Entre acero y destino.

Entre el silencio y la luz

Capítulo 7

El amanecer llegó suave, como una caricia sobre la nieve.

Dentro de la cabaña, el fuego aún ardía en el hogar, y un rayo de luz se filtraba por las rendijas, tiñendo el aire de dorado y humo.

Astrid se movió lentamente, abriendo los ojos.

Por un instante no recordó dónde estaba.

Sintió la madera bajo sus manos, el calor del fuego… y entonces lo vio.

Kael estaba despierto, reclinado sobre la cama, tan cerca que podía sentir el calor que emanaba de su cuerpo.

Sus ojos grises la observaban con calma, una calma que la desarmó por completo.

Ella parpadeó, dándose cuenta de que había pasado la noche dormida junto a él, tan cerca que su brazo aún rozaba el suyo.

Se incorporó de inmediato, el rostro encendido.

—Yo… —balbuceó— lo lamento, no fue mi intención quedarme aquí. Solo quería asegurarme de que estabas bien, pero el sueño me venció.

Kael la miró un segundo en silencio.

Luego, por primera vez, su expresión se suavizó.

Extendió una mano y tomó la de ella con una delicadeza que Astrid jamás habría esperado de aquel guerrero.

—Gracias —dijo simplemente.

Una sola palabra, pero con el peso de todo lo que él no sabía decir.

Para Astrid, fue más valiosa que cualquier joya.

Sintió un nudo en el pecho, y algo dentro de ella —una emoción desconocida— la obligó a bajar la mirada, intentando ocultar la sonrisa que amenazaba con escapar.

En ese instante, la puerta se abrió y Ingrid apareció con su capa sobre los hombros.

—Veo que ya despertaron —dijo con una leve sonrisa, tomando su bastón—. Iré por más hierbas antes de que el sol suba demasiado. No tarden en encender el fuego si se enfría.

Antes de salir, les lanzó una mirada que contenía más sabiduría que mil palabras.

—No se preocupen… —añadió con un guiño—. Nadie molestará esta cabaña por un buen rato.

Y se marchó, dejándolos solos.

Por un momento, el silencio se adueñó del lugar.

Pero no era un silencio incómodo.

Era ese tipo de calma que hace que el corazón lata con fuerza, ese instante donde las palabras sobran porque el aire ya está cargado de algo que ninguno de los dos se atreve a nombrar.

Astrid se sentó junto al fuego, mirando cómo las brasas chispeaban.

—Te agradezco… por haberme salvado. Tres veces ya —dijo, girando apenas el rostro hacia él.

Kael asintió con un leve movimiento.

—No ha sido un problema.

Sus palabras fueron simples, pero su tono contenía un matiz diferente, casi cálido.

Astrid bajó la vista, jugueteando con un mechón de su cabello.

—Svala… —dijo en voz baja.

El cambio en el rostro de Kael fue inmediato.

Su mandíbula se tensó, y sus ojos se endurecieron como el acero.

—¿Qué te dijo? —preguntó, su tono más firme de lo habitual, casi exigente.

Astrid se sorprendió por la intensidad en su voz.

—No mucho —respondió, intentando restarle importancia—. Solo… que no le caigo bien.

Kael soltó un resoplido, apartando la mirada hacia el fuego.

—No debes hacerle caso a Svala—dijo finalmente—. Ella suele ser… una molestia.

Astrid alzó las cejas con una mezcla de curiosidad y prudencia.

—Aun así, parece que te importa —murmuró.

Kael la miró, y esta vez una sonrisa irónica se dibujó en sus labios.

—A Svala lo único que le importa es ella misma.

Su voz fue firme, pero había en ella un dejo de cansancio, como si hablase de algo que ya había vivido demasiadas veces.

Astrid observó su perfil, la forma en que la luz resaltaba las cicatrices de su rostro, y sin saber por qué, sintió una punzada en el pecho.

No era lástima… era comprensión.

—Perdona mi curiosidad —dijo en tono suave—, no quise parecer entrometida.

Kael la miró con esos ojos grises que parecían leer más de lo que ella decía.

—¿Por qué te interesa tanto saber lo que hay entre Svala y yo? —preguntó, con voz grave pero sin hostilidad.

Astrid lo sostuvo la mirada, aunque el corazón le golpeaba el pecho con fuerza.

—No lo sé —admitió con sinceridad—. Tal vez porque intento entenderte, Kael.

—¿Entenderme? —repitió él con una media sonrisa.

—Sí —respondió ella, sin apartar la mirada—. Porque hay algo en ti que no encaja con el salvaje que todos dicen que eres.

Kael permaneció en silencio, con la mirada fija en ella.

Por un instante, el mundo pareció detenerse.

El fuego crepitó, el viento silbó entre las tablas… y ambos se dieron cuenta de que algo estaba naciendo entre ellos, algo frágil, inesperado, y más peligroso que cualquier guerra.

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OMG, OMG estoy que me desmayo jajajaja honestamente la tensión y química entre estos dos se siente en el aire y yo creo que aquí hay corazón jeje ustedes que piensan?




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