo, los había encontrado todos así desde que salió de su apartamento, hizo varias inhalaciones y se calmo, ya estaba cerca de la casa donde la esperaban sus futuros clientes, era una joven pareja que contraería matrimonio y la habían llamado por recomendación de una amiga, lo importante de este contrato era que la pareja que se casaba eran miembros de dos de las familias mas importantes de la ciudad, en esa ceremonia estaría toda la crema y nata de la sociedad, sería la vitrina perfecta para su negocio.
Cuando finalmente llego se quedo con la boca abierta, esa no era una casa era una mansión, estaba rodeada por una pared de concreto con unas puertas de rejas blancas, se acercó y un vigilante le pregunto su nombre, se identifico y el tipo la dejo pasar, parqueo su camioneta donde le habían indicado, bajo y arreglo su vestido, tenía que dar la mejor imagen profesional, agarro las cajas de cupcakes y se dirigió a la casa, nuevamente elevo una oración para que todo saliera perfectamente.
Toco la puerta y una señora de cabello blanco le abrió, tenía una sonrisa muy cálida que le recordó a su abuela, la anciana la hizo pasar a un salón donde la esperaban varias mujeres, la novia se levanto con una sonrisa de bienvenida, era Jimena Mendoza, la mujer mas hermosa que Mia hubiera visto en su vida, tenía una cabellera negra y espesa, muy brillante, era alta, delgada, muy estilizada, Mia se dio cuenta que todas las mujeres que habían en ese salón parecían sacadas de una revista de modelos, una era mas hermosa que la otra
Mia – le dijo Jimena – que gusto que hayas llegado, te presento a las mujeres de mi familia, les he hablado maravillas de ti
Gracias – dijo tímidamente Mia
Miren niñas, ella es Mia Torres, hace unos pasteles y unos cupcakes de infarto
Hay que probarlos dijo una castaña ojos avellana que estaba muy embarazada – puedo darme ese lujo con este ratón dentro de mi – siguió mientras mostraba su abultada barriga
Todas rieron. El resto del grupo lo conformaban una pelirroja bastante pecosa con un cuerpo de envidia y una señora de algunos 50 años que debía ser la madre de Jimena por que tenía sus mismos ojos negros. Todas las féminas quedaron encantadas con su producto, y de una cerraron el trato, Mia quería saltar de alegría pero se contuvo, debía mantener su imagen profesional, acordaron el precio, las cantidades y el día, y para su buena fortuna le dieron un adelanto del 50%.
Recogió sus cosas y se dispuso a marchar, cuando iba saliendo de la mansión choco con alguien y se fue directamente al piso
Maldita sea – dijo quien la había chocado, Mia levanto la vista y juro que sintió que su corazón se detuvo por un segundo, frente a ella esta un dios griego con el cabello negro como la oscuridad y unos ojos de igual color pero con una profundidad que ella sintió que la desnudo solo con mirarla, su cuerpo se veía deliciosamente esculpido a través de la camiseta (también negra) que llevaba, el desconocido levanto una ceja al ver el escaneo visual que ella le estaba haciendo, le tendió la mano para ayudarla a levantarse ella dudo un momento y finalmente se la dio, al levantarse el utilizo mucha fuerza y ella quedo pegada a su cuerpo, pudo oler su aliento, sintió una punzada en su vientre y mas abajo, escucho que alguien se aclaraba la garganta, Mia se separo del desconocido
Cristóbal!, que bueno que llegaste – dijo Jimena acercándose a la pareja
Si, acabo de llegar del aeropuerto directo para acá
Que bueno hermanito. Veo que ya conociste a Mia, ella hará el pastel de mi boda
Encantada señor – Dijo Mia sintiendo que la cara se le caía de vergüenza, se despidió rápidamente y salió despavorida de esa propiedad. Se preguntaba una y mil veces que le había pasado.
Llego a su apartamento y se puso a dar saltos de alegría, por fin había conseguido el dinero para pagar el crédito del banco del cual tenía 5 cuotas atrasadas, se sentó en el único sofá que tenía en la sala y lloró, lloro largo y tendido por todos los meses de angustia que había tenido.
Todo había empezado tres años atrás aproximadamente, ella vivía en un pequeño pueblo a dos horas de ahí, su padres muy humildes escasamente habían podido proporcionarle los estudios básicos a ella y a sus dos hermanos mayores, cuando Mia termino su secundaria a la edad de 17 años decidió abrirse camino e irse a la ciudad, su madre había llorado desconsoladamente, sus hermanos habían tratado de persuadirla, y su padre no había dicho nada, se había limitado a escuchar sus razones y lo único que le dijo fue que luchara por sus sueños y no se dejara pisotear de nadie.
Llego a una ciudad a la que nunca había visitado, trabajo como empleada domestica, como camarera, mesera, hasta que la contrataron en un restaurante como ayudante de cocina ahí nació su amor por la repostería y por el imbécil que la había metido en todo este lio, el cheff del restaurante le enseño todo lo referente a este arte y ella se enamoro perdidamente de el; el la trataba como a una princesa y la alentó para que tomara cursos de repostería donde perfecciono su técnica, alentada por Franchesco, así se llamaba el susodicho, abrió un pequeño negocio de cupcakes desde casa, consiguió un apartamento modesto y empezó su proyecto, primero con sus conocidos quienes fueron recomendándola por su excelente calidad, hizo un préstamo en el banco para comprar todos los instrumentos necesarios, la batidora comercial, el horno, los moldes, una vieja camioneta para entregar los pedidos y cuanto necesitara; cuando el negocio fue andando a Franchesco se le ocurrió la genial idea de renunciar a su trabajo y ayudarla, en un principio le pareció genial pero su falta de experiencia e ingenuidad no la dejo ver que un negocio apenas comenzando no daba para cubrir tantos gastos y menos si tienes una carga como Franchesco, que en los primeros días la ayudaba pero después fue un completo perezoso, se levantaba tarde, se iba de juerga con sus amigos y llegaba a altas horas de la madrugada, a pesar de todo ese desastre Mia lo hizo lo mejor que pudo y en ese momento no le dio importancia pues lo amaba, las cosas no iban muy bien pero ella se esforzaba, pagaba las cuotas del banco a tiempo y guardaba lo poco que le quedaba, quería hacer un ahorro para comprar equipos mas modernos y adecuados para el negocio, para ello se abstenía de muchas cosas, incluso trataba de gastar lo mínimo en la alimentación, andaba con los mismos harapos pero se alentaba mentalmente con la consigna “todo es para mejorar”.