Entre Caballeros (precuela)

Capítulo 2

El aburrimiento era cada vez más insoportable. Cualquiera pensaría que un Caballero Negro tendría muchas cosas, muchas opciones y tareas que hacer pero ninguna actividad quitaba los sentimientos de frustración e insatisfacción que abrumaban a Julian. Recostado en la pared que rodeaba el castillo, contemplaba sin mucha atención a sus alrededores. El Imperio Negro parecía estar desierto esos días y la tranquilidad ponía a todos de mal humor. Su caballo tenía la misma postura que él, reflejando la actitud y sentimientos de su amo.

Había creído que la Guerra le quitaría aquella pesadumbre que sentía y aunque fue una batalla excelente, los meses habían pasado y adormecido cualquier sentimiento de victoria en él. Los Guerreros que logró exterminar en su tiempo habían tenido para él todos rostros iguales, simples muñecos vivos que se movían y que él debía matar.

-¿Aburrido? - le preguntó la Reina que salía del Castillo Negro. Era obvio que pensaba viajar y tocándole el brazo lo invitó. - Ven.

No era una orden y él no se sentía con ánimos de obedecer a nadie. Ni siquiera a ella. -¿A dónde?

Ella se detuvo en medio del campo arenoso y extendió sus manos para luego ponerlas en la cintura. - ¿Importa? No hay nada que hacer aquí.

-No hay nada qué hacer en ningún lado.

Si bien habían ganado la Guerra, el Rey Negro y otros habían resultado mortalmente heridos y murieron poco después de la victoria así que el ejército del Imperio Negro se encontraba en esos momentos con muchas vacantes e individuos de toda clase que estaban ansiosos por ocupar uno de los lugares e incluso quitárselos a los Guerreros sobrevivientes; pero en realidad muy pocos se atrevían a intentarlo, pues enfrentarse a dos Caballeros, un Alfil, una Reina, una Torre y dos Peones era algo que no cualquiera pudiera hacer.

La Reina Nervina era la responsable de encontrar a un nuevo Rey. Un año después seguía sin hacer nada para nombrar a alguien que tomara esa posición. Nadie se lo reprochaba. No había prisa. El Imperio Blanco estaba igual de desmantelado y a nadie le urgía tener una nueva Guerra, pero… se morían de aburrimiento.

-Acompáñame, - insistió ella. - Quiero comprobar algo.

Él seguía reacio a moverse. El calor del lugar quitaba las energías a sus habitantes. El viento hacía poco para refrescar pues cargaba con él arena y olores metálicos -¿Qué cosa? - Su caballo dio un pequeño relincho con la misma pereza.

Nervina hizo una mueca, era obvio que no quería revelar su misteriosa treta. Después de unos segundos suspiró. - ¿Dónde está Troak?

-Se fue después de gritar que ya no soportaba más el tedio de hacer nada.

-¿A dónde fue?

-A algún mundo para hacer quién sabe qué. - Los asuntos de la Torre no le incumbían ni le interesaban. - ¿No es Jairo o usted quien podrían deducir su localización si tanto le interesa saber a dónde fue? - preguntó con hastío. Jairo era el Alfil que quedaba vivo y el encargado de encontrar a nuevos Guerreros.

Pensativa, Nervina miraba el suelo mientras él hablaba. - No es que me interese tanto. Solo quiero asegurarme de que no fuera a donde yo pienso ir.

-¿A dónde quiere ir? - volvió a preguntar él con la misma apatía del inicio.

-A la nación de los Angelinos.

Julian negó con la cabeza. - No creo que haya ido ahí. Si quisiera causar caos, iría a uno de los mundos menos organizados y protegidos. Sin un líder. Es peligroso incluso para nosotros meternos con los Angelinos, ¿qué piensa hacer?

-No me voy a meter con ellos, - aseguró Nervina sonriendo. Después de unos momentos expresó: - Hay un rumor que dice que si se exterminan a todos los Peones al mismo tiempo, el árbol escogerá a 8 nuevos bebés para ser su sucesores, ¿qué te parece? - Julian no se molestó en responder. Nunca había escuchado tal cosa y tampoco picó su interés, la Reina parecía perdida en su propia imaginación, - ¿Te imaginas? Si resulta ser cierto, nuestros próximos enemigos serán unos infantes, ¿Qué podría ser más fácil que eso?

¿Asesinar a bebés? ¿Eso le quitaría su aburrimiento? la respuesta le vino de inmediato. No. - ¿Qué gloria habría ahí? - preguntó él en voz alta. Le encantaba luchar, pero su emoción se derivaba de tener a un buen rival enfrente, alguien con experiencia y misma sed de sangre. Alguien que le pudiera dar una buena batalla de vida o muerte. Analizar la estrategia de su enemigo, quebrar cualquier barrera y escudo que éste interpusiera. Eso era lo que lo hacía moverse. Por eso vivía.

Nervina lució irritada por esa actitud. - Ven conmigo.

-Aunque ese rumor fuera cierto, ¿quiere que partamos solo nosotros dos para combatir contra más de ocho Guerreros? ¿Misión suicida?

Ella rodó los ojos. -Son ocho Peones novatos. Estoy segura de que esos rumores sí los has escuchado. No están bien organizados, tienen cero experiencia y muy mal trabajo en equipo. - Julian meditó en sus palabras. Eso sí lo había escuchado. - Ocho Peones contra una Reina y su Caballero, no serán nada. - finalizó la Reina.

Él estaba seguro de que los Peones no estarían solos. - Lo que usted quiere es vengarse de ese Alfil que no pudo aniquilar durante la Guerra.

Ella decidió ignorar su comentario. -Acompáñame, - repitió con el entrecejo fruncido. - Es una órden.

Y con eso, tras un suspiro, Julian y su caballo se despegaron perezosamente de la pared y siguieron a la Reina Nervina. Al menos el futuro le prometía una lucha, reflexionó Julian mientras caminaba, y nada menos que contra ocho Peones. Por más novatos que fueran, un Guerrero era un Guerrero y debían tener espadas, puños y la Ayuda. Sí, tendrían que pelear.

Tras esas reflexiones, sintió su espíritu elevarse ante la expectativa.

 

 




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