Entre cintas y balones.

Capítulo 5: Un zombi y el helado de chocolate

Una luz lo despertó. Al abrir los ojos se encontró con una brillante lámpara que apuntaba directamente hacia su rostro. Achicó los ojos intentando enfocar y alzó su mano para cubrir aquella cegadora luz. 

 

Fue hacia la ventana pero, esta al no tener cortina se enfadó con el culpable de interrumpir su sueño. 

 

Parpadeó un par de veces más hasta que logró enfocar su vista en lo que ocurría más allá de la dichosa lámpara de exterior.

 

Se trataba de Cosette que caminaba de un lado para otro en su habitación. Traía puesta una pijama que parecía más bien ropa de hombre. Vio a Willson acostado al pie de la cama mientras ella colgaba unas prendas de ropa en una percha junto a la puerta. 

 

— Cosette — dijo intentando no gritar. Pero ella no escuchó. Cantaba al compás de una canción que sonaba dentro de su cuarto.
—¡Cosette! — Volvió a intentar aún en tono bajo. Pero no lo consiguió. 

 

Fué a buscar que lanzar para que apagara de una buena vez la luz. Pero todo lo que encontró fueron sus calcetines limpios hechos pelotas en la maleta. 

 

Tomó una y la lanzó. Esta cayó en la cama. Lo intentó de nuevo, y está vez logró golpearla con su misil. 

 

—¡Cosette! — dijo. Ella se asomó a la ventana.
— Andrew. Hola. Creí que dormías — habló sacando la cabeza por la ventana.
— Sí. Pero me he despertado — dijo señalando la lámpara. 
— Oh lo siento. 

 

Corrió al interruptor y lo apagó dejando la habitación a oscuras y a Andrew ciego en la penumbra. 

 

—Listo. Lo lamento. Quitaré la lámpara mañana. 
—Gracias. Pero no es necesario. Moveré la cama de lugar — habló entre bostezos. Ella sonrió—.  ¿Vas a salir mañana? — Preguntó recordando que le vio arreglar ropa.
—Sí. A trabajar. Iré tres días a la heladería del centro comercial. Comienzo mañana.

 

Andrew seguía con el cerebro en modo reposo así que no dijo nada. Solo se quedó ahí frente a la ventana con el rostro neutro. Mientras Cosette esperaba que él dijera algo. 

 

—Voy a enlistarme en el ejército. Digo. Enlistar a Rocky en el ejército. Él no es italiano, sabes. Es de por aquí cerca. Y Jack pensó que le vendría bien el nombre porque nos gustó la película. Y cuando el otro día perdimos la partida. Fué culpa de él. Verás, le dije que me esperara para que cuando estuviera listo hiciéramos juntos la combinación y ganar el punto. Pero no. No me hizo caso.

 

Andrew suspiró y volvió a quedarse ahí como un zombi sin que Cosette entendiera ni una palabra. 

 

—Buenas noches Andrew.
—Entonces. No me has dicho una respuesta.
—¿De qué?
—¿Nos aceptas en el equipo o no?

 

Cosette comenzó a reír al comprender que Andrew posiblemente era sonámbulo y de los que hablaban. 

 

—¿Desea enlistare soldado? — dijo con voz firme.
—Solo Rocky.
—Bien. La inscripción y la primera lección es gratis. Mañana cuando él despierte, llévalo de inmediato al patio. 

 

Andrew asintió. Cerró la ventana y fue a tumbarse de nuevo a la cama. 

 

Esa noche no durmió bien. Estaba demasiado cansado. Y por alguna razón tenía frío. 

 

En sus sueños, estaba en la vieja escuela con Jack como cualquier otro día. Hablaban con otros chicos de la clase sobre unas tareas cuando vio a Cosette pasar cerca. 

 

Quiso alcanzarla para preguntarle cuánto costaba el helado de chocolate pues en ninguna heladería vendían ese sabor. Pero en el camino su madre apareció en medio de la calle para decirle que no olvidara ir al supermercado por los huevos y comprar el pan integral de Hunter. Luego su padre apareció diciéndole que lo llevaría de crucero con su nueva novia y que volverían hasta Navidad. 

 

A todo esto había perdido de vista a Cosette. Sentía la necesidad de encontrarla y preguntarle por el helado de chocolate. A él no le gustaba pero creía que quizás a ella sí. 

 

De pronto una voz lo llamaba desde el fondo de la cueva oscura por donde avanzaba. 

 

"Andrew. ¡Andrew! ¡Andrew!". 

 

La voz sonó tan fuerte y contra su oído que sin saber cómo, al abrir los ojos estaba en el suelo apretando la sábana contra su pecho.

 

—Andrew, cielo. Sube a la cama. Ya nos vamos. Te he dejado dinero en la cómoda para lo que necesites.

 

Andrew seguía desorientado mientras subía a rastras a la cama. 

 




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