Andrew insistió hasta el cansancio a su madre en que no quería una fiesta de cumpleaños con los payasos, los gorros, los dulces y esas cosas. En primer lugar porque cumpliría 17 años y ya no era un chiquillo. Y en segundo lugar, opinaba que no necesitaba de una fiesta. Más que comer algo preparado en la estufa de su madre y pasar el día con sus amigos.
Su madre fué la primera en dar su regalo de cumpleaños. Era un álbum fotográfico de cuando él tenía un par de meses hasta el año ante pasado. Parecía más bien un regalo para ella misma que para su hijo pues de inmediato comenzó a llorar al ver las fotos. Cosette y Hunter la consolaban mientras Jack se reía con las fotos "tiernas" de su amigo.
Jack le obsequió un balón de basquetbol. Sabía que le gustaba ese deporte y por los problemas familiares decidió dejar el equipo pero, tenía esperanza que Andrew volviera a jugar.
Cosette le entregó dos regalos. Uno era para Rocky. Era una camisa para perros del equipo preferido de fútbol americano de Andrew. Y para él, una gorra negra personalizada con sus iniciales.
—No es gran cosa — dijo ella a modo de disculpa —. Pero creo que es mejor que regalarte calcetines.
Andrew agradeció todos los obsequios, incluso la camisa "I love Hawái" que la esposa de su padre le envío. Y disfrutó sacándole fotos a Rocky con su camisa nueva.
Entonces llegó el turno de Hunter. Todos esperaban expectantes su regalo.
Le tendió una caja pequeña. Andrew imaginó que se trataba de un llavero, un cupón de descuento en algo o unos boletos para el cine. Pero lo que encontró fué una llave con un llavero con forma de balón, color naranja. En la parte de atrás tenía un grabado.
Feliz cumpleaños. Hijo.
H. C. y A. C.
Andrew no supo asimilar por completo aquello. Seguía leyendo el gravado sintiendo sus ojos humedecer.
—¿Es que no vas a estrenarlo? — Preguntó Hunter con un toque de diversión.
—Gracias — respondió el chico.
Gracias era poco para lo que quería decirle a ese hombre.
—No es un Ferrari pero te servirá para algo y así Cosette ya no temerá que le choques el suyo — agregó para quitar hierro al momento emotivo.
—Vamos a dar una vuelta — sugirió Jack levantándose de un salto—. ¿Quieres venir? — le preguntó a Cosette.
Era un Volkswagen Gol color plata. Tres puertas y con rines metálicos nuevos. Como Hunter había dicho, no era un convertible pero eran cuatro ruedas y un tanque de gasolina que lo llevaría a donde quisiera.
—¡Chicos! ¡Esperen! — les llamó Alexia—. Una foto. Para el álbum.
Los tres sonrieron. Salieron del auto y se colocaron uno junto al otro a un costado del regalo de cumpleaños. Andrew pasó el brazo sobre los hombros de Cosette quien estaba en medio. Y Jack dejó su mano en la cintura de Cosette luego de compartir con ella una mirada cómplice.
—Salieron perfectos — dijo Alexia con una enorme sonrisa.
—Vayan con cuidado chicos. Y vuelvan a las diez y media — indicó Hunter plantado en la puerta.
Andrew arrancó el motor y avanzó sin pensar en el destino.