Entre amor, ilusion y mentiras

Diana del Villar

Aun no puedo creer el cambio drástico en mi vida, después de ser una fotógrafa de pasarela y farándula, paso a ser la encargada de Collage y tomar fotos en eventos de beneficencia, pensar que antes me empeñaba en rechazar propuestas de trabajo solo para estar cerca de Víctor, mismo motivo que me llevo a aceptar cualquier cosa solo para estar alejada de todo lo que me lo recuerde, cosa que nunca hice por mi ex y eso que estuvimos más tiempo juntos, pero irme a otro país no ha ayudado en nada.

No puedo dejar de pensarlo, de amarlo, de extrañarlo tanto y ahora que es más notable mi embarazo, me hace sentir su ausencia todas las noches, que si lo tuviera frente a en este momento me arrojaría en sus brazos sin detenerme a pensar en todo el daño que me hizo al no confiarme lo que pasaba en su vida, de seguro todo sería diferente si llegara y me dijera estoy divorciado porque quiero estar contigo el resto de mi vida”, pero recuerdo que hay un bebé entre ellos.

-¡Mi hermosa castaña, todo está fabuloso!—menciona mi jefe al ver el trabajo concluido con el tema de verano de este año.

-Me agrada que le guste señor Fontana—se ríe divertido negando con su cabeza, coloca sus manos sobre mis hombros y mi cuerpo se tensa ante la incomodidad.

-Nada de señor preciosa, puedes llamarme Sergio—susurra en mi odio para después retirar mi cabello y darme un beso en el cuello, me levanto de un salto con las ganas de abofetearlo pero me paralizo al ver a la secretaria con cara de pocos amigos.

-Disculpen la interrupción, buscan a la señorita del Villar en recepción—informa mirándome de pie a cabeza con desagrado.

-Gracias, si me disculpa atenderé a mi visitante—me retiro sin esperar alguna protesta de mi jefe.

Al salir a recepción busco con la mirada a quien podría estar buscándome, no tengo amigos en este lugar, solo personas que me buscan para un trabajo extra, un hombre de traje elegante se me acerca y lo miro con el ceño fruncido.

-¿Diana del Villar?—asiento algo desconfiada— soy Bruno Costa, he sido contratado como su chofer por este día.

-¿Chofer? Yo no necesito ninguno—se ríe levemente y luego se coloca serio.

-Créame que lo sé señorita, tiene una invitación a cenar y me informaron que no aceptara un no por respuesta.

-Si no acepto ¿Qué pasa?—le reto a lo que vuelve a sonreír divertido.

-Pues tendré que llevarla en mi hombro—da dos pasos al frente y yo retrocedo por inercia.

-¿Qué se le ofrece al caballero?—bufo al escuchar la voz del entrometido y sentir su sucia mano en mi cintura.

-Asuntos con la señorita—lo mira seriamente y luego se relaja para mirarme a con una leve sonrisa— ¿Asistirá?—lo pienso unos segundos, sería la mejor forma de zafarme de mi jefe.

-De acuerdo, ¿Podría decirme la hora?

-A la hora de su salida, estaré esperándola—miro mi reloj y faltan dos horas.

-Termino algo y salgo, será como una hora máxima—asiente suspirando aliviado.

-Estaré afuera—se despide con un movimiento de cabeza y se marcha.

-¿A dónde iras con ese hombre?—pregunta molesto a quien ni quiero tener cerca.

-A una cita—encojo mis hombros.

-¿Por qué?—pregunta ahora en un gruñido.

-Porque soy adulta y tomo mis propias decisiones, puedo salir con quien yo quiera—me toma del brazo y me estampa contra la pared para besarme con ferocidad, lo empujo y le meto una bofetada que tanto deseaba darle.

-Diana, me tienes loco muñeca, desde que llegaste te he elogiado, coqueteado y ofrecido de mil formas para que te fijes en , sal conmigo—niego— ¿Qué te lo impide?—trata de abrazarme pero me alejo.

-Dejemos las cosas claras, usted es mi jefe y yo su empleada, amor en el trabajo no funciona, no me gusta y punto.

-Esa es una excusa estúpida, te lo vuelvo a preguntar ¿Qué te lo impide?—me empuja con fuerza a la pared y con miedo cubro mi vientre con mis manos como forma de protección.

-No me lastime, estoy embarazada—suelto nerviosa y se aparta de mi como si le hubiera echado un vaso de agua encima mirándome con asco.

-Lárgate—me ordena entre dientes, veo sus puños apretados y le hago caso pero antes de dar dos pasos me detienen sus palabras—no quiero volver a ver tu cara en mi Agencia, pasa tu carta de renuncia ahora mismo a recursos humanos, tendrán tu liquidación lista—asiento con un nudo en la garganta por el miedo y la rabia.




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