Entre besos y disparos

Capítulo 16: No confíes

Ocurrió otra vez. Los golpes. En la madrugada.

Me despertaron, acelerándome el pulso en menos de un segundo. Lo diferente esta vez fue que tuve un testigo. Rosa. Se despertó por el estruendo y no tardó mucho en bajar hacia mi departamento para averiguar qué ocurría. Claro que no obtuvo muchas respuestas, pues ni siquiera yo tenía idea de lo que estaba ocurriendo en mi vida últimamente. Con terror permanecidos despiertas desde el incidente, haciéndonos compañía una a la otra mientras bebíamos café.

—Tengo un ahijado en la policía —había dicho—. Le llamaré para que venga a echar un ojo. Esto puede ser más serio de lo que pensaba.

“¿En serio Rosa? No me diga.”

Se fue del departamento cuando tuve que alistarme para el trabajo. Me tomé mi tiempo en la ducha, disfrutando del agua caliente. Había estado tan tensa por las últimas horas que mis músculos, en especial de la espalda, estaban tensos.

Jason notó que algo no andaba bien. Al menos no preguntó el por qué y me cubrió dos horas durante las cuales pude dormir mientras permanecía sentada en la cocina. Lo malo fue que mi jefa llegó antes y tuve que levantarme.

—¿Te la pasaste estudiando toda la noche? —preguntó a mi lado. Jason resolvía el crucigrama del periódico, mordisqueando el lápiz.

—No fue por eso —suspiré—. No dormí casi nada.

—¿Problemas con tu militar?

Hice una mueca, sin que me viera.

—No.

—Ya, ya. Lo capté. No quieres soltarme tu problema y está bien, no soy un hombre insistente —palmeó mi hombro dejando atrás el tema—. ¿Capital de Angola?

—¿Angola? No lo sé.

Iba a decir algo más, pero tuve que irme de su lado. El hombre de la mesa tres me llamaba por señas.

—¿En qué le puedo ayudar?

—Este café está delicioso —dijo sonriendo. Sus dientes amarillos y descuidados me provocaron una mueca— ¿Puedes traerme otro Luisa?

—Cla-aro…

¿Lo conocía? ¿cómo sabía mi nombre? Yo no llevaba mi nombre bordado en el uniforme.

—Oye tu celular está sonando —anunció Jason.

—¿Conoces al hombre de la mesa tres? —susurré en su oído. Negó— Hazme un favor, sírvele otro americano.

Aún con la duda en mi mente me dirigí a la pequeña bodega en donde guardaba mi bolso. A medida que me acercaba el sonido de la macarena se intensificaba.

—¿Hola?

¿Luisa?

Toda mi atención se centró en el hombre de la otra línea, olvidando al de dientes amarillos.

—¿Max?

Él mismo, hola Luisa —saludó tranquilamente.

—¡Oh por Dios! ¡Max realmente eres tú!

¿Por qué susurras?

Tomé asiento en un tachito de harina, esta conversación llevaría tiempo.

—Oh. Ah es que ahora estoy en el trabajo y…

¿Quieres que te llame más tarde?

—¡No, no! —bajé la voz. Mi jefa podría descubrirme— No esperaba tu llamada.

Aproveché que el Coronel se ausentó para poder llamarte.

—Me alegra oírte. Me estaba empezando a preocupar, no llamabas...

Sí… —suspiró— Eso ha sido mi culpa. Lamento haber desaparecido un mes.

—Debiste estar ocupado. No te preocupes, entiendo.

¿Cómo has estado?

Le hice una mueca al teléfono. La última novedad en mi vida era la aparición de un acosador.

—Viva.

Fue la mejor respuesta que se me ocurrió.

Muy convincente —pude imaginarme su sonrisa con tan sólo escuchar el tono de su voz—. ¿Quisieras ser más específica?

—Pues... he estado... —dudé— Normal.

¿Dónde está el típico bien?

—El "bien" no se aplica en este caso.

El recuerdo de los golpes apareció en mi cabeza.

¿Por qué lo dices?

—Pues… —me puse de pie y comencé a rasgar la pared distraídamente— Hay alguien que me está molestando…

¿Cómo dices?

Su voz se llenó de alerta, una reacción un poco exagerada a mi parecer; pero por su trabajo comprendí que Max estuviera sometido continuamente a situaciones de tensión y estuviera ya acostumbrado a reaccionar así.

—No es nada —reí, intentando revivir el buen ánimo—. Quizá es algún desocupado o un Daniel el travieso que…

Ya sonaba como Rosa.

¿Qué es lo que sucede? Dime Luisa.

—Golpean a mi puerta —murmuré. Temblé un poco ante los recuerdos—. Golpean y cuando yo salgo, no hay nadie. Es frustrante —del otro lado de la llamada sólo recibí un inquietante silencio—. ¿Max?




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