Entre Baluartes & Mar

7

Hoy era el gran dia, el día en el que todos esperan que encuentre mi futura esposa cosa que no quería, pero que otra tenía, tenía que ir a la fiesta sí o sí.
Pero primero me despertaron para ir a misa, así que fui a misa solo que esta vez como la iglesia estaba llena, nadie se percató de mi presencia. Con excepción de Uriel, que me hizo cara de pocos amigos y Rafael, que en su caso, fue algo neutro, aparte de otras personas, pero solo me centraré en ellos porque son los que más me importan en momentos como estos.
Después mi madre y yo optamos por ir directo a la casa, para evitar pláticas incómodas para ambos. Al llegar ella se fue a su cuarto a no sé qué y yo me decidí por acabar el libro, antes de que ya estuviera corriendo por lo de la fiesta.
-Hijo, hora de comer- me dijo mi madre mientras leía.
-Ya casi acabo el libro.
-Ok, pero acabando el libro, dejas todo como estaba antes de que iniciaras son esa lectura y te me vas directo al comedor. Quiero hablarte de cosas que son importantes en la fiesta- me pidió y se fue adentro. Cuando acabe hice todo lo que me pidió sin olvidar nada.
Al llegar al comedor, ya todos estaban sentados, todos porque en la casa, todos los que vivimos ahí, comemos juntos, solo que nosotros algo aparte porque los que trabajan aquí lo pidieron. Mi madre como siempre estaba a un lado de donde se debería de sentar el hombre de la casa, mi padre, y por costumbre me fui a sentar enfrente de ella.
-¿Cómo estuvo la lectura?- me pregunto ella cuando me senté.
-Muy buena, ya los acabe.
-¿En que acabo?
-En como el reino de Arturo fue cayendo poco a poco, hasta que desapareció.
-¿Seguía vivo cuando eso paso?
-No, murió antes de que eso pasará. Además era de esperarse eso, al inicio de los libros Arturo ni existía.
-Bueno dejando eso aún lado, tenemos que hablar de la fiesta- dijo cambiando el tema.
-Madre, ya sé que debo hacer.
-Si lo sé, solo te lo quiero recordar, en ella debes de comportarte como la sociedad lo marca, es decir, que debes de comportarte como un noble más que creído y sociabilizar lo más y mejor posible. Asi que comportarte como lo contrario de cómo te he educado- dijo acentuando más creído y sociabilizar.
-Sabes que no se me da bien eso, además lo odio, no me parece esa forma de ser.
-Si lo sé, a mí tampoco me gusta esa idea, pero ya sabes que nuestra ideología puede ser algo innovadora para ellos, es muy liberal para ellos y para esta época, en general y tú lo sabes. Acuérdate que en la vida hay que hacer sacrificios para conseguí ciertos objetivos, algunos más grandes que otros, como es este caso. Por ello si queremos que la sociedad noble nos acepte y nos vea bien, debemos ser como ellos, y más por nuestro nivel de nobleza. Así que no tenemos de otra.
-Pero ¿Tengo que comportarme así en el matrimonio?
-Depende de con quién te cases, si te casas con alguien que piense igual que nosotros, serán las mismas normas que ahora, pero si no. Tendrias que cambiar algo tu forma de ver el mundo- me dijo y me quedé pensando en eso.
-Oye, en esta fiesta ya es necesario que consigas pareja o mínimo quiero verte interesado en buscarla. Además quiero que ya tengas una idea de que quieres hacer de tu vida ¿Tienes alguna idea?- me dijo al ver mi silencio.
-Sí, he pensado en ir a la armada real, es lo que más se acerca a lo que quiero- admití.
-Así que seguirás el mismo camino que tú padre. Solo espero que no termines como el- me dijo algo triste.
-Te prometo que eso no pasará, lo de seguir firmemente sus pasos, en sí creo que quiera o no. Me quedaré en la armada, hasta que ya no quiera o pueda más- le prometí, para calmarla.
-Eso espero- me dijo y se acabó la conversación de esa comida.
Así que mientras seguía comiendo, me puse a pensar, en cómo debería de comportarme en la fiesta y mentalmente repasar cómo era Uriel cuando se comporta como un noble malcriado. Además de cómo hacerle para acoplarlo a lo que tenía que ser, concluyendo que debería ser aún más malcriado, por ser hijo único y por solo tener a mi madre. Engreído, por mi título, que teóricamente es de conde, pero no lo he reclamado, ni mi madre me ha obligado a pedirlo, mientras que el padre de Uriel es de barón. Así que debería ser lo completamente opuesto de lo que soy, si es que quiero que se vea eso natural.

Cuando acabe me fui a mi cuarto para empezar con calma a arreglarme.
-Hijo, cuando anochezca vendrá el carruaje por nosotros, así que ya te quiero listo para cuando llegue- me pidió mi madre.
-Sí, tranquila- le dije y vi a la ventana, me sorprendió ver que faltaba poco más de una hora para que llegara el carruaje, así que decidí apurame.

-Adrián ya llegó el carruaje ¿Qué tanto tardas?- me pregunto mientras bajaba corriendo las escaleras.
-Lo siento, el cuello de la camisa no quería cerrar- me disculpé, porque eso paso. Donde entra el botón de hasta arriba de la camisa era muy pequeño para el botón, así que tuve que abrirle más el hoyo. Pero por flojo no me quite la camisa para hacerlo y tarde aún más porque no quería cortarme mi propio cuello o arruinar la camisa, pero pensando más en lo primero.
-Lo bueno es que estás aquí, vámonos- dijo y nos subimos al carruaje.

-¿Te tienes en el cuello?- me pregunto sacándome la cadena que me encontré junto con los libros.
-Una cadena, ambos sabemos que era de mi padre- le comenté.
-Te pedí que dejaras todo como estaba y tomaste eso. Adrián, terminando la fiesta me la das para que la deje en su lugar- me pidió.
-Quiero quedarme mínimo con esto- le pedí viendo la medalla.
-Solo con eso. Te di la brújula, ahora quieres también el medallón- me dijo preocupada.
-Sí, te prometo que la brújula y el medallón será lo único que te pediré de mi padre. Quiero sentirlo junto a mí todo el tiempo y la brújula no la puedo tener todo el tiempo, el medallón si- le prometí rogándole.
-Ok, lo pensaré, pero primero quiero oír tu actuación- me pidió.
-¿Segura?- pregunté con miedo.
-Sí.
-Si tú insistes ¿Cuál será el tema?
-Yo inicio y luego tú me sigues. El plan es ver cómo nos saldrá y estar más que preparados para lo que se nos puede poner enfrente- me dijo y se concentró para entrar en personaje.
-¿Sabes? estamos como a medio camino- le dije y recibí una cachetada, dando inicio al show.
-No me hables de esa forma, no es lo correcto, hablame con respeto jovencito- me dijo sería.
El plan era fácil, ella se marcaría como una mujer muy estricta con su hijo y algo cerrada y conservadora para el mundo, pero aún con tu toque servicial que la caracterizaba. Mientras que yo, seré un chico mimado y consentido a más no poder, pero lo que conservaré de mi verdadero yo es mi inteligencia y mi odio hacia esta vida, pero eso sí, ligero. Aunque ese drama que hacemos solo es para cuando estamos en una fiesta o evento de ese tipo, porque cuando no somos un punto neutro en sociedad y en casa y nuestros más cercanos somos nosotros mismos.
-Lo que digas madre- dije con una sonrisa de lado.
-Quítate esa sonrisa- me exigió.
-¿Sabes? esa cachetada me dolió más de lo que crees y lo digo enserio, controla esa mano. Ya no tengo 8- le dije marcando que no lo decía como parte de la actuación.
-Si fueras más bueno y obediente no tendrá que llegar a esos límites. Así que si no quieres que se repita hoy, será mejor que te comportes- me dijo entre preocupada y estricta.
-Lo que digas- susurre.
-Te oí- me regaño.
-Ese era el punto.
-Comportate en la fiesta, no quiero que nos vean mal- me advirtió.
-Si madre, pero bájale si me dolió- le pedí y acabó la actuación hasta que llegamos.
Cuando llegamos fuimos al palacio de gobierno.
-¿Listo?- me pregunto seria antes de pasar por la puerta de entrada.
-Eso espero- dije y entramos.
-Buenas noches, nombres- pidió un guardia.
-Soy la Condesa Sáenz y él es mi hijo- dijo mi madre con autoridad.
-Síganme- nos pidió y eso hicimos.
El guardia nos llevó al patio principal que por cierto ya tenía gente disfrutando del evento.
-¿Quiere que los presentemos?- le pregunto a mi madre.
-Sí, pero que todos sepan que ya llegamos- acepto mi madre.
-Lo que diga, duquesa, lo haré lo mejor que pueda.
-Más le vale.
-¿Duquesa cómo le dijo a su hijo?
-Sería bueno el duque, pero sé que eso iría más con mi padre, así que con lo de su hijo el noble Adrián Sáenz Montero basta- dije con una sonrisa traviesa.
-Bueno, entonces, atención denle la bienvenida a la Duquesa Elizabeth Sáenz Montero y a su único hijo el noble Adrián Sáenz Montero- nos anunció y todos aplaudieron mientras avanzábamos al centro del lugar, cosa que me hizo sentir más que incómodo.
-Iré a ver qué hay en la mesa de ahí, suerte- se despidió dejándome solo.

-Buenas noches- me saludo alguien por la espalda, cosa que hizo que me volteara.
-Hola Rafael- lo saludé cuando lo vi.
-A Uriel sí que se le da muy bien la vida social- me dijo viendo hacia donde estaba Uriel hablando tranquilamente con otras personas.
-Por eso todos creen que sería buen político, por eso y porque le gusta ser el centro de atención siempre.
-No como cierta persona que conozco que con solo hacer acto de presencia llama bastante la atención, pero no le gusta serlo.
-Oye, sabes que no es algo me pueda parecer divertido, además déjalo él es feliz siendo el centro de atención. En si el debería estar con mi título, le queda mejor que a mí.
-No digas eso. Él tiene lo de engreído, pero tú tienes un buen corazón que te cuesta trabajo ocultar a veces. En si tú estás rompiendo el molde de buen noble, aun cuando te comportas diferente.
-¿Crees que quiera estar con nosotros por voluntad?- le pregunté mientras veía a Uriel disfrutando ser el centro de atención.
-Puede, pero mejor dejemos que él se acerque a nosotros, él es el que tiene el peor orgullo de los 3.
-¿Cuánto pasará para que pase eso?
-Ni idea, pero creo que al le gusta tenerte cerca. Cuanto más cerca este de ti, le irá mejor en varios puntos. Creo que es por eso que son amigos, por conveniencia de ambos.
-¿Porque dices eso?
-Piénsalo, a él le conviene estar contigo porque todo el mundo quiere tenerte cerca y estar en tu círculo social más cercano. Mientras que a ti te conviene tenerlo cerca, porque él se le da mejor lo de ser sociable, cosa que a veces la ocupas para escapar de momentos incómodos- me dijo con una buena explicación de su punto.
-Puede que tengas razón, pero como sabes nuestras madres se llevan más que bien y nos juntaron porque teníamos la misma edad- recordé.
-Si lo sé, sabes cuántas veces ambos me han dicho lo mismo. En si yo soy el que se acercó por voluntad, no porque me criaron con ustedes desde pequeño.
-No fue por voluntad, en si yo prácticamente te obligue a aceptar mi amistad. Acuérdate de eso, además tu y yo nos llevamos bien porque congeniábamos mucho. Cosa que no me pasa con Uriel, porque él y yo tenemos diferentes puntos de vista- dije y fuimos a ver qué había para comer.
-Odio estos eventos, en si vine por voluntad porque sabía que ibas a venir si o si- dijo mientras estábamos viendo que tomar.
-Por eso te doy las gracias. Tener a alguien como tú o Uriel ayuda bastante en momentos como este- le agradecí de corazón.
-Solo espero que hoy puedan arreglar sus diferencias, por cierto, cuéntame más de los libros que me contaste el otro día, me dejaste con la duda- me pidió y nos pasamos un buen rato hablando de esos libros. Yo contándole la historia y resolviendo sus dudas, y el preguntando todo lo que se le venía a la cabeza y dando sus puntos de vista, cosa que me tranquilizó, porque sí que me ayudaba olvidar lo de la fiesta.

-¿Hablando de mi a mis espaldas? Jamás lo pensé de ustedes- nos asustó Uriel.
-Ya quisieras- le dijo Rafael.
-Lo sé, oigan medio oí su plática, suena interesante esa historia de la que hablaban, pero quiero hablar con ustedes- nos pidió Uriel.
-¿Por cuestión social o por gusto?- pregunté.
-Un término medio entre términos sociales y personales- admitió Uriel.
-Te lo pidió tu madre- concluí.
-En parte fue eso, otra por lo del término social y la ultima parte es porque extraño estar con ustedes- admitió.
-¿Que los temas de los demás no son de tu agrado?- pregunto Rafael con asombro fingido.
-Parte, aburren después de un tiempo esos temas del clima, política, noticias, bla, bla, bla. A mí me gusta estar con ustedes porque puedo hablar como quiera o se me dé la gana y estar tranquilo. Porque ustedes no me juzgarían por ello- contestó.
-Bueno mi buen amigo ¿De qué quieres hablar?- pregunté aceptándolo en el grupo.
-¿Te acuerdas que estaba leyendo un libro sobre brújulas?- me pregunto y asentí.
-Pues ese no me bastó y busque más y más, pero no encontré lo que buscaba ¿Cómo puedo arreglar una brújula? Ya sabes calibrarla y hacer que vuelva a funcionar- dijo con algo de miedo.
-¿Cómo es que la tiraste?- le pregunté lo primero que se me vino a la mente sin pensar.
-En las escaleras y pues, ya ves, que cuando algo se cae en estas, tiende a bajar hasta que ya no haya más de estas y hasta continúa con su camino ¿Cómo sabias?- me pregunto algo apenado.
-¿La traes?- le pregunté, aunque sabía que la traía.
-Ten- me la dio y empecé a ver que no fue una caída indefensa.
-¿Seguro que solo fueron unos cuantos escalones?- le pregunté porque no parecía eso.
-Vela por dentro- me pidió y eso hice.
-El vidrio está bien roto, lo tienes que cambiar, luego la caja aunque está más que golpeada, aún es útil. El metal se ve bueno y la aguja, la aguja… Espera- le pedí mientras sacaba mi brújula, porque no sabía dónde estaba el norte.
-La aguja está algo descalibrada, es mínimo pero lo que te recomiendo es calibrala- le dije al ver que la aguja estaba ligeramente más a la izquierda.
-¿Puedo ver tu brújula?- me pregunto embobado viéndola.
-Ten, pero no me la tires o golpes- se la di y Rafael se fue también a verla.
-No mentías cuando dijiste que era antes un reloj. Pero no creí que fuera de un reloj de plata de los finos- me dijo Uriel al ver la estructura.
-Dije que era antes el reloj de mi abuelo paterno, no preguntaste sobre el material- le recordé.
-Si aún fuera un reloj y tuviera todas sus piezas originales el reloj valdría bastante- cometo Rafael y tenía razón, porque ya había checado ese dato.
-Pero volviendo al tema ¿Cómo calibro una brújula?- me pregunto y le enseñe como.
-Entonces para allá queda el norte- dijo señalando donde la brújula marcaba el norte.
-Exacto- dije sin ver la brújula.
-¿Cuánta precisión puedes tener para no perderte conociendo el norte?- me pregunto.
-En esta ciudad, si conoces donde queda el norte, la zona de la muralla que da el mar y uno que otro punto de la ciudad, no necesitas conocer las calles. Por eso no me pierdo con facilidad en la ciudad. Eso y porque no he salido de aquí- admití recordando que no me sabia el nombre ni de la mitad de las calles y podía llevar algo fácil a dónde sea.
-Sorprendente ¿pero porque no sabes dónde está el norte aquí, si se ve el cielo y es de noche?- me pregunto Uriel.
-Porque no sé mucho de cómo guiarme con las estrellas o el sol, de día, medio te doy la hora y dónde está el norte. Pero de noche, me confundo bastante, la luna siempre está cambiando, al igual que las estrellas. Es por eso que no se dé eso- le respondí mostrando que odiaba no saber más sobre el día y nada de la noche.
-¿Pero te gustaría conocer eso?- me pregunto Rafael.
-Claro que sí, eso me ayudaría más que una brújula.
-¿Porque traes una brújula y no un reloj?- me pregunto Uriel.
-Porque no tengo un reloj y la brújula me trae suerte. Aparte de que es lo más cercano que tengo a un reloj- le contesté como si fuera lo más obvio de la noche.
-Te creo, tú no tienes padre, por eso te entiendo ¿Pero no has pensado en tener un reloj de bolsillo?- me pregunto Uriel.
-Sí, pero solo lo ocuparía en la noche, porque de día no lo requiero mucho.
-Ya es la hora- dijo Uriel cuando se oyó musica para bailar. Era inicio de la caza de parejas, en la cual inician los bailes y eso. En conclusión era la hora para búscate pareja a ti o a algún familiar o conocido tuyo.
-Me quiero ir de aquí- dijo Rafael algo bajo.
-Yo igual- dijo Uriel sorprendiéndonos.
-Oye esa era mi frase- me queje.
-Aunque no lo creas, yo aún no quiero empezar con eso de tener una pareja para algo serio. Además de que solo la he visto muy poco- nos dijo y recordé que él ya tenía pareja, la hija del conde de Fuenclara, Pedro de Cebrián y Agustín.
-Por lo menos tú ya tienes una, no como nosotros que tenemos que buscarla- dijo Rafael.
-Ustedes pueden elegir a su esposa, a mí me la eligieron antes de que naciera- se quejó. Aunque mi madre me dijo que cuando se enteraron de que los 2 fuimos hombres buscaron los padres de Uriel entre sus amigos nobles. Una pequeña que no estuviera comprometida y que tuviera la edad y atributos perfectos.
-¿Qué pasaría si uno se queda soltero?- pregunté de la nada.
-Ya sabes cómo funciona eso, si eres soltero te ven mal- me recordó Uriel.
-Además, puedes tener a cualquier mujer a tus pies sin hacer nada. Por eso se te hará más fácil eso- continúo Rafael.
-Pero yo no me siento aún listo, aún tengo una vida por delante. Y lo más seguro es que termine en la armada con ustedes. Para que tener a una mujer esperándome, esperando verme bien- dije recordando a mi madre.
-¿Los 3 iremos a la Armada Real?- pregunto Uriel sorprendiendo.
-¿No la veías venir? Si eso era más que fácil, Rafael y yo queremos estar en altamar. En sí de quién aún no me la creo es de ti, todos te veían como un virrey- le recordé.
-Sí, pero, recuerda que no todos los virreyes tienen una carrera muy política que digamos.. Mejor voy a ver dónde está mi familia para buscar a mi prometida- dijo rendido Uriel.
-Sabes puedes conseguir subir a conde y eso va más contigo- le trate de alegrar.
-Suena muy bien la propuesta. Pero si por eso tengo que tolerar a una desconocida sin mi consentimiento pasaría, pero no se puede, así que nos vemos. Deséenme suerte- nos dijo.
-Suerte- le dijimos juntos y se fue.
-Otra vez solos ¿Cuál es el plan? Acuérdate que no hay que huir- me pregunto.
-Cada uno irá con su respectiva familia y se quedará con ella y el lunes platicamos de lo sucedido con Uriel ¿Hecho?- le propuse y acepto, así que cada quien fue con su familia.

Cuando buscaba a mi mamá, me di cuenta de que no sabía dónde podría estar, porque había mucha gente y mi madre era muy escurridiza en momentos como estos. Pero aun así me las ingenio para encontrarla y para pasar algo de desapercibido, aunque mi plan no me funcionó y más en el último punto.
-Lo veo pero no lo creo, Adrián Sáenz Montero, en una fiesta de alta clase- me dijo Julián. Un chico creo que de California que su familia ama ir a fiestas si va alguien más que importante para Nueva España y que conozco porque ellos vienen más que seguido a la ciudad. Además de que él ha estudiado en mí mismo colegio cuando éramos más pequeños.
-¿Cómo estás Julián?- le pregunté cortésmente.
-Perfecto desde que te vi ¿Que buscas?- me pregunto con una preocupación más que fingida.
-Busco a mi madre ¿Sabes dónde la puedo encontrar?- le pregunté siguiendo su juego.
-Sí, tu madre como siempre buscando a un buen marido que se pueda ocupar de ti. Así que debe estar rodeada de caballeros con ganas de tener tan dichosa gema en sus manos- contestó.
-Te pregunté si la habías visto, no como crees que se la está pasando en la fiesta- dije y me propuse a irme.
-¿Te vas bastante pronto?- me dijo tomando mi brazo.
-Sí, pero de tu vista- susurré lo más bajo que pude.
-Adrián, ten cuidado con estos modales que tienes. No puedes irte de una conversación inconclusa- me regaño, como si tener un año más que otra persona te haga más superior.
-Solo dices eso cuando te conviene o ¿no?- susurré.
-Adrián quitarte esa cara de mal gusto- me dijo viendo algo a mis espaldas. Cosa que aproveche para soltarme de su agarre y seguí buscando a mi madre, hasta que la encontré, como Julián había dicho rodeada de hombres en búsqueda de ella.
-Madre, hasta que te encontré- dije para que le den algo de espacio.
-Adrián qué bueno que llegaste ¿Dónde estabas?- me pregunto mientras me llevaba lejos de ellos.
-Buscándote- le dije y me abrazó.
-Gracias, ya no los toleraba- me dijo feliz.
-Lo sé- le correspondí su abrazo.
Después de hacerme pasar por el héroe de mi madre nos la pasamos juntos en silencio, cada uno en su cabeza. Hasta que arruinaron el momento, primero pidiendo a mi madre bailar y luego a mí, cosa que por lo menos yo hice en automático, porque solo me acuerdo que baile y hablé, pero no que exactamente baile o hablé o hasta con quien. Solo me acuerdo de una persona con la que baile que fue mi madre y eso duro nada.

-Buenas noches a todos- dijo alguien con una sonrisa en su boca. Ese alguien tenía una forma de ser como si tuviera el mando siempre, porque sí que supo llamar la atención de todo el lugar, porque hasta los músicos pararon de tocar. Aunque creo que un factor que lo ayudó fue su ropa, que era más que llamativa, es decir de un rojo brillante.
-Lo siento por arruinar su bonita velada. Pero yo requería hacerlo- dijo y se rio lo más fuerte y grave que pudo.
-¿Que quiere exactamente?- pretunto un señor algo mayor.
-Tu qué crees anciano. Lo que quiero son todos los deseos terrenales que me pueden proporcionar ustedes, como mujeres, joyas y alcohol- dijo él y en eso empezaron a llegar sus amigos.
-¿Quiénes son, no saben nada de clase?- demando enojado Julián.
-Niño que no lo sabes, somos piratas, creo que con eso he hablado hasta de más. Tómelo, creo que a este chico hay que enseñarle algo de educación- demandó el capitán.
-No pueden hacer eso, va encontrá...- ¿En contra de qué? Chicos como que el habla bastante llévese lo que deseen hoy no hay tope- dijo el capitán interrumpiendo a Julián con un golpe en el estómago y empezó el problema. Los piratas tomaban todo lo que querían y nadie hacía nada, por miedo a que tengan un destino como el de Julián.
-Alejate de mí, por favor- grito una voz que conocía perfectamente, era la de mi madre.
-Madre- susurré y empecé a buscarla.
Cuánto la encontré estaba con el capitán.
-Hay cariño ¿Te han dicho lo hermosa que eres?- le pregunto el capitán y ella solo lloraba.
-Mi princesa, no llores, no te haré daño. No por ahora- dijo el capitán muy digno cuando ya estaba a nada de ellos y en eso ella susurro algo, que por lo que sus labios parecía mi nombre.
-¿Buscas a tu amado?- pregunto el alzando su cara.
-Llámale más fuerte, a ver si con eso, él se le ocurre salvarte- se burló y ella seguía llorando.
-Grita su nombre princesa- le exigió el con una pistola en el cuello de mi madre y ella se quedó pensando.
-Adrián, huye- dijo algo alto haciendo que en mi el miedo desapareciera y tome lo primero que me encontré en la mesa que tenía más cerca, que fue una copa.
-¿Adrián qué lindo nombre?- dijo el burlón.
-Capitán, creo que ya los está viendo un gran público- dijo uno de los piratas que era mucho más viejo que el capitán y el término con la suerte de que terminará con mi copa.
-¿Que fue eso?- exigió el capitán algo molesto.
-Busquen al culpable- continuo.
-Lo tengo capitán- dijo alguien a mis espaldas y cuando me voltee, me encontré con un hombre más alto y ancho que yo.
-Otro que no entiende de modales- dijo el capitán mientras me llevaban a él.
-Niño tu nombre- me exigió.
-No se lo daré- dije lo más serio que pude.
-¿Seguro?- me pregunto y vi a mi madre, llorando mientras me veía.
-Si- le contesté.
-¿Que te traes con esta mujer?- me pregunto mientras alzaba mi vista su amigo.
-Adrián- dijo ella apenas audible.
-¿Tu eres su Adrián?- dijo comprendiendo la situación.
-Con razón hiciste lo que hiciste intentaste defender a tu madre- continuo pensando en lo sucedido.
-¿Qué le parece un trato?- dije sin pensar antes de que la situación empeorara.
-¿Que trato?- me pregunto algo interesado.
-Suelte a mi madre y salgan de aquí, tómeme a mí en lugar de ella. Creo que yo seré más de utilidad que ella sí lo piensa bien- le propuse.
-Mmm, me gusta tu carácter, acepto. Solo quieres que soltemos a tu madre, no es mucho para mí, ese trato, chicos tomen lo que ya tienen y vámonos de aquí- dijo soltando a mi madre.
-Adrián- lloro en lo que iba voluntariamente con ellos.
-Te quiero, volveré, te lo prometo- me despedí de ella mientras la veía a los ojos.
 



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En el texto hay: piratas, amor gay, romance

Editado: 03.12.2018

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