Capítulo 4 – Sonidos cruzados

Lía había aprendido a reconocer tipos de miradas.

Las que se lanzaban por impulso.
Las que buscaban algo.
Las que no entendían el “no”.
Y las que solo estaban ahí, sin pedir permiso.

La de Lucas era de las últimas.

Desde aquel pequeño cruce en el pasillo, lo había visto un par de veces más. No por coincidencia. Él claramente la buscaba. Aparecía frente a su sala, se sentaba en la cafetería más cercana a su edificio, e incluso la había saludado un lunes con un casual “hola” como si fuera costumbre.

No lo era.

Y sin embargo, no era molesto.
No insistía. No se acercaba demasiado.
Solo estaba... presente.
Y eso, de alguna forma, la tenía inquieta.

—

Esa tarde, ella ensayaba en la sala chica.
Batería, bajo volumen, sin metrónomo.
Solo ella y el ritmo.

—Wow. No sabía que podías hacer eso con solo dos tambores —dijo una voz desde la puerta.

Lía alzó la mirada.
Lucas.
Apoyado en el marco, con esa expresión de “no estoy rompiendo ninguna regla”.

—¿Cómo entraste?
—Tenía que hablar con alguien del departamento… y escuché.
—¿Estás espiando músicos ahora?

Lucas sonrió.

—Solo a una.
—No es tan impresionante.

Se levantó, guardó las baquetas en su estuche y caminó hacia la salida.
Pasó a su lado sin mirarlo.

—¿Siempre eres así? —preguntó él de pronto.
—¿Así cómo?
—Tan cerrada.

Lía se detuvo.

—¿Y tú siempre eres tan entrometido?

Lucas la miró. Se encogió de hombros.
No con arrogancia.
Con... sinceridad.

—Solo cuando me interesa alguien.

Ese fue el primer momento en que ella sintió algo parecido a calor en el pecho.
Pero no dijo nada.
Solo siguió caminando.