TYLER
Agarre a Amy de la cintura empujándola inmediatamente lejos de mí, su boca dejó un mal sabor en la míos como si fuera veneno de la víbora que es.
Amy Green es la persona más molesta y horrible que he conocido.
—Te lo voy a decir una vez — ella me mira con diversión —Esta va a ser la última vez que me tocas y te acercas a mi — su semblante cambio a uno serio —No me interesas y nunca lo harás.
—¿Me cambias por ella?
—No, simplemente no me atraes de ninguna manera.
—¿Es por ella verdad? ¿Qué tiene Nikki que yo no?
—Si te lo dijera no termino hoy.
Ignoro su expresión de desagrado y me encamino lo más lejos de ella posible.
Llegó a la puerta de mi habitación y saco mis llaves para abrirla, pero en eso escucho unos pasos apresurados, volteo a mirar confundido y veo que es Savannah y corre hacia mi dirección con lágrimas en los ojos.
—¿Savannah?
—¡Tyler!
Ella llega a mi lado y veo desesperación y miedo en su mirada.
—¿Estas bien? — pregunto preocupado.
—Nikki, Nikki, ella, ella — esto me está dando mala espina.
—¿Ella que Savannah?
—Ella... — veo que le cuesta respirar.
—Oye tranquilízate, respira.
Ella obedece a lo que le digo y recupera el aliento, pero eso no borra el profundo terror que parece tener.
—Tienes que ayudarme, tenemos que ayudarla.
—¿A Nikki? ¿Qué pasó? ¿Se encuentra bien? — ella niega con lágrimas en los ojos.
—Creo que la secuestraron.
Un nudo se forma en mi garganta.
—¿La secuestraron?
—Fue tan rápido, ella estaba en la puerta principal y dos hombres se la llevaron y yo me escondí, no sabía qué hacer.
—Okay, tranquila, tranquila.
—Ayúdame Tyler.
—Para ayudarte necesito que te tranquilices.
Ella se toma su tiempo para calmar su respiración y relajarse.
Ella se toma su tiempo para calmar su respiración y poder relajarse.
—Ayúdame por favor — me ruega ella.
—Bien, pero debemos comprobar que no es algún tipo de broma adolescente. Dylan nos va a ayudar.
—¡¿Cómo va a ser una maldita broma adolescente?!
Esta chica esta que se puede desmayar en cualquier momento y no creo aguantarla mucho. Como puedo la llevo hasta la habitación de Dylan soportando sus reproches e increíble preocupación y doy gracias a Dios que la habitación de Dylan no está muy lejos.
Al tocar la puerta y cuando el abre en su rostro aparece una expresión de confusión.
—¿Ustedes qué hacen aquí?
El al mirar como se encontraba Savannah cambio su semblante a uno de preocupación.
—¿Estas bien?
—Ayúdanos — pide ella.
Esto no me gusta, no me gusta para nada.
Han pasado doce horas, ya son las ocho de la mañana y ninguna maldita señal de ella.
Yo y Dylan enviamos a Savannah a descansar, la obligamos, mejor dicho. Pero justo a las seis de la mañana ella llega a tocar la puerta con tres cafés en mano y bolsas bajo sus ojos.
Ahora veo que ella es el tipo de chica que cuando se propone algo es porque lo va hacer.
—¿Cómo van? — pregunta y en su voz más que obvio el cansancio, tal vez no pudo dormir siquiera.
Dylan suspira de decepción, sabía que él no quería decirle nada que no sea bueno, pero se obligó a sí mismo para contestarle.
—Nada.
La expresión de ella no cambió para nada, pero el simple suspiro podía decir la poca esperanza que podría tener se esfumó. Dylan la miro y forzó una pequeña y tranquilizadora sonrisa para ella.
La ansiedad en mi creció aún más y sin poder seguir aguantando salí de la habitación. Necesitaba poder respirar, necesitaba aire, la necesitaba a ella.
Cuando Dylan consiguió la grabación del momento en que se la llevan lo primero que hago es salir corriendo hacia la habitación de Nikki y cuando entro y percibo su aroma, pero no está ella. Siento mis pulsaciones acelerarse y la adrenalina crecer en mí, quiero golpear algo. Como deje que eso le pasara a ella.
(. . .)
Pateo la puerta de la azotea y con desesperación camino de un lado a otro. Miro hacia ese lugar, donde ella y yo tuvimos esa conversación.
Necesito volver a tenerla cerca, verla a los ojos y perderme en ellos.
La amo y la odio. Amo cada parte de ella, cuando sonríe y cualquier preocupación que pueda tener se esfuma, su espléndido aroma, su hermosa voz, la forma en la que su nariz se arruga cuando se enoja; llegue a amarla tan rápido y odio eso, odio que sea mi debilidad porque cualquiera la puede utilizar contra mí.
Jalo de mi cabello y paso mi mano por mi rostro y siento la humedad de mis lágrimas. Necesito volver a tenerla en mis brazos.
Respiro hondo y veo a lo lejos sin prestar atención más que al desastre que está ocurriendo en mi cabeza, tengo muchas cosas que pensar más importantes que al paisaje arriba de la azotea en esta noche oscura, o el frío que hace. Solo pienso en ella y en cómo recuperarla.
Se que hice las cosas mal al no enfocarme. Pero esta vez no pasará. El tío Mario no se saldrá con la suya esta vez.
La salvaré de sus garras y acabaré con esta mierda.
Editado: 09.07.2020