A la mañana siguiente Álmiro fue el primero en levantarse, antes, incluso, que el altoparlante los despertara; el apetito que tenía lo hizo salir casi apurado al comedor para servirse un enorme desayuno. Tras pasar la gran columna del reloj vio que la fachada del comedor estaba decorada con patas de pollos, carne, pescados, frutas y verduras, todas talladas en la misma piedra, al lado de la puerta giratoria había dos columnas que simulaban ser piononos rellenos. Al cruzarla Álmiro distinguió un enorme salón lleno de tablones y sillas de madera, había algunas que otras mesas cuadradas y redondas pero la mayoría eran grandes tablones rectangulares, en la otra pared de enfrente había enormes mesas llenas de todas delicias para desayunar así como también bebidas de todo tipo, calientes, frías, dulces, amargas.
−Tomas una de éstas bandejas y vas a servirte. − Le dijo una voz a su derecha.
Álmiro se giró y vio otro tablón lleno de bandejas, al lado de éste y con una en la mano, había un chico de su misma estatura, un poco más fornido que él de pelo negro corto y ojos grises oscuros, con una barba de algunos días que le quedaba muy bien a su definido rostro.
−Gracias, − respondió Álmiro tomando una bandeja, y viendo que el chico lo esperaba lo siguió − tu eres el chico de la doscientos cuarenta y cinco ¿verdad?
−No es más fácil decir que soy tu vecino, − contestó éste con una sonrisa − si soy ese, me llamo Mariano.
−Un gusto, Mariano, yo soy Álmiro.
Luego de haberse presentados caminaron junto los treinta y ocho metros de largo del salón hasta llegar al otro extremo y comenzaron a servirse de todo un poco, al llegar al área de las bebidas Álmiro miró un costado y vio lo que quería.
−Ah bueno, si vas a tomar unos mates yo te acompaño. − Añadió Mariano al verlo tomar el set de mate.
Caminaron hasta una mesa cuadrada y se sentaron uno en frente del otro, comenzaron a charlas mientras el comedor se llenaba más y más de gente. En un momento entraron las amigas de Álmiro y al verlo allí sentado decidieron no interrumpir a los chicos porque se estaban riendo bastante juntos, pero Eshia y Jesica no vieron donde estaban sus compañeras y fueron directamente con Álmiro, éste les presentó a Mariano y todos comenzaron a charlar. Clara y Sarah se estaban parando para ir con ellos cuando entraron sus novios seguidos de Leandro, Emaniuel y Ariel. Éste último, decidió tomar una de las fuentes e ir a servirse el desayuno antes de hablar con sus amigas.
− ¿Pueden creer que esas dos interrumpieron a Álmiro y a ese chico? − Comentó Sarah.
− ¿De qué hablas? − Preguntó Darío.
−Álmiro y ese chico estaban solos desayunando riéndose como si se conocieran de años y ellas fueron a sentarse con ellos. − Añadió Clara.
−Es lógico, − dijo Leandro − él es su amigo pero ¿quién ese?
−Etrtratra atr tratro tre trotrotros atrotrtre, tratr, tre Átrtritro. Etr utro tre trotr truatrtro true truetrtretr etr tra tratritratriótr atr tratro tre tra truetrtrtra. (Estaba al lado de nosotros anoche, bah, de Álmiro. Es uno de los cuatro que duermen en la habitación al lado de la nuestra.)
−Tiene facha el pibe. − Acotó Darío.
−Qué degeneración. − masculló entre dientes Leandro pero todos lo escucharon, a excepción de Ariel que seguía sirviéndose comida a lo lejos.
Justo cuando Sarah y Clara estaban por decirle algo vieron a Fausto junto a Álmiro y cómo éste se paró y siguió al anciano hasta salín del enorme salón. Eshia y Jesica se quedaron un rato con Mariano y luego éste se levantó y tras saludar a las chicas con un beso en la mejilla se marchó, al seguirlo con la mirada ambas vieron a los demás sentados en un tablón y se les unieron.
− ¿Quién era ese? − Les preguntó Ignacio.
−Se llama Mariano, es re lindo. − Contestó Eshia.
−Sí, pero como van a ir con ellos justo cuando estaban charlando con Álmiro, no sean tan...
−Al fin las encuentro. − Dijo Liúmira un poco agitada interrumpiendo a Sarah − Vengan conmigo que tenemos que ir a su primera clase. Ustedes esperen a Lábiro, ¿y Álmiro? − Les preguntó a los chicos.
−Lo vino a buscar Fausto y se fueron juntos − Respondió Jesica.
−Bueno de seguro lo llevará más clase a su tarde, digo más tarde a su clase. − Se corrigió.