Entre 2 Destinos

3. El malentendido

Alex regresó a su apartamento con un peso en el corazón. La conversación con Valentina había sido maravillosa, pero la revelación de que tenía un novio lo dejó desanimado. Se dejó caer en la cama y suspiró profundamente, sintiéndose atrapado en una situación imposible. Por más que quisiera acercarse a Valentina, no podía ignorar el hecho de que ella ya estaba comprometida sentimentalmente, o almenos eso era lo que él creía.

La noche pasó lentamente mientras Alex se debatía entre la esperanza y la resignación. A medida que el amanecer se asomaba por la ventana, decidió que era mejor dejar de lado sus sentimientos y seguir adelante. Se levantó de la cama y se preparó para afrontar otro día en la universidad, sin sospechar que algo inesperado estaba por suceder.

Al otro día, Valentina y Daniela se reunieron para planear una pequeña fiesta en la que invitarían a todos sus amigos. Ambas paseaban por el campus, acercándose discretamente a algunos compañeros de clases para preguntarles si estaban libres en el fin de semana.

Y luego de haber invitado a varias personas, ambas se dieron un descanso y disfrutaron de un bocadillo.

Daniela comenzó a escribir una lista de cosas por hacer para la fiesta mientras Valentina miraba distraídamente a su alrededor. De repente, sus ojos se posaron en alguien familiar. Era Alex, quien caminaba a lo lejos, perdido en sus pensamientos. Un impulso repentino se apoderó de Valentina y sin pensarlo dos veces, se levantó de su asiento y se dirigió hacia él, dejando a Daniela sorprendida.

Alex notó a Valentina acercándose y una mezcla de nerviosismo y emoción recorrió su cuerpo. Se saludaron tímidamente, ambos conscientes de la conversación anterior y la situación incómoda en la que se encontraban.

—¿Terminaste de hacer el análisis del libro? —preguntó Alex, tratando de mantener una conversación amigable.

Valentina negó con una sonrisa.

—Aún no, tengo problemas con un tema en particular, pero voy avanzando.

Alex se alegró al escuchar eso.

—Entiendo, cualquier cosa me dices cuando quieras seguir estudiando conmigo, aunque ahora no es el momento. Bueno, hablamos luego.

Pero justo cuando Alex se disponía a irse, Valentina actuó de manera impulsiva y gritó:

—¡Espera!

Alex se detuvo, sorprendido por la repentina interrupción y miró a Valentina con curiosidad.

Con la voz llena de nerviosismo, Valentina habló rápidamente.

—Quería presentarte a mi novio.

Sin pensarlo, Valentina se acercó al primer chico que se cruzó en su camino, quien resultó ser su compañero de clases Gabriel. El chico, sorprendido al principio, vio a Alex y sonrió, dispuesto a seguirle el juego a Valentina.

—¡Hola, soy su novio, me llamo Gabriel! —exclamó el chico, aunque nunca habían tenido una conversación previa.

Alex quedó estupefacto, sin palabras ante la situación inesperada. Lleno de incredulidad y decepción, miraba alternativamente a Valentina y al chico que afirmaba ser su novio. Sus ojos se entrecerraron mientras las preguntas llenaban su mente, incapaz de comprender la situación en la que se encontraba.

—¿Hace cuánto salen? —preguntó Alex, tratando de entender lo que estaba sucediendo.

Valentina miró a Alex con una expresión incómoda, mientras el chico improvisado intentaba dar respuestas coherentes. Juntos, intentaron tejer una historia ficticia, inventando detalles sobre su supuesta relación.

—Es algo reciente —dijo Valentina con voz entrecortada—. Nos conocimos en una fiesta y las cosas simplemente surgieron entre nosotros.

Gabriel asintió, jugando su papel.

—Sí, fue amor a primera vista —afirmó, aunque sus ojos revelaban una falsedad difícil de ignorar.

La tensión en el aire era palpable. Alex comprendió que no tenía más opción que aceptar la situación y despedirse de ellos. Con una mirada resignada, les dijo que entendía y que esperaba que fueran felices juntos. Se dio la vuelta y se alejó, sintiendo un nudo en el estómago y una mezcla de tristeza y decepción.

Valentina, por su parte, parecía feliz por el hecho de que Alex había aceptado la farsa. Mientras que el chico que actuaba como su novio se aferró a su brazo y le dirigió la palabra en privado, revelando que había seguido el juego para salvarla de la situación incómoda.

—Te salvé el pellejo, ahora me debes una recompensa —susurró Gabriel con un tono lascivo, mirando a Valentina de forma lujuriosa.

Valentina lo miró fríamente, sintiendo un escalofrío recorrer su espalda.

—¿Qué quieres? —preguntó con voz firme, tratando de mantener su compostura.

Gabriel la agarró de la mejilla con fuerza y una sonrisa siniestra se dibujó en su rostro.

—A ti —respondió de manera amenazante.

Valentina sintió cómo la rabia y el miedo se apoderaban de ella. Intentó alejarse, pero el chico la tomó de la mano con firmeza, impidiendo su escape.

—Podríamos seguir fingiendo que somos novios —dijo con voz maliciosa—. Pero tendríamos que tener citas para que la mentira tenga credibilidad, ¿No crees?

Valentina aceptó a regañadientes, consciente de que estaba atrapada en una situación peligrosa y que debía actuar con cautela para protegerse a sí misma. Su mente se llenó de estrategias para manejar la farsa y para enfrentarse a Gabriel, quien se revelaba como una amenaza latente.

Ambos, Valentina y Gabriel, se separaron y cada uno siguió su camino. Valentina se dirigió a donde estaba Daniela con un peso en el corazón, mientras Gabriel observaba su retiro con una mirada amenazante. La incertidumbre y el miedo se apoderaron de Valentina, quien se preguntaba cómo podría manejar esta situación.

Daniela al verla llegar la abrazó y le preguntó qué había pasado, ya que solo había podido distinguir el abrazo entre ella y Gabriel.

—Vamos, te cuento en el camino —mencionó la chica confundida y atemorizada.




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