No podía contener su rabia, ahí estaba la mujer que Cristóbal amaba, como se había atrevía, cuando le había jurado amor a su hermana, su pobre hermana que había caído en manos de estos desgraciados, miro a Camila, la socia que tenía por conveniencia, ella le había explicado como habían sucedido exactamente las cosas y por eso había decidido vengarse. Miro a la nueva novia de Cristóbal, era hermosa, lastima que tenía que acabar con su vida por que realmente era bella, pero el tenía que pagar por todo el daño que le habían hecho.
Hace muchos años tuvo una novia a la cual había engañado, se fue sin rumbo por el mundo dejando a su único familiar sola y desprotegida, su hermana Siara, cuando decidió volver para enmendar su error encontró a su hermanita enredada en una trama de amor y odio entre los Mendoza y Camila.
Su hermana Siara estaba ayudando a Camila con un plan para separar a Daniel Mendoza de su novia Marcela, quien había sido su novia; y Siara, su hermanita estaba enredada amorosamente con Cristóbal Mendoza, todo un laberinto, sin embargo, en un giro cruel de la historia, su hermana había terminado muerta, y el imbécil de Cristóbal le había dicho que había sido Camila quien había asesinado a Sira, cuando en realidad había sido Marcela, su amada Marcela quien había halado el gatillo. El amaba a Marcela, aun lo hacía, pero no podía perdonarle que le arrebatara la vida a su querida hermana.
Arturo y Camila salieron de la habitación, Mia lloro sin consuelo, como se había metido en este lio, no les creía nada, Cristóbal no era un ser malvado, era testarudo, gruñón y posesivo, pero un asesino no, tenía que salir de ahí, no podía permitir que le hicieran daño por medio de ella, tenia que evitar a toda consta que el se presentara, pero como?
Cuando estuvo segura que estaba sola, se levanto de la cama y recorrió la habitación, no encontró nada que pudiera ayudarle; pego el oído a la puerta y no escucho nada y vio la silla, suspiro, la tomo entre sus manos y se quedo pegada a la puerta esperando que alguien entrara para reventársela en la cabeza.