Tardaron un par de horas en llegar al lago siguiendo las indicaciones de Cosette pues ninguno conocía la zona.
Se desviaron en lo que era más bien un camino que calle. Los surcos en la tierra estaban llenos de césped y los árboles formaban un túnel verde hasta una cabaña rústica.
—¿Tiene electricidad? — Preguntó Katsumi al bajar del auto. Pues ese rincón parecía estar atrapado en el tiempo.
El suelo de tierra estaba húmedo. Hacía frío y las copas de los árboles crujían al chocar unas contra otras. Podía verse el lago azul desde ahí.
Bajaron las bolsas de comestibles y las maletas. Solo habían dos habitaciones así que Jack propuso que dormirían en parejas. Él y Cosette. Andrew y…
—Quédate tu en la habitación — dijo Andrew al ver el rostro de Katsumi ante la atrevida sugerencia.
—¿Por qué no las chicas en uno y ustedes en la otra habitación? — Reclamó.
Los planes de Jack eran demasiado obvios pero no sé pondría a discutir sobre eso con los demás. Así que accedió.
En la sala encontraron unos enormes sofás llenos de cojines que estaban cubiertos con una manta. Había una chimenea, una televisión y un DVD. A pesar de la humedad del exterior la cabaña estaba seca y tibia. Pero al oscurecer la temperatura fue disminuyendo.
—¿Por qué no tiene calefacción? —Se quejó Andrew.
—Para eso está la chimenea — explicó la dueña.
—Es casa de hombres Andrew. De esos tipo leñadores que cortan troncos y eso — dijo acercándose con más leña.
—¿Es que no has traído un abrigo? — Preguntó Katsumi quien no pasaba por alto ninguna palabra pronunciada por Andrew.
—No. Bueno, este pero no creí que hiciera tanto frío — dijo apretando su brazos a su alrededor con su suéter ligero.
Jack logró encender el fuego. Cosette hizo chocolate caliente de un frasco de Cocoa instantánea que trajeron del supermercado. Y Katsumi le dio a Andrew una frazada que encontró en el armario.
Se sentaron en el suelo sobre los montones de cojines cerca de la chimenea y asaron malvaviscos.
—¿Qué tal si… Contamos cuentos de terror? — Propuso Cosette haciendo un movimiento de sus dedos para simular el suspenso que acompaña el clásico sonido previo a las apariciones de fantasmas en las películas viejas.
—¡Sí! — soltó animada su amiga.
Los chicos se mostraron de acuerdo.
—Si te asustas no dudes en decírmelo — le susurró Andrew a su amiga de cabello negro y azul. Ella no respondió. Se metió otro malvavisco en la boca y esperó el cuento.
Cosette sacó su teléfono y luego de buscar algo comenzó a leer.
—Espera. ¿Vas a leerlo de internet?
—Sí. No me sé ninguno pero éste me gusta — le respondió a Jack—. Bueno, se llama: La bruja del pueblo.
Todos se acomodaron expectantes a la historia. Al terminar con el clásico “Fin” Cosette suspiró.
—Eso no da miedo — dijo Katsumi cruzándose de brazos.
—Lo sé. Pero a mí me gustó — respondió un tanto avergonzada.
—No. No. Lean otra cosa — pidió Andrew moviéndose más cerca de Katsumi.
—Aquí hay otro — dijo Jack—. Se llama: Juan sin miedo.
—El nombre no promete mucho — opinó su amigo quien guiñó un ojo para luego mirar a las chicas. Jack sonrió y comenzó a leer.
Cuando él hubo terminado todos rompieron a reír.
—Yo creo que ya no hay cuentos de terror — dijo Jack entre risas.
—Pero fue divertido. Eso de las cabezas en el torno me gustó — añadió su novia acomodándose a su lado.
—Mejor pongamos una película — propuso la segunda chica del grupo al ver que aquellos dos estaban por besarse.
La meta era poner algo de terror a la noche pero ya que habían visto la mayoría de películas de éste género y las restantes no se veían muy convincentes pusieron “La cumbre escarlata”. Pues ellas decían no haberla visto.
Se acomodaron los cuatro en el enorme sofá. A ninguno le dio terror la película pero por lo menos se entretenían. Ellas saltaron en un par de veces al ser sorprendidas pero no asustadas. Luego pusieron “Sleepy Hollow”.
Aun así Cosette buscó abrigo en su novio quien le rodeó con el brazo desde el principio. Jack se distraía por momentos mirando a sus amigos en el otro extremo del sofá. Andrew intentaba acercarse a la chica pero ella no daba ninguna señal de acercarse a él. Algo que a Jack le pareció extraño pues en teoría Andrew era el amor platónico de Katsumi.