Entre cintas y balones.

Capítulo 2: La primera lección.

Willson siguió ladrando tratando de atraer la atención de su dueña, del chico de detrás de la cerca y de espantar a los intrusos del otro lado. 

 

Cosette hizo un sonido extraño con su boca. Como si lanzara besos. Pero en lugar de usar sus labios, era su lengua la que hacía una especie de chasquido cuando la ponía entre sus dientes. 

 

La señal fué reconocida por Willson y de inmediato guardó silencio. Andrew se sorprendió ante la rápida respuesta del perro con aquel sonido. Willson se removía inquieto intentando salir de la posición en la que se encontraba. Al ver aquello, Cosette dijo con firmeza: 

 

—No. — Willson lloró de nuevo y se levantó saltando. 


Ella caminó hacia él con paso firme para quedarse a unos centímetros lejos de él. Le miró con rostro inexpresivo y se cruzó de brazos. 


Willson le miró a los ojos y dejó de gritar. Pero seguía moviendo la cola por ansiedad. 

 

—Sentado — ordenó con firmeza. El lo hizo jadeando. Antes de que su trasero tocará el césped ya estaba en cuatro patas de nuevo—. ¡No! Sentado — dijo ahora enfadada. 

 

Willson se sentó y suspiró. Ella se quedó ahí frente a él dos segundos más antes de retirarse. 

 

—Wow. ¿Cómo has hecho eso? — preguntó Andrew estupefacto al ver aquella demostración de obediencia. 
—No es nada. Es más obediente pero se pone ansioso con las personas — explicó. 
—Yo no he logrado siquiera que el mío orine afuera ni una vez. Siempre está ensuciando todo — se quejó.
—¿Tienes un perro? — Preguntó entusiasmada. 
—Sí. También es pitbull pero es un cachorro. Está en el auto. 
—Debe ser muy lindo — dijo apretándose las manos—. Me gustaría verlo pero, debo terminar de bañarlo. Bueno bañarnos en realidad — decía mirándose con la ropa mojada y llena de jabón. 
—Claro. Será después. 

 

Se despidieron con un gesto y ella volvió a lo suyo.

 

Andrew fué a sacar a Rocky del auto para llevarlo al patio trasero. Pero antes fué a darle un vistazo a su nueva habitación. Era más grande que la última que tuvo. Tenía dos ventas. Una daba hacia el costado de la casa de al lado y la otra hacia el patio trasero. 

 

Rocky terminó de despertar en sus brazos y lo puso en el suelo. Pues al fin y al cabo esa también sería su habitación. El cachorro comenzó a olfatear un poco y lloraba mientras caminaba. Andrew le acarició la cabeza y salió cerrando la puerta para ir a buscar sus maletas. 

 

Volvió con su mochila y la pesada valija a rastras por las escaleras. Al abrir la puerta, un fuerte olor a orina y excremento de perro llenaban el lugar.

 

—¡Rocky! ¿Pero que has hecho? — dijo más que enfadado al ver la evidencia. 

 

Pero Rocky no puso atención. Se estiró un poco con los ojos cerrados y volvió a dormir sobre la alfombra. 

 

—¿Está todo bien cielo? — preguntó su madre cuando lo vio en la cocina. 


Buscaba la caja con el papel de toalla, bolsas y un desodorante ambiental. 

 

—Sí. Solo quiero limpiar un poco el armario — dijo cogiendo la caja. 
—Oh magnífico. 
—¡Cielo! ¡¿Donde están mis zapatos?! — gritaron desde la habitación del fondo. 
—Esto es una locura. Pero la casa es bonita ¿Verdad? — dijo sonriente. 
—Sí — respondió más por ella que por haberse fijado en la arquitectura moderna de la casa. 
—¡Ya voy amor! — grito en respuesta caminado por el pasillo. 

 

Luego de limpiar y dejar sobre la mancha en la alfombra el desinfectante, abrió las ventanas y se fué al patio trasero con Rocky. No deseaba otro incidente así que era mejor prevenir por si aún tenía algo más que sacar. 

 

—Que hermoso — escuchó que dijeron mientras él miraba al cachorro caminar con desinterés por el césped antes de acomodarse para dormir de nuevo. 

—No tanto — dijo aún irritado por tener que limpiar excremento de perro hace unos minutos. 


Se acercó a la cerca que era metálica y más alta que la del jardín delantero. 


—¿Que paso? — preguntó ella mirando al perrito color gris acostado. 
—Acaba de estrenar la alfombra de mi habitación — respondió pateando el suelo—. Lo peor es que lo seguirá haciendo. Y lo he traído aquí para que lo haga y míralo. Está durmiendo — dijo frustrado. 

 

Cosette contuvo una risa al ver su expresión y entender la frustración de aquel chico. A ella le había ocurrido exactamente lo mismo cuando Willson llegó a casa.  




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