Entre Baluartes & Mar

2

Desde ayer mi cabeza está en otro lado a tal grado de que no sé qué hice ayer. Solo medio me acuerdo de que hice mi tarea y de lo básico como comer. Todo por lo que pasó en la mañana, en la noche ni dormir pude por lo mismo y cuando por fin pude las palabras de mi madre me atravesaban como flechas.
En fin para resumir, ayer lo di como día perdido y no pude dormir, pero hoy no podía estar así o bueno no tan notorio, porque también me acuerdo de que cuando me hablaban estaba como mi madre. Se preguntarán por qué hoy no podré estar así de perdido, fácil, me quedé de ver con mis amigos en la plaza de armas. Justo enfrente de la iglesia y no podía evitar eso porque ya teníamos planeado eso desde hace bastante tiempo.
Así que por motivos de compromiso me arregle lo mejor que pude y salí de mi casa, no sin antes ver dónde estaba mi mamá, pero la encontré a la primera en su cuarto dormida, al parecer lloro hasta cuando más pudo y aun así siguió hasta quedarse dormida.

-Hey Adrián por aquí- me llamo Rafael sonriendo.
-Hola ¿Y Uriel?- pregunté al no verlo.
-No sé, pero ya sabes cómo es el. Por creerse mucho de la nobleza siempre exagera su papel, llegando tarde y sentirse de lo más noble porque si- dijo y nos reímos, porque de verdad así es. Uriel le encanta mostrar que está muy bien acomodado y por ello luego toma hábitos que ayudan a eso. Cómo exagerar cosas como diciendo que el manda.
-Pero lo que me sorprende es que tú teniendo más noblecidad, si es que existe esa palabra, si no ya la inventé. Seas más discreto- dijo algo sorprendido.
-Porque aun cuando soy así la gente me trata pues bien. Como si fuera una especie de príncipe o yo que sé- admití. Ya que por más que intentaba no hacerme notar, siempre la gente me veía admirada.
-Hola mis pequeñitos, ya vine- dijo Uriel haciendo acto de presencia.
-Gracias mundo- dije y Rafael y yo nos reímos.
-Oigan, ya dejen de burlarse. No sé porque me llevo con ustedes si son siempre así conmigo- dijo algo serio.
-No podemos evitarlo, te crees mucho y te gusta ser admirado. Cosas que nosotros evitamos lo más que podemos- admití.
-Adrián, aunque no lo quieras tu parece que tienes escrito algo que llamé la atención. Mientras que Rafael, por su familia tiene opiniones de ambos tipos. Algunos lo aman, otros lo odian y eso que no hace nada interesante- se defendió.
-Para mala suerte nuestra tienes razón- le di la razón.
-¿Adónde vamos primero?- Pregunte después de un rato de silencio.
-Creo que primero a misa, ya ven que tenemos que vernos como buenos nobles- propuso Rafael.
-Cierto hoy es domingo. Además si vamos ahora tendremos todo el día para nosotros- acepto Uriel y fuimos a la catedral a escuchar la misa. Que para mala suerte nuestra fue completa, porque justo cuando entramos inicio.

Cuando por fin terminó y salimos, todos se dieron cuneta de nuestra presencia y más de la mía se nos acercaron a saludarnos, así que perdimos aún más tiempo con ellos. Cuando por fin se acabó todo llegó el padre e igual nos saludó.
-Hola chicos ¿Cómo están?- nos preguntó.
-Bien padre gracias ¿y usted?- pregunto Uriel.
-Más que bien ¿Alguno de ustedes ha pensado en unirse a la iglesia? Nos hacen falta jóvenes- nos comentó.
-Lo siento, yo creo ir a la militar, más por cuestiones familiares que otra cosa- admitió Rafael.
-¿Y tú Uriel?- le pregunto el padre.
-Lo siento, quiero llegar a tener un puesto en la política, algo así como virrey para hacer un cambio positivo- se disculpó algo apenado. Para que él padre no le dé un discurso sobre que el poder es malo.
-¿Y tú Adrián? Tu familia ha hecho de todo y han tenido en la iglesia sacerdotes y monjes de gran corazón- me pregunto el padre más que esperanzado y llamando la atención.
-Yo…- “me gustaría vivir en el mar”, pensé porque no quería ser ya obvio y llamar aún peor la atención.
-¿Qué te pasa? ¿La pregunta fue muy dura para ti?- me pregunto llamando aún peor la atención.
-Aun no sé qué elegir- solté al final para que no pase algo peor.
-Espero que elijas lo que decida tu corazón. No lo que esperan los demás de ti- me dijo. Como si fuera fácil seguir ese consejo.
-Sí, gracias seguiré su consejo- dije algo nervioso pero de la manera más cortes que pude.
-Tranquilo, no todos saben que van a ser hasta cuándo les faltan segundos para tomar esa decisión y aun así hay gente que tarda más en pensarlo- me calmo.
-Si padre, solo espero poder lograr eso- me limité a decir.
-Bueno padre, creo que ya es hora de irnos- se despidió Rafael, para dar fin a la incómoda conversación.
-Si bueno, nos vemos pronto- se despidió el padre y con eso Uriel y Rafael me alejaron a la fuerza de la catedral.

-¿Que te paso? nunca te había pasado algo así- dijo Uriel algo preocupado olvidando su vanidad, cuando ya estábamos fuera del ojo público y yo ya más tranquilo.
-¿Así como?- pregunté sin entender.
-Así de que estabas nervioso y rojo, además de que no te veías bien. Parecía como si en cualquier momento ibas a desmayarte o a tener un ataque de pánico o nerviosismo- me respondió Rafael.
-No lo sentí como si fuera así de fuerte, yo sentí que estaba bloqueado- admití.
-¿Que tienes tú no eres así?- me pregunto Uriel.
-He tenido muy malos días, ayer ni dormir pude- le contesté.
-¿Y eso?- pregunto Rafael preocupado.
-Mi mamá está actuando algo rara, creo que por mi padre y me preocupa- me limité a decir.
-¿Porque crees que por tu padre?- me pregunto Uriel.
-No quiero hablar de eso, no por ahora. Aún no me siento listo para hablarlo- dije para que no me preguntarán más sobre el tema.
-Bueno ¿Qué quieren hacer? ya somos libres- pregunto Rafael cambiando el tema.
-Vamos a mi casa, mi madre insistió en que coman allá- propuso Uriel y aceptamos. Más que nada por el carácter de su madre y porque en su casa la comida es buena, pero en el trayecto me perdí en mi cabeza.

Al llegar su madre nos vio más que alegre de que su hijo pudo hacer que aceptemos la invitación.
-Hola chicos, que bueno que pudieron acompañarnos- nos dijo aunque por su mirada se veía que se refería más a mí que a Rafael. Ya que la familia de Rafael al contrario de la mía era mal vista.
Más porque recibieron su título porque fueron parte de la conquista y dicen que eso es ser noble a la fácil. Además de que claro su familia se cree de más por ella. Auqnue él es el que menos se cree, pero aun así lo tachan, pero hay que reconocerlo, muestran más sentimientos que la de Uriel.
-Gracias señora- dije después de ver que Rafael se sentía algo incómodo como para hablar.
-Vayan al cuarto de Uriel, se les avisará cuando ya esté la comida- nos dijo aún con la sonrisa fija en mí.
-Vámonos- nos dijo Uriel y nos fuimos a su cuarto.

-Bueno, siento lo de mi madre. Pero ya sabes lo que piensan todos de ustedes y de sus familias, mientras que la de Rafael es mal vista, la de Adrián es más que bien vista- se disculpó Uriel, como siempre que veníamos a su casa.
-Tranquilo, ya me acostumbré. Además si quiero salir un poco de esa locura, me voy a la casa de Adrián, ahí por lo menos eso aún no es mal visto- admitió Rafael con algo de tristeza en su voz.
-¿Pero a qué se debe eso Adrián? Siempre que vamos a tu casa pareciera como si estuviéramos en otro mundo- se cuestionó Uriel.
-No sé- mentí aunque sentía que algo tenía que ver mi padre y la educación algo liberal de mi madre.
-Es verdad, ahí todos son tratados como iguales, los sirvientes, familiares, amigos, conocidos y extraños. Aun siendo de diferente economía y clase- dijo Rafael pensando en eso.
-Aunque no lo crean creo que es por la educación de mi mamá, a ella le enseñaron a eso y a mí me lo pasó- les expliqué brevemente.
-¿Porque eres muy diferente a los demás?- Pregunto Uriel y en mi cabeza se escuchó una alarma de peligro.
-¿A qué te refieres?- trate de disimular, aunque creo que exagere un poco.
-No te hagas el tonto, aunque tengas todo socialmente hablando. No eres como yo ante la sociedad, mostrando de más tus atributos y título, estás peor que Rafael en ese punto, eres más que discreto y odias esta vida. Pareciera como si quisieras salir de la ciudad y ser como alguien normal- dijo acertando a lo que quería.
-Me sorprende mucho que pienses así de mí, pero yo no me siento que valgo lo que la sociedad cree, mi madre me enseñó a…- Tu madre nada, hasta tu madre actúa como los demás, talvez no tan como decirlo…- me interrumpió y se puso a pensar.
-¿Con aires de superioridad?- dijo Rafael ayudando a Uriel a buscar lo que quería decir.
-Exacto, no actúa con tantos aires de superioridad como los demás, pero ella sabe cómo no mostrar tanto su inconformidad. Aunque la diga lo dice como algo no tan marcado como tú, pero lo hace más que nada para hacer que la gente poco a poco cambié algo su forma de ver el mundo. Solo por tener el título de nobleza máxima, la gente le hace algo de caso, pero hasta ahí. En cambio tú, tú no eres muy diplomático que digamos, sabes ser educado pero hasta ahí, no tratas de disimular para nada tu forma de ver el mundo, excepto cuando te lo propones, cosa que pasa casi nunca ¿Porque?- me cuestiono Uriel.
-Mi madre dice que me parezco a mi padre, él era igual que yo- "creo que por eso se fue al mar" pensé.
-¿Que sabes de tu padre?- me pregunto Rafael.
-Solo es curiosidad. Nadie sabe de tu padre, aparte de tu madre- dijo solo para que no sonará muy directa su pregunta y porque hice de seguro algo.
-No mucho, solo que era un noble de España y se quedó una corta temporada por aquí. Pero el tiempo que paso con mi madre la enamoro y me tuvo porque quería tener una parte de él, pero dice ella que pareciera que él se quedó con ella. Porque me parezco bastante a el- le respondí.
-¿Solo eso?- me pregunto Uriel.
-Solo se eso- mentí, porque sabía un poco más.
-Bueno- dijo Rafael con ganas de saber más.
-Hijo, tu padre viene a comer así que no hagan nada- dijo la madre Uriel en la puerta refiriéndose más a Rafael.
-Si madre, tranquila- dijo Uriel y su madre bajo.
-¿Porque todos me ven como una amenaza?- pregunto sin entender Rafael.
-Nadie confía en los descendientes de conquistadores- le contesté y era verdad, más por los rumores que cuentan lo que hicieron que otra cosa.
Se dice que se fueron en búsqueda de beneficio propio, hicieron lo que quisieron aquí y después volvieron a España con lo que encontraron para conseguir su objetivo, consiguiendo buenos títulos.
-Creo que si saben que una familia estuvo en la conquista la tachan inmediatamente, olvidando que algunas de ellas ya eran nobles- dijo aún peor y tenía razón los Arias antes de este rollo de la conquista eran nobles y de los muy respetables, pero como dije eso fue antes de la conquista, porque por eso se manchó el título eternamente. Tachandolos como si hubieran conseguido lo de ser nobles por ella, aunque en sí subieron de rango noble.
-Pero olvida eso, nosotros no te vemos como una amenaza, si quieres algo de consuelo yo veo más como amenaza a Adrián que a ti. Adrián ve más que diferente el mundo y él lo sabe más que bien- trato de tranquilizar a Rafael.
-Oye no con tal de ayudar a uno de tus amigos perjudiques a otro, le diré a tu madre- me defendí algo indignado.
-Oye los 3 sabemos que no harías eso, nunca lo has hecho desde que te conozco y déjame decirte que no eres capaz de hacerlo. No es tu estilo- dijo más que tranquilo Uriel.
-Sabes que si a otras personas les digo eso, caen desmayadas ¿Verdad?- pregunté.
-Si lo sé, pero como sabrás yo te conozco, nos conocemos desde siempre- me respondió Uriel y tenía más que razón en ese punto.



#31323 en Otros
#2697 en No ficción
#4361 en Aventura

En el texto hay: piratas, amor gay, romance

Editado: 03.12.2018

Añadir a la biblioteca


Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.