Banderines color carmesí alzándose al aire con gran placer. Las velas alzándose de la misma manera para inundar el paisaje con su luz.
Para cualquier habitante de la manada esta era ya sin duda una tradición que tenía mucha historia detrás. Los ancianos realizaban pocas demostraciones de algunos fuegos artificiales, mientras que los adultos y adolescentes mostraban sus habilidades encima de una tarima. Había también una fila de niños que esperaba ansiosamente pasar frente al anciano mayor que les entregaría un talismán de distracción.
Era pues, la celebración de la primavera en el clan Ancestral Oscuro. Todos se encontraban felices mientras lanzaban sus faroles y recogían flores para adornar los cabellos de sus niñas.
En medio de todo aquel alboroto, el sonido de un tambor se elevó a los cielos y las puertas del templo mayor fueron abiertas. Un hombre de cabellos azabaches que vestía un hanbok de guerra negra con detalles blancos se dejó ver, ambas manos sobre la espalda, y un collar con la incrustación de uno de los 10 objetos sagrados. Su cabello era corto a pesar de ser un líder de clan. Otras dos figuras emergieron para ponerse una a cada costado del primero. Vestían de la misma manera, solo que sus combinaciones eran en verde y morado, cado uno tenía su propio color respectivamente.
Los aldeanos no detuvieron sus actividades, pero si prestaron un poco de atención a lo que su líder y sus dos discípulos estarían a punto de hacer. El líder observó el panorama y después se alejó siendo seguido de los otros dos. La multitud siguió con sus actividades a excepción de algunos soldados que se encontraban entre ellos que abandonaron sus acciones para seguirlos.
— ¿Dónde se encuentra exactamente? — Fue la única pregunta que realizó, el discípulo de morado se puso enfrente de el e hizo una reverencia.
— Mis compañeros y yo lo vimos en la puerta principal.
El líder asintió nuevamente y fue en esa dirección. Cuando llegó frente a la puerta de madera, utilizó un sello e hizo que abriera para observar fuera de la aldea.
Una caja descansaba justo en la puerta principal. Si un humano iluso viera aquello no le tomaría la mayoría de importancia y la abriría con curiosidad sin esperar la aprobación de algún mayor, líder o padre. Pero en este caso la caja no estaba frente a simples humanos.
Rápidamente aquel líder dejó captar su atención por un sello que se encontraba enmedio. Era un sello circular simulando pintura con llamas de fuego enmedio. Solo existía un clan que usaría ese sello y hace tiempo que ninguno de los 2 reinos vecinos incluido su clan sabían de ellos. El líder carraspeó y dió media vuelta en dirección opuesta al objeto.
— ¿Pasa algo? —Preguntaron con interés los dos discípulos.
— Iré a ver al Rey Nabi...
Y dicho eso volvió a sellar la entrada para buscar a sus demás discípulos y prepararse para el viaje.
Algo andaba mal, y se temía que no era un asunto que solo los involucraba a ellos, si no a todos... Una masacre se acercaba...