Entre Caballeros (precuela)

Capítulo 10

Días después, cuando Julian pudo moverse sin sentir que se iba a caer, salió por fin del lugar en donde descansaban los heridos y lo primero que buscó fue su caballo.

-Vaya que tu cara quedó horrible, - comentó de brazos cruzados el otro Caballero del Imperio Negro, Samira.

-Tú sabrás qué es eso, - fue la respuesta de Julian, colocando la silla en su montura.

El rostro de Samira se torció de furia, - ¡¿Qué dijiste?! - desenvainó su espada y la estrelló contra la de Julian que él había alzado para bloquear el ataque.

-¡No estoy de humor, Samira, así que quítate de mi camino! - Con un chirrido agudo de sus armas, la apartó bruscamente y regresó a su tarea.

Samira no dio indicio de atacar de nuevo, aunque seguía enojada; sus ojos resplandecían ante aquel sol incandescente. - ¿De dónde sacaste el cicatrizante, de todas maneras?

Julian montó su caballo, -¿Dónde está Ingus?

-¿Para qué quieres saberlo?

-Olvídalo, - dijo molesto y se fue a buscar al Peón por sí solo.

Era la primera vez que veía las secuelas de la invasión de la Torre Grinberg; las ruinas de los dos edificios que había atacado aún echaban humo. Julian estaba seguro de que el próximo Rey se tomaría como primera tarea el hacer más difícil la entrada y salida al Imperio Negro, pero ése no era problema del Caballero.

Guió a su Caballo hasta encontrar al Peón, discípulo de Alfil al igual que Lince, aunque Ingus era un joven más agradable que a pesar de ser un poco nervioso, no carecía de talento.

-Qué horrible cicatriz, - comentó con el mismo tono con el que hubiera dicho “qué linda tu capa”.

Julian desmontó frente al joven de tez morena y cabello oscuro. - Ingus, necesito que localices a una persona.

Ingus no esperaba aquella solicitud pues localizar a alguien era algo que requería de demasiada energía. Tamborileó sus dedos de forma nerviosa, -No estoy seguro…

Julian no iba con ánimos de aceptar una negativa. De pronto sintió que la Reina lo llamaba. Molesto, le indicó a Ingus: - Es la Peón del Imperio Blanco. Ponte a trabajar.

Se dirigió a la sala de tronos en la que la Reina lo esperaba. La estancia era enorme y usualmente solo la ocupaban los Reyes. Todo el castillo era de color negro por dentro y por fuera. Hasta las cortinas y banderas tenían ese tono oscuro.

-¿Me llamaba? - preguntó sin importarle el hastío con el que sonaba su voz.

La Reina entrecerró los ojos y lo examinó, chasqueó la lengua y dijo: - Samira tiene razón, hay algo diferente en ti.

-¿Le dará un premio por sus poderes de observación? - preguntó alzando el rostro haciendo la cicatriz más visible, su cabello chamuscado apenas podía cubrir su mejilla, sus cejas y el bigote de ese lado habían desaparecido.

La Reina se puso de pie y se acercó a él. - No es tu piel. Es tu expresión.

-¿Me puedo retirar o va a continuar haciéndome perder el tiempo?

-¿Qué planeas hacer ahora?

-¿Usted qué cree?

Ella inclinó la cabeza sin dejar de mirarlo. Ambos eran de la misma estatura por lo que Julian necesitaba mantenerse viendo al frente. - Pelea, - ordenó Nervina por fin.

-¿Disculpe?

Ella extendió el brazo y llamó a alguien desde las sombras. - Pelea con Samira.

Samira se adelantó con su espada desenvainada.

Sin desear cuestionar nada, Julian desenvainó la suya y bloqueó el segundo ataque que recibía ese día. Las espadas chocaron, rechinaron, se alejaron para volver a estrellarse de inmediato. Samira tenía una estrategia de ataque diferente a la de él; mientras él utilizaba la potencia en cada embestida, ella usaba más la agilidad haciendo que su espada chocara más suavemente, pero el lapso entre sus ataques era más corto por lo que podía hacer múltiples arremetidas cuando él hacía una.

-Alto, - indicó Nervina cuando ambos comenzaban a jadear. - Tampoco ha cambiado tu estilo de lucha. Pero estás algo débil, - añadió.

-Con el rostro y hombro desfigurado, ¿le sorprende?

Samira guardó su espada. - La piel está regenerada pero tus fuerzas no han regresado por completo, ¿Piensas salir así? Entiendo que quieras matar a la Peón faltante, pero en tus condiciones…

-¿Se preocupan por mí? - Julian bufó, - lo que haga o me pase no es de su incumbencia. Si me muero solo escojan a otro Caballero. - Se dio la vuelta y se dirigió a la salida.

-Lo haremos, - dijo Samira yéndose por el lado opuesto y dejando a la Reina molesta, cruzada de brazos.. - Uno más joven e intacto.

 

 




Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.