Entre cintas y balones.

Capítulo 34: Cuenta regresiva.

La casa estaba llena. Podía sentirse estrecha con tanta gente dentro. Hunter tuvo que ser un buen anfitrión y admitir que su entrenamiento policiaco no se comparaba con el Teniente General Anderson. 


El olor a comida llenaba cada habitación. Las luces parpadeaban doradas, verdes y rojas en el patio donde podían ver a Rocky y a Willson con sus collares rojos. Les habían puesto bufandas y gorros pero Rocky insistía en quitarse el suyo y morderlo así como el de Willson. Cosette y Andrew les pasaban salchichas asadas por la cerca y los veían jugar. 


El árbol de los Andersson estaba afuera. En el patio frontal. Era enorme. Lo decoraron entre Franklin y Cosette para cuando su padre arribara a casa esa mañana. 


Alexia y Mary reían junto a sus maridos contando anécdotas mientras el horno despedía un delicioso aroma a galletas recién hechas. 


Aún faltaba que llegara Gil y Mindy. Alexia había prometido que ayudaría a llevar la fiesta en paz si él lo hacía. Un compromiso bastante vago la verdad pues Hunter y Andrew sabían que su padre no tardaría mucho en comenzar a lanzar comentarios indiscretos en medio de la reunión. Pero confiaban que dos hombres de uniforme serían suficientes como para contener la guerra que podría estallar. 


Cuando llegaron Alexia dió gracias al cielo por qué Mindy estaba usando ropa decente. Un Jeans demasiado ajustado y un suéter blanco con diseños de copos de nieve rojos. Gil vestía bastante casual con su camisa de marca y algunos botones abiertos. Su sonrisa blanqueada resplandecía al igual que las luces. 


Ellos dos fueron los primeros en quejarse sobre la falta de vino o algún licor en la casa. Por el momento hacían su mayor esfuerzo por no ser tan hipócritas.


De pronto alguien propuso poner música. Andrew puso los ojos en blanco y sonrió cuando su madre le pidió que fuera el DJ. Ya sabía qué poner. Abrió la carpeta donde tenía la “Música vieja” y la dejó en reproducción automática. 


Las parejas entusiasmadas se acercaron a bailar en el espacio de la sala que habían acomodado para ello. Una canción de los Bee Gees comenzó a sonar.  How Deep Is Your Love. Las sonrisas y miradas cómplices mecían a todos al compás de la música. 


Los chicos subieron a la habitación de Andrew pero Cosette se desvió a la cocina por más bocadillos. Encontró ahí a su padre sentado en un taburete junto a la isla de la cocina. Tenía en sus manos una taza de café. No la bebía, solo miraba el líquido humear. 


Después de todo, el baile en parejas no fue la mejor idea. Al menos no para el Teniente General Anderson. 


—Papá — habló acercándose a él. 
—Dime hija. 
—¿Estas bien? — Preguntó poniendo la mano en su hombro.
—Sí. Solo… No me gusta esa canción — dijo bebiendo del café y sonriendo a su hija. 


Cosette se sirvió más Cocoa caliente, galletas y se sentó junto a él. 


—Ella.. Me llamó esta mañana. Mientras estaba ayudando a Frank con el árbol — dijo hundiendo su galleta en la taza. Sintió el brazo de su padre rodearle y acariciar su hombro. Permanecía en silencio esperando a que ella continuará si quería—. Solo llamó para decir Feliz Navidad y que enviaría unos regalos que esperaba y los tuviéramos mañana. 
—¿Los aceptarás? 


Ella se encogió de hombros y se acercó más a él.


—Le di las gracias pero, no he necesitado de sus regalos papá. Soy feliz con lo que tengo y con lo que me das tú.
—Gracias — dijo besando su cabello. 
—Quería venir para año nuevo. Le he dicho que no.
—¿Aún no quieres verla?
—Sé que Frank no quiere verla. Y a ti tampoco te gustaría mucho tenerla aquí así que… 
—No te preocupes por mí. Soy muy duro. ¿Recuerdas? — dijo haciendo una demostración de los músculos de sus brazos. Él y su hija sonrieron. 
—Bueno. Yo no soy dura como tu papá — habló mirando sus finos brazos junto a los de su padre—. Todavía no… Estoy segura de querer verla. 
—No te presiones. Es tu decisión. Y sea lo que sea que escojas yo te apoyo. 
—Gracias — respondió. 


Saltó del taburete y le abrazó.


—¿Quieres bailar conmigo? — Preguntó con una sonrisa. 
—Hace mucho que no bailamos. 
—Entonces bailemos — dijo entusiasmada tomándolo de las manos. 


La diferencia de estatura era notable pero no un impedimento. Comenzaron a moverse suavemente con lo que escuchaban proveniente de la sala. 


—Ese chico, Jack. ¿Dónde está? — Preguntó de pronto. 
—Debe estar arriba con Andrew. 
—Parece… — Cosette le miró expectante a la siguiente palabra que su padre pronunciara—. Un buen chico. 
—Lo es — dijo sonriendo.




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