Valentina se adentró en la tranquila biblioteca de la universidad, buscando el libro que necesitaba para su asignación de matemáticas avanzadas. Sus ojos se deslizaron por las estanterías, examinando los títulos hasta que finalmente encontró el libro de Cálculo que buscaba. Lo tomó con cuidado y salió de la biblioteca hacia el soleado campus.
Encontró un lugar sombreado bajo un frondoso árbol y se sentó en uno de los asientos, abriendo el libro con entusiasmo. Sus dedos acariciaron las páginas mientras buscaba el capítulo sobre integrales. Sus ojos se encontraron con un teorema que capturó su atención: "El teorema fundamental del cálculo establece la relación entre la diferenciación y la integración".
Justo cuando Valentina se sumergía en la teoría, escuchó unos pasos acercándose. Levantó la vista y vio a un joven de cabello oscuro acercándose a ella. Era Alex, y parecía igualmente sorprendido al verla.
—¡Hola! —saludó Alex, tratando de ocultar su nerviosismo—. Disculpa si interrumpo, pero no pude evitar notar que estás leyendo 'Cálculo: Una aproximación moderna'. Yo también lo estoy leyendo.
Valentina se sorprendió gratamente por su acercamiento y le devolvió una sonrisa tímida.
—¡Hola! Sí, estoy estudiando cálculo avanzado. Es un tema fascinante. ¿En qué parte vas?
Alex se sentó a su lado, aliviado de que la conversación comenzara de manera amigable.
—Estoy revisando el capítulo sobre derivadas parciales. Es un tema desafiante pero interesante. ¿Qué opinas del libro hasta ahora?
Valentina señaló el capítulo que estaba estudiando y el teorema que había llamado su atención.
—Justo aquí. Este teorema establece una conexión fundamental en el cálculo. Es sorprendente cómo la diferenciación y la integración están intrínsecamente relacionadas.
Alex asintió mientras repasaba el teorema.
—Definitivamente. Es asombroso cómo estas dos operaciones matemáticas están estrechamente vinculadas. Abren las puertas a la comprensión de muchos fenómenos naturales.
La conversación fluía con naturalidad entre ellos. Hablaban de conceptos matemáticos, teoremas y aplicaciones prácticas. Descubrieron que tenían la misma asignatura y comenzaron a intercambiar ideas sobre los problemas del libro. Sus palabras se entrelazaban en un diálogo matemático, compartiendo soluciones y cuestionando los enfoques de resolución.
El tiempo parecía desvanecerse mientras discutían y analizaban cada aspecto del libro. Horas pasaron sin que se dieran cuenta, inmersos en su pasión compartida por las matemáticas. Los nervios iniciales habían desaparecido, reemplazados por una conexión genuina y una profunda admiración mutua.
Al final de la tarde, el sol comenzó a ocultarse y el campus se sumió en una suave penumbra. Alex y Valentina se dieron cuenta de que habían pasado mucho tiempo estudiando y que debían irse.
—Ha sido genial discutir sobre las matemáticas contigo —dijo Valentina sonriendo mientras guardaba el libro en su mochila—. Me encantaría seguir compartiendo ideas y resolviendo problemas contigo en algún momento, Alex.
Alex sintió una oleada de emoción ante la idea de pasar más tiempo con Valentina. Su corazón latía rápido mientras formulaba las palabras para invitarla a un café.
—¿Te gustaría... tal vez... tomar un café juntos? —tartamudeó Alex, nervioso pero lleno de esperanza.
Valentina pareció entusiasmada por la invitación, pero justo cuando Alex esperaba su respuesta, notó que la expresión de ella se transformaba en sorpresa y cierta incomodidad.
—Oh, lo siento, Alex —dijo Valentina, bajando la mirada—. Debo ser honesta contigo. Tengo novio.
El corazón de Alex se hundió. Un silencio incómodo se interpuso entre ellos mientras él trataba de procesar la noticia. Las expectativas y los pensamientos esperanzadores se desvanecieron en un instante.
—Oh, entiendo —respondió Alex, tratando de disimular su decepción—. No hay problema. Fue genial estudiar contigo.
Valentina se levantó rápidamente y recogió sus cosas, parecía apresurada por dejar el lugar. Sin mirar atrás, se despidió con un gesto rápido y se alejó corriendo hacia la biblioteca.
Alex se quedó estupefacto, incapaz de asimilar lo sucedido. Una mezcla de confusión y desilusión llenó su mente mientras veía a Valentina alejarse. Se preguntaba por qué la conexión que había sentido se había desvanecido tan rápidamente al enterarse de que ella tenía novio.
Por otro lado, Valentina llegó a la biblioteca y devolvió el libro en el mostrador con manos temblorosas. Se sentía agitada y frustrada consigo misma. Decirle a Alex que tenía novio había sido una mentira impulsiva, una forma de protegerse a sí misma.
Después de dejar la biblioteca, Valentina suspiró y sacó su teléfono para enviarle un mensaje a su amiga Daniela. Acordaron encontrarse en una cafetería cercana para hablar. Valentina necesitaba desahogarse y compartir su confusión.
Cuando se encontraron, Daniela notó la expresión enojada de Valentina.
—¿Qué pasó? —preguntó curiosa.
Ambas entraron a la cafetería, se sentaron en una mesa y pidieron algo para beber. Y una vez se habían acomodado, Valentina estiró los brazos y soltó un suspiro frustrado.
—Alex, el chico con el que estudié hoy matemáticas. Le dije que tenía novio cuando en realidad no tengo ninguno.
Daniela frunció el ceño.
—¿Por qué hiciste eso? ¿No te gusta?
Valentina agitó la cabeza con pesar.
—Me gusta, pero en el momento me asusté. No sé por qué dije eso. Arruiné cualquier posibilidad de tener una relación con él.
Daniela le puso la mano en la cabeza.
—Entiendo que te hayas sentido abrumada, pero deberías hablar con él y aclarar las cosas. No dejes que un malentendido te impida tener una oportunidad.
Valentina se mordió el labio, contemplando las palabras de su amiga.
—Entiendo tu punto, Daniela, pero si lo busco ahora y le digo la verdad, solo me verá como a una mentirosa. No quiero arruinar nuestra conexión antes de que realmente comience.