7 años después...
Respiro hondo...
El aire freso de mañana de Grecia que entraba en mis pulmones causaba un efecto tranquilizante y emocionante al mismo tiempo. Nos mudamos aquí hace dos años y todavía no me aburre ni creo que me aburra a este lugar, el bellísimo océano, la naturaleza, las personas, la estructura, todo es tan cautivante.
—¡Llegamos! — oigo el grito de Savannah junto el ruido de la puerta azotándose.
Miro por última vez la luz del atardecer el en cielo y me alejo del balcón de cristal para ir devuelta a la casa. Lo primero que mis ojos miran es a Savannah colocando las llaves en la mesa y a su pequeña salir corriendo hacia mi dirección.
—¡Tía Nikki! — me agacho para poder recibiera en mis brazos y ella envuelve sus bracitos en mi cuello.
—¡Hola bicho! — la mira a la carita de ángel que tiene y siempre admiro sus azulados ojos que heredó de su padre y su larga cabellera castaña clara con rulitos de su madre —Que lindo vestido — digo mirando su nuevo vestido color verde.
—Mami me lo compro — dice volteando a ver a Savannah quien le sonríe tiernamente.
—Lo note — digo y arranco la etiqueta colgando se su cuello. Olivia luego mira a Chester mi pequeño perrito salir corriendo a la cocina y ella sale detrás de el.
Me reincorporo y voy a abrazar a mi amiga.
—¿Y los chicos pregunto? — pregunto al notar que no han vuelto.
—Ya viene están bajando las compras — sonríe.
—Bien, hoy les tengo una noticia, ¿Qué tal si me ayudas a preparar la cena hoy?
Ella me empieza a ver curiosa.
—¿Que tramas Nicole? — ruedo los ojos antes la manera que me llamo.
—Se paciente, primero quiero decírselo a mi esposo — ella sonríe con picardía.
Detrás de ella por la puerta entran los reyes de roma, dejan las bolsas en el suelo. Dylan va abrazar a su esposa y Tyler a verme no tarda en acercarse a mi para atraparme en sus brazos.
—¿Como te fue princesa? — deja un casto beso sobre mis labios.
—Bien amor — le sonrió y le devuelvo el beso —Necesito que me ayudes con la televisión de nuestro cuarto, se volvió a congelar.
—¿Enserio? Vamos no tardo en repararlo.
Los dos nos dirigimos a nuestra habitación dejando a los otros tortolitos en la sala de nuestra casa, él se concentra inmediatamente en la televisión, cierro la puerta y corro al baño. Cuando vuelvo el sigue viendo a la televisión extrañado.
—Princesa el televisor no tiene nada — se levanta y me ve parada con mis manos en mi espalda.
—¿Pasa algo cariño?
Doy un respiro tratando de contener la emoción, mira atrás de el por el ventanal de vidrio que el cielo se volvió morado violeta y sonrió, me muerdo el labio y me acerco de el.
—Tengo algo que decirte — cuando estoy lo suficiente cerca del como para sentir su respiración mentolada en mi cara cojo valor —Recuerdas aquella promesa que me hiciste — el me mira entre preocupado y confuso.
—El que te amaría por siempre — sonríe y yo vuelvo a morderme mi labio inferior, sé que le excita, pero lo hago por nervios.
—No, que íbamos a construir una vida juntos, que siempre estaríamos el uno para el otro — un pequeño destello parece salir de sus ojos.
—Si lo recuerdo — dice mientras analiza mi rostro tratando de averiguar qué es lo que quiero decir.
—Y... ¿Te gustaría que un pequeño forme parte de nuestro futuro? — el me mira extrañado aun sin entenderlo del todo, saco lo que ocultaba detrás mío, la prueba de embarazo y la sonografía —Vamos a ser papas mi vida — lanzo, conteniendo las lágrimas que amenazan en salir.
Él las toma con sus manos, parece estar en shock, pero cuando levanta su mirada de nuevo hacia mi lagrimas brotan de sus ojos —¿Voy a ser papá? — asiento sin poder controlar mis lágrimas.
El tira las cosas a la cama y me toma de las piernas enrollándolas a su cintura y ocultando su rostro en mi cuello, puedo oír sus llantos de emoción mientras da vueltas conmigo en sus brazos y luego me devuelve al suelo.
—Siempre supe que ibas a ser la madre de mis hijos — sus labios encuentran los míos regalándome un beso apasionado mandando emociones por todo mi cuerpo.
—Y tú el padre de mis hijos — vuelvo a besarlo.
—Ven aquí, te daré otro hijo — dice mientras me levanta de nuevo entre sus brazos recostándome en la cama y chillo por sorpresa y diversión.
Tyler y yo tuvimos una bellísima hija, nuestra Hayden quien obtuvo los fríos, calculadores pero hermosos ojos café claros de su padre y el cabello castaño oscuro y rostro parecido al mío. Tan inteligente como Tyler y tan curiosa como yo.
Mis padres la adoran, desde que mejore mi relación con ellos y hablamos pudimos convertirnos en una familia. Y aunque nosotros nos mudamos a Grecia, los abuelos de Hayden siempre vienen a visitarnos cada vez que pueden. Al igual que mi mejor amiga que se mudó conmigo cuando tenía su hija de un año en sus brazos y junto a su familia que también supieron arreglar las cosas. Pareciera que todo el pasado solo fuera eso, pasado que dejamos enterrado y aprendimos de él.
Es cierto que en la vida nos tropezamos con muchas rocas en nuestro camino y depende de nosotros si nos quedamos tirados en el suelo o nos levantamos para seguir adelante. Mi vida tuvo muchos altos y bajos. Pase por mucho dolor, fue como si pasara corriendo entre un tiroteo. Los problemas eran las balas y aunque recibiera un balazo eso nunca me detuvo y nunca me rendiré. Pasé mucho tiempo entre balas, y en cada balazo aprendí que soy más fuerte de lo que pensaba. Y después de esos horribles episodios encontré lo que me hacía feliz. Entre muchas balas encontré al amor de mi vida y encontré mi felicidad. Una Vida Entre Balas.
FIN
Editado: 09.07.2020