Punto de vista de Alex:
El campus universitario estaba lleno de estudiantes que iban y venían, sumidos en sus propios asuntos. El sol brillaba en el cielo despejado, creando una atmósfera cálida y animada. Alex caminaba por el camino principal hacia su próxima clase, con su mochila al hombro y su mirada fija en el suelo. Estaba absorto en sus pensamientos cuando de repente, algo llamó su atención.
Al levantar la vista, sus ojos se encontraron con una figura que caminaba con gracia por el campus. Era Valentina. Llevaba un vestido de verano que resaltaba su figura esbelta y dejaba al descubierto sus hombros. El vestido tenía un estampado floral en tonos suaves, que combinaba perfectamente con la temporada primaveral. Sus cabellos castaños caían suavemente sobre sus hombros, y sus ojos verdes brillaban con una mezcla de determinación y curiosidad.
Alex se detuvo en seco. Quedó completamente hipnotizado por la belleza y la elegancia natural de Valentina. Su caminar parecía lleno de confianza y gracia, lo cual hacía que destacara entre la multitud. Alex se encontró incapaz de apartar la mirada de ella.
«¿Quién es ella?», se preguntó Alex para sí mismo. Su corazón comenzó a latir más rápido, y una oleada de emoción lo recorrió. Nunca antes había sentido una atracción tan instantánea y poderosa. Sus pensamientos se convirtieron en un torbellino de preguntas y emociones, mientras luchaba por entender qué estaba sucediendo.
Valentina continuó caminando, ajena a la mirada de Alex. Parecía estar absorta en sus propios pensamientos, pero Alex no podía evitar notar la luz que parecía emanar de ella. Era como si estuviera rodeada de una energía magnética, capturando la atención de todos a su paso.
El tiempo pareció detenerse mientras Alex la observaba. Cada paso que daba Valentina, cada gesto y movimiento, parecía tener una belleza y una gracia indescriptibles. Era como si estuviera viendo a alguien salido de un sueño, alguien a quien no podía apartar de su mente.
Alex sabía que tenía que acercarse a ella, hablarle y conocerla mejor. Pero también sentía una punzada de nerviosismo. ¿Cómo podría él, un chico tímido y reservado, acercarse a alguien tan increíble como Valentina?
Cuando se vino a dar cuenta, la chica había entrado a su salón de clases y él debía irse al de él, pues hasta hace un momento estaba preocupado por llegar tarde.
Suspiró, debido a que sentía como si acabara de dejar pasar la oportunidad de su vida de por fin conocer a alguien que llenara su vida de color. Pero ahí estaba él, entrando a las aburridas clases de literatura clásica con la cabeza en las nubes.
Punto de vista de Valentina:
Valentina caminaba con determinación por el campus universitario, sintiendo la mirada de alguien clavada en su espalda. Aunque pretendía actuar como si no se diera cuenta, su corazón latía con fuerza y una sonrisa juguetona se dibujaba en sus labios. Había notado a Alex desde el momento en que levantó la vista, y su curiosidad se despertó de inmediato.
Al entrar al aula y buscar un asiento, no pudo evitar repasar en su mente los rasgos de aquel chico que la había observado con tanta intensidad. Tenía el cabello oscuro y desordenado, ojos expresivos y una mirada profunda que parecía leer su alma. Aunque no había cruzado palabra con él, algo en su forma de mirarla la había intrigado.
Sentada en su pupitre, Valentina intentó concentrarse en la clase, pero sus pensamientos seguían regresando a aquel chico misterioso. ¿Quién era él? ¿Por qué la miraba de esa manera tan intensa? Era como si hubiera sentido una conexión instantánea, una conexión que ella también había experimentado al verlo.
Mientras el profesor hablaba sobre ecuaciones y números, Valentina dejó volar su imaginación. Se imaginaba a sí misma caminando por el campus junta a Alex, conversando y riendo como si no hubiera un mañana. Imaginaba sus miradas entrelazadas y cómo cada encuentro les descubriría nuevos mundos. Pero también sabía que esas fantasías podían ser solo eso, fantasías.
Sacudiendo la cabeza suavemente para volver a la realidad, Valentina decidió que, si el destino así lo permitía, tendría la oportunidad de conocer a aquel chico que la había cautivado con solo una mirada. La universidad era un lugar lleno de encuentros inesperados y conexiones sorprendentes, y ella estaba dispuesta a explorar cada una de esas posibilidades.
Con una sonrisa en los labios, Valentina se sumergió en las explicaciones del profesor, dejando a un lado por un momento los pensamientos sobre aquel chico. Sabía que el tiempo revelaría las respuestas a sus preguntas, y tal vez, solo tal vez, la vida les daría una oportunidad para encontrarse y descubrir si aquella atracción inicial era algo más que una simple ilusión.
Punto de vista de Gabriel:
En la misma clase donde estaba Valentina había un muchacho alto con el cabello rizado y la expresión desinteresada llamado Gabriel. Él estaba sentado en uno de los asientos de atrás del salón y cuando iba a iniciar las clases se percató cómo Valentina entró con entusiasmo y se sentó en uno de los pupitres del frente.
Gabriel apoyó su quijada en el brazo y vio de reojo como Valentina estaba absorta en sus pensamientos. No evitó mirar como ella sonreía, como se pasaba la mano por el cabello y como giraba la cabeza de un lado a otro de forma juguetona.
Él se jaló uno de sus propios flecos de cabello y sonrió. «¿Qué pasa con esta chica?», se preguntó sin dejarla de ver. Gabriel no entendía por qué Valentina estaba tan distraída, pero algo en la forma de ella actuar le parecía tierna.
Y luego de unos momentos, cuando el maestro comenzó a explicar un ejercicio en particular, Gabriel notó un cambio radical en la muchacha y la atención que puso en las explicaciones. Entonces él también prestó algo de atención, aunque no entendió nada de lo que decía el maestro, porque solo pensaba de qué forma podría acercarse a la chica distraída y tierna de su clase.